Técnica y espectacularidad
¡El tango! Idea, libro, coreografía y dirección: Luis Pereyra. Con Nicole Nau, Luis Pereyra, Guillermo Galvé, Nora Roca, Judit, Fernando, Ivana Fleitas, Mauricio Córdoba, Ollantay Rojas, Micaela Cortada, Sofía Jazmín, Guillermo Lugrin, Lorena Yacono y Fabio Narváez. Sexteto Gabino Tango: Pablo Aznarez, Geovanny Ruiz Pérez, Matías Ariel Rubino, Martín Cecconi, Martín Lautaro Guida y Cristian Asato. Orquesta de señoritas Juanita Cacase: Maia Geraldine Perduca, Ana Escalada, Geraldina Carnicina y Mercedes Lescano. Dirección musical: Pablo Aznarez. Maestro de escenario y escenografía: Víctor Tela. Luces: V. Tela y L. Pereyra. Sonido: V. Tela y Ramiro Pacheco. Vestuario: Hilda Curletto, Nicole Nau y Luis Pereyra. Stage manager: Juan Manuel Colombo. En el Café de los Angelitos, Rivadavia 2100, 4952-2320. Sólo el show: 170. Con cena: de 250 a 450 pesos.
Nuestra opinión: muy buena
Es inevitable. A todo porteño de más de treinta y pico que entra en el Café de los Angelitos se le dibuja una sonrisa. Lo generan esos lugares queridos, rescatados de la muerte.
Pero cuando uno va más allá del café, subiendo la escalera, o atravesando el cortinado de atrás, se encontrará con un gran restaurante concert, muy paquete, pero que no pierde ese aire tanguero y canyengue.
Allí Luis Pereyra creó un espléndido musical porteño que, con brillo y despliegue, presenta lo verdaderamente autóctono sin necesidad de ese oropel "for export" del que pecan muchos espectáculos del estilo.
La diferencia también la hace en lo conceptual. ¡El tango! no es sólo una sucesión de cuadros cantados y bailados elegidos de lo mejor del repertorio del género, ni que cuenta la historia del tango. Reconstruye dos épocas fuertes del género: los 40 y los 60, a partir de esos personajes de vereda, de salón y de conventillo. Allí no falta siquiera esa Orquesta de Señoritas infaltable en el Café de los Angelitos del ayer.
La puesta en escena tiene la originalidad de contar con un dispositivo escénico pocas veces visto, diseñado por Víctor Tela. Sobre la escenografía, en dos niveles (en el superior está la orquesta) y con paneles corredizos en el foro, se proyectan imágenes que recrean la ambientación en una pantalla semitransparente. Esas imágenes tridimensionales no sólo le dan realismo y magnificencia a lo que allí ocurre, sino una gran belleza.
En este aspecto, la iluminación diseñada por Tela y Pereyra es esencial y demuestra el peso y la visión artística de este tándem. El diseño de luces es excelente porque no sólo sabe captar el lenguaje sino también la estética, la belleza, pero en pos del discurso de la música, del lenguaje artístico de la propuesta. La escena del bandoneón es bella, no sólo por la excelente interpretación, sentida y desgarrante, sino por una puesta prodigiosa que, a su vez, incorpora a un prodigioso violín, de Pablo Aznarez. Es que la joven orquesta tiene un rol protagónico en esta propuesta. No sólo son músicos impecables sino que participan activamente. El violinista que llora con su violín, el contrabajista que cancherea con su contrabajo.
Firuletes, pero bien
Las coreografías tienen más técnica que chicas revoleadas por el aire y todas las parejas tienen su momento de lucimiento. A la hora de destacar, la energía y la fuerza de Nicole Nau y Luis Pereyra conmueven, mientras que la gracia de Judit y Fernando le ponen simpatía al baile.
Por su parte, Guillermo Galvé pone oficio y presencia, mientras que Nora Roca cumple con corrección.
Advertencia: asesórese de que no haya esos yuppies de cena empresarial sin cultura teatral que no paran de hablar durante el espectáculo.
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