Petipa, el padre del ballet clásico
Se cumplen 100 años de la muerte del coreógrafo francés que triunfó en Rusia
¿Habrá soñado alguna vez Marius Petipa -con su hermano Lucien, tercera generación de bailarines de la familia-, cuando avanzaban los años 30 en el siglo XIX, que se convertiría en el más prolífico de los coreógrafos clásicos (con más de cien danzas)?
Tal vez después de colgar las zapatillas y mudarse de Francia a Rusia haya empezado a vislumbrar que habría para él una carrera exitosa más allá de los escenarios, sobre todo, ya en los 50, trabajando codo a codo primero y como sucesor después de Jules Perrot.
También puede ser que, tras varias de sus primeras obras estrenadas ( La hija del faraón ), haya tenido noción de que haría algo verdaderamente grande, como Don Quijote o La Bayadera . Algo perenne. Pero sería imposible creer que, aun en los años previos a su muerte, el genio marsellés haya imaginado que todavía en el siglo XXI Paquita , Raymonda o El corsario ; La bella durmiente del bosque (1890), El cascanueces (1892) y El lago de los cisnes (1895), la célebre trilogía de Tchaikovsky, serían el eje central del repertorio de toda gran compañía de ballet que se precie de tal, sin importar su bandera. ¿Qué hubiera, sido sin Marius, de los pas de deux con elegantes entradas, adagios y remates virtuosos?
Camino a San Petersburgo
De una creatividad prodigiosa, figura fundamental del ballet imperial ruso, Petipa sembró su afortunado camino en San Petersburgo, adonde cosechó seis décadas de éxitos, varios en complicidad con su asistente, Lev Ivanov.
Para él, el ballet era un "gran espectáculo". Tuvo períodos (español, ruso, italiano) y un estilo innegociable: producciones lujosas, con un cuerpo de baile importante, para afrontar escenas diversas, danzas de carácter con el color local alternadas con escenas narrativas y variaciones que requieren un alto nivel técnico, entre otras características.
Se ocupó de la investigación de la materia de sus obras, cuyos preparativos detallados organizó y trabajó estrechamente con el diseñador y el compositor.
La modestia no fue su fuerte y, en más de una ocasión, se lo llamó "dictador" por el poco lugar que dejaba a otros al hacer valer sus ideas: de su colaboración con Tchaikovsky en La bella durmiente del bosque , se hizo famosa la imposición al compositor del número de medidas para un baile o una variación. Sin más, escribió en sus diarios: "Soy asombroso".
Más de esto se lee en sus Memorias , de 1906, que también dan cuenta de sus casamientos y otros momentos de su vida personal.
Marius Petipa murió a los 88 años, el 14 de julio de 1910. Hoy se cumplen exactamente cien años de su fallecimiento. Ballet y Petipa siguen siendo dos palabras que no se pueden separar.
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