Paloma Herrera explicó su renuncia a la dirección del Ballet Estable del Teatro Colón: “Hay 100 bailarines y bailan 50″
La artista dio detalles de las razones que la llevaron a dar un paso al costado del prestigioso teatro y contó que, tras dar a conocer su decisión, la contactó el histórico director del American Ballet
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La exbailarina Paloma Herrera anunció recientemente su decisión de renunciar al cargo de directora del Ballet Estable del Teatro Colón. Según explicó, “no estaban las condiciones dadas” para que pudiera seguir dado que ella aspira a la excelencia, algo que hoy no es posible por las reglas del juego que rigen en el lugar. De hecho, fue más allá y afirmó que solo un “milagro” podría revertir esa situación.
Además, tal como explicó al conversar con TN, al día siguiente de que dio la noticia de su renuncia recibió dos grandes ofertas, que prefirió rechazar. “Mi director del American Ballet (de Nueva York), que se está yendo después de 30 años, me dijo: ‘Mal por el Colón, muy bien por vos, tendrías que venir a ocupar mi lugar’. Y del English National Ballet, una de las compañías más importantes de Londrés, me preguntaron si pensaba irme para allá para tomar el cargo de directora artística. Es muy gratificante. ¡Qué loco que en el resto del mundo siempre se valora un montón y acá es difícil! Pero yo sigo apostando por mi país. Mi vida hoy está acá, así que me quedó en mi país”.
A pesar de que eligió quedarse en la Argentina, Herrera dijo que “tiene que pasar un milagro para que pueda tomar el cargo”. “Yo no puedo volver a esto. Tiene que ser un milagro de que realmente se pueda trabajar bien, que la gente que se lo merezca pueda bailar, que se le den posibilidades a las nuevas generaciones, que la gente se pueda jubilar y se vaya feliz y contenta porque trabajó en el Colón, pero que deje ese lugar y entre gente nueva...”, enumeró esta bailarina, quien se mostró en paz con su decisión y con su trabajo, al haber vuelto “a poner en el mapa al Teatro Colón”. “Yo estoy bien porque di todo, y el público lo notó y lo agradeció. A mi eso me llena el alma. Estaba sold out cuando antes la gente no iba al ballet. La gente notó la calidad. Yo me quedo con eso, pero hay cosas de base que yo no pude cambiar y ya está, me corro”.
Tal como dijo la prestigiosa artista, la razón por la que la contrataron en el Colón como directora del Ballet Estable era “para que ponga lo mejor en el escenario”: un objetivo directamente ligado con las causas de su renuncia a dicho puesto, el cual había asumido cinco años atrás, en febrero de 2017. “Yo tenía que dar la cara, y siempre quise que, cuando se levante el telón, el espectáculo sea de excelencia. En general, mi carrera fue así. Si tengo que poner el nombre, quiero que sea lo mejor. Yo me hago cargo de todo, pero si esas cosas ya no pasan, prefiero dar un paso al costado”.
Según señaló, uno de los factores que atenta contra esa calidad refiere a las jubilaciones de los bailarines. En este sentido, lo que ocurre es que el Colón trabaja como “una compañía estable con empleados públicos, que entonces tienen la jubilación a los 65 años”. Sin embargo, el ballet es tan exigente que, “un bailarín en cualquier compañía del mundo está hasta los 40 o 45 años, lo que depende de cada uno y de sus lesiones”. Herrera, por ejemplo, se jubiló a los 40.
“El artista es pasión, y eso a veces con el empleado público en el ballet no funciona porque tiene que tener las herramientas para que puedan seguir inspirados y que eso de artista no se vaya jamás. Esa es la magia”, reflexionó. Y en línea con esto, lanzó: “Se va a levantar el telón y ¿cómo hago para poner personas que no están a la altura’”. Según sostuvo: “El ballet es super disciplinado, requiere tomar clases todos los días, que en el Teatro Colón no son obligatorias, y ocho horas de ensayo, pero en el teatro hay tres horas y media”. Y en otro tramo de la entrevista, añadió: “Tengo gente que acaba de entrar con todas las pilas y tengo gente de 65 años que realmente no tiene ganas de venir. En vez de tener 100 bailarines a tope, tengo la mitad de la compañía que algunos quieren trabajar y otros no”.
Pese a esto, si bien ella remarcó que “es fundamental que los bailarines que no están en edad para bailar o que no están entrenados, dejen su lugar”, hizo una aclaración: “Yo jamás dije que los echen, sino que se tienen que ir con una jubilación contentos y bien porque han trabajado un montón de años”.
Esto preocupó a Paloma Herrera desde el principio de su labor en el Colón. “Desde el primer día que asumí dije que necesitaba que se vea este tema y me dijeron que sí, pero en los cinco años nunca se hizo y fui atando con alambres”, resaltó. Después de insistir para que eso cambie, hubo una conversación que terminó decantar todo. Fue el 23 de diciembre de 2021, cuando se reunió con el director ejecutivo del teatro. “Me planteó algunas cosas que me sorprendieron y le dije: ‘Vos sabés que no me alcanza, que hay una compañía de 100 bailarines y que bailan 50, ¿cómo que no va a haber audiciones para que la gente de la escuela pueda hacer los refuerzos?’″, recordó.
“Lo peor de todo es que tenía que poner yo la cara, y no me corresponde”, cuestionó al decir que una de las cosas que debía hacer era decirle a los bailarines quienes subían o bajaban de categoría cuando eso ni siquiera era su decisión. Incluso, la elección de los roles le ha traído problemas por las presiones que hay en torno a esto. “Me parece que lo más justo es que el que tenga la posibilidad sea el que trabaja y tiene ganas. Tal vez estoy loca, pero es lo más lógico”.
Para esta artista, uno de los puntos más graves de esto es que, como algunos tienen un lugar garantizado, las personas pierden el incentivo para mejorar y, como el sistema está “taponado”, se le quita la posibilidad a las nuevas generaciones. “La gente se va afuera, ¿cuánta gente talentosa hay que no tiene lugar?”, preguntó. Y señaló que, cuando asumió, dijo: “Yo quiero un teatro donde los bailarines no se tengan que ir del país”.
Para explicar este punto y cuán importante es darle oportunidades a la gente joven, Paloma Herrera apeló a su propio ejemplo: “Yo me fui a los 15 años y a los 19 era primera bailarina de la American Ballet. Todo el mundo admira mi carrera, pero es porque me dieron la posibilidad y yo trato de hacer lo mismo con las nuevas generaciones: quiero que tengan lugar para bailar”. Allí, si bien las clases tampoco eran obligatorias, nadie se las perdía “ni de casualidad” dado que cado uno debía ganarse su lugar. De todos modos, aclaró: “Soy equilibrada. No es que Estados Unidos es perfecto y lo mejor del mundo y acá está todo mal. Acá hay cosas muy positivas y en Estados Unidos hay cosas con las que no estoy para nada de acuerdo”.
De esta manera, la argentina contó que ella jamás faltaba a clase, y recordó la época en que estudió en la escuela del Colón. “Soy formada en el Teatro Colón y estoy super orgullosa de haber sido alumna del instituto del Teatro Colón. Es gratis, uno hace la audición y elijen a los mejores, no a quien pueda pagarlo, solamente a los mejores, y eso es fundamental porque le das a todos la misma posibilidad y el que va y llega lo hace con mérito”.
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