Noche de paz y despedidas en danza
La paz se construye derribando prejuicios. Mirando más allá de nuestra nariz. Bailando. En la quinta edición de la gala Danzar por la Paz, anoche, en el Teatro San Martín, el programa estuvo compuesto por mucha danza contemporánea de más allá de la General Paz.
Tal vez las huellas de identidad más evidentes se vieron en una compañía de Tucumán bailando una coreografía de Ana María Stekelman (Bailando sobre muñecos) o en una de San Juan creada por quienes formaron parte del Ballet del San Martín. Pero a lo largo de la noche una estética similar contagió a unos con otros, incluso en el vestuario con prendas interiores, y ciertos pasos de malambo o de break dance que se advirtieron inevitables.
Esta serie de galas, con dirección de Leonardo Reale, que ya trasciende la ciudad de Buenos Aires y las fronteras del país, continuará en el Teatro Oriente, de Chile, el Teatro del Bicentenario de San Juan, el Miami Dade County Auditorium y el Teatro Municipal de San Pablo. En cada una de esas fechas se rendirá merecido homenaje a grandes figuras de la danza en el continente. En la gala de ayer fue el momento de hacer un tributo a Mauricio Wainrot, que abrió la función recordando algunos puntos de su carrera con humor y nostalgia.
Luego, abrió el telón el Ballet Solidario de la Fundación Julio Bocca con el Himno Danzar por la Paz, coreografiado en un tono de lyrical jazz por Daniel Payero para conmover con energía adolescente.
El Ballet del Teatro del Bicentenario San Juan, dirigido por Victoria Balanza, presentó Momento, de Diego Poblete, con el acertado diseño de luces de Esteban La Huerta.
A continuación tres integrantes del Ballet Contemporáneo de la Provincia Tucumán hicieron un fragmento de la citada obra de Stekelman, donde se lució especialmente Ana Andole, como Coppelia. Y la compañía independiente de Romina Simone continuó en el tono de danza contemporánea nacional, en su cruce nuevamente con el lyrical.
La nueva Compañía Danza Argentina, que estos días estará estrenando material para el público porteño en el teatro Avenida, demostró los atributos de una escoba nueva que barre bien, intensidad y carácter, en una obra de Guido De Benedetti (Concierto en H), sobre música de Edvard Grieg. Y el cierre de la primera parte del espectáculo en la sala Martín Coronado estuvo a cargo del Ballet Folklórico Nacional que tendió un puente entre el Himno a Cosquín con la Bandera de la Paz. Una vez más, el vestuario, la potencia y la alegría que contagia este elenco renovaron las ganas de seguir disfrutando de la noche.Todo lo contrario sucedió con la participación del Ballet del Teatro Argentino de La Plata, triste e impreciso, seguramente a causa de tantos meses sin funciones.
Con los ecos de su emotiva despedida sobre el escenario del Teatro Colón aún resonando, Karina Olmedo y Nahuel Prozzi mostraron una vez más esa química y precisión de que son capaces, envueltos en la suavidad de los Cuentos de Chopin, obra creada por Iñaki Urlezaga , que también se sumó a Danzar por la Paz en el marco de su retiro de los escenarios. Y se anunció la despedida de su partenaire, la bailarina Gabriela Alberti. Los dos hicieron un pas de deux de Romeo y Julieta coreografiado por el bailarín y a la medida de sus emociones.
El cierre de la noche estuvo a cargo de los dueños de casa: el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín desplegó todos sus recursos en el IV movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven, de Mauricio Wainrot. Más allá del regocijo que promueve la potencia del Himno a la Alegría, fue inevitable disfrutar de la ceremonia de cierre de otro artista: entre los 25 intérpretes en escena se destacaba especialmente el cuerpo emocionado de Alexis Mirenda, solista de la compañía que también encontró en el Danzar por la Paz un espacio amable para su despedida.
El objetivo de esta gala solidaria, además de destinar la recaudación a Unicef Argentina, es también dar difusión a los programas del organismo. Así, en una pantalla, se compartió un proyecto para la construcción de infancias sin estereotipos de género. Hilando fino, el repertorio presentado por las compañías podría haberse trabajado para que además de donar esfuerzo, tiempo y arte también aportase a la deconstrucción de los estereotipos de género en la danza. Las próximas ediciones podrían marcar la diferencia, con un ejercicio curatorial de las obras en ese sentido.
Lo que sí está garantizado es la inclusión con la presencia de compañías de ballet de otras provincias. Y eso fortalece notablemente la idea de que promover el federalismo y la convivencia con el otro, que también construye la paz.
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