Mourad Merzouki: “Quiero mostrar las posibilidades del arte para inventar un diálogo que una distintas estéticas”
Con “Folia”, espectáculo que cruza el hip hop con múltiples lenguajes, el Ballet Contemporáneo vuelve a la sala Martín Coronado; del barroco a la electrónica, el coreógrafo francés hace una apuesta por fusionar lo que pareciera incompatible
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Luego de una serie de reformulaciones y a un año del estreno de Boquitas pintadas, el trabajo de Oscar Araiz y Renata Schussheim, el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín vuelve al gran escenario de la sala Martín Coronado, su ámbito natural por excelencia. Lo hará con una obra fuertemente influenciada por el hip hop, una rareza en la programación. De hecho, la última experiencia que hace referencia a este movimiento nacido en Estados Unidos a finales de los ´60 fue cuando el coreógrafo brasileño Bruno Beltrão hizo una única función de H3 hace ya once años. Quien desde el jueves asume el desafío de mezclar al hip hop con otras resonancias musicales y coreográficas es el artista francés Mourad Merzouki. Será con Folia, pieza en la que los bailarines del elenco dirigido por Andrea Chinetti y Diego Poblete compartirán escena con la soprano Graciela Oddone y cinco músicos del ensamble que conduce Jorge Lavista. A la propuesta, que ya fue vista por públicos muy diferentes, la presentan de este modo: “Tomamos una tarantela, sampleamos partituras barrocas para reutilizarlas en loop, le añadimos música electrónica, fusionamos todo, y bailamos. Lo importante es que los mundos se enfrenten, se alteren, choquen. Lo importante es que los mundos hablen entre sí”.
En el orden de las rarezas hay, por lo pronto, otra más: para el bailarín y coreógrafo, creador de la Compañía Käfig (que significa “jaula” tanto en árabe como alemán), esta es su primera visita a Buenos Aires, pero no así a la Argentina. “Suena raro, es cierto. Es como ir a Francia sin pasar por París”, traza el paralelo admitiendo la excepción a la regla. La razón de esta particularidad es que, en 2018, Mourad Merzouki llegó a San Juan desde Chile. En la ciudad capital sanjuanina presentó en el Teatro del Bicentenario (“un gran teatro, hermosa sala”) la obra Pixel, en la que fusiona el hip hop y los ritmos urbanos con videos proyectados en una gran pantalla generando potentes efectos visuales.
Al momento de esta entrevista, había pasado solo un día del primer encuentro con el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. “Salió todo muy bien. Sentí que están muy felices y, al mismo tiempo, un poco preocupados porque no hay tanto tiempo de ensayo. Además la obra tiene un vocabulario que no es el de ellos, lo cual implica un gran desafío”, apunta en hall de la Martín Coronado este creador, cuyos trabajos permanentemente se presentan en diversos escenarios del mundo. Lo que más me interesa es que salgan de su zona de confort para que se apropien, por ejemplo, del hip hop. Es una manera de hacer crecer nuestras disciplinas tanto en mi trabajo como en el de ellos, a la espera de que el público descubra un nuevo enfoque de la danza”.
—¿Montar Folia en tan poco tiempo y con este cuerpo de baile es también para vos de salir de tu zona de confort?
— Sí, claro, es también un desafío para mí. En la compañía hay grandes bailarines con técnicas que no son las mías. Mi propio desafío es, a partir de sus cuerpos, sus gestos, sus energías, incorporar todo eso a la estructura de la obra y a mi propia sensibilidad.
—¿Cómo nace esta obra de cruces musicales ejecutados en vivo y secuencias coreográficas diversas?
—Hace 30 años que trabajo en los cruces entre disciplinas. De adolescente mi sueño fue hacer que el hip hop callejero evolucionara para llevarlo a un gran escenario. Para lograr eso tuve que cuestionar a esa danza, moverla de sus lugares originales, asumir riesgos. En todos mis espectáculos de estas tres décadas siempre mezclé la música clásica con el hip hop, la nuevas tecnologías con el circo y con el deporte. En Folia el desafío fue confrontar al hip hop con la música barroca, con una cantante y músicos en vivo en el escenario, mientras los bailarines pasan del hip hop a movimientos del ballet clásico o realizan giros propios de los derviches [baile oriental]. Lo que quiero es mostrar las posibilidades del arte para inventar un diálogo, generar algo en común para llegar a un resultado que una distintas estéticas y generaciones apelando a una danza muy física, de confrontación. Esta propuesta la estrené antes del Covid. Es un período en el que el mundo va muy rápido, muchos apostamos a generar espectáculos que vuelven a lo esencial, a la poesía del cuerpo en movimiento. Tuve la necesidad de apuntar a eso.
—Supongo que hiphoperos de calle vieron Folia. ¿Qué pasó con ellos?
—Buen punto. Hace 30 años ellos no entendían mi propuesta. Actualmente, en todo el mundo y también en Francia, es interesante observar que el hip hop es conocido en las calles por sus batallas. Pero hay que recordar que el breakdance debutará en los próximos Juegos Olímpicos y, en paralelo, desde hace un tiempo hay un reconocimiento de esta danza urbanas en los grandes escenarios. Hay gente que piensa que el hip hop es arte y otros que es deporte. Yo creo que también es un fenómeno social. Por eso sigue existiendo aunque hayan pasado 40 o 50 años de sus inicios porque esta expresión ha sabido sobrevivir y evolucionar en el plano artístico. La energía de ese acto espontáneo, generoso y demostrativo que es el hip hop callejero debe adquirir otras formas poéticas al pasar a un escenario en medio de una gran puesta en escena. Viene teniendo muy buena recepción.
—El último espectáculo de hip hop en este teatro fue el del brasileño Bruno Beltrão, en 2012. ¿Sucede lo mismo en las grandes salas francesas?
—En los teatros de mi país hay un auténtico interés de recibir espectáculos de este tipo, por dos motivos: los coreógrafos de hip hop cada año logran ir sorprendiendo a un público que siempre responde; la segunda razón es porque programar hip hop en los teatros es una manera de incentivar a cierto espectador esquivo a ir a estos grandes escenarios. El hip hop nació en los barrios populares y los habitantes de esos barrios suelen creer que esos teatros tienen entradas muy caras y que programan obras que no son para ellos. Al programar un espectáculo de danza urbana se demuestra un interés por esa cultura. Yo mismo crecí en un barrio popular y para mí es importante continuar con este tipo de propuestas porque es una manera de compartir la danza y la cultura con todos.
—Adelantó que Folia en la Martín Coronado tendrá elementos locales, ¿a qué se refiere?
—En verdad, lo que quise decir es que Folia va ser interpretada por bailarines argentinos y tendrá entonces la impronta de esos cuerpos. No tenemos suficiente tiempo para sumar una impronta local, cosa que hubiera sido muy interesante.
El hip hop que habita desde joven
Hijo de argelinos, Mourad Merzouki nació en 1973, en Lyon. A los 7 años su padre lo inscribió en una escuela de boxeo y artes marciales. En esa misma escuela podía hacer circo. Como buen chico inquieto, no se lo perdió. Así, de la mano de las artes circenses llegó al hip hop en los ´80. No le dio vértigo el salto: en el circo él era acróbata y miraba la danza urbana en la tele como algo sumamente acrobático.
Merzouki, cuenta él mismo, no pasó por el conservatorio ni por esas cuestiones formales. Lo suyo fue en la calle, en las escuelas de su barrio. A partir de ese momento, comenzó a trabajar en su propia creación coreográfica. Junto a otros tres creadores formó en 1989 la compañía de danza Accrorap y en 1996 fundó su propio grupo llamado Käfig, cuya marca siempre fue la mixtura de estilos. Entre 2009 y 2022, dirigió el Centre Chorégraphique National de Créteil et du Val-de-Marne. Mientras presentaba nuevas obras, desplegó actividades programáticas que se proponían brindar apoyo a grupos independientes y compañías emergentes, y potenciar la formación y sensibilización sobre la danza hip-hop mediante encuentros y acciones originales que facilitaran el acceso al arte coreográfico. El año pasado reinstaló la Compañía Käfig en el Este de Lyon (Bron y Saint Priest), allí donde dio sus primeros pasos en el hip hop de joven.
A poco de cumplir cincuenta, mientras prepara la puesta de Folia en el San Martín, tiene en mente otros proyectos. Por lo pronto, lo convocaron para hacer un espectáculo para la selección francesa de nado sincronizado que participará de los Juegos Olímpicos que irá acompañado de un video de tres minutos para compartir en las redes con el que objetivo de que el público lo aprenda y esa secuencia de movimiento se pueda representar en los estadios. La música tendrá un guiño argentino ya que estará a cargo de los integrantes de Gotan Project, amigos de Merzouki. Y a mediados del año próximo estrenará otro espectáculo para dieciséis bailarines basado en el cuerpo que envejece.
—¿Es complejo vivir del hip hop en Francia?
—En mi país existe una categoría llamada los “intermitentes del espectáculo” que permite a los artistas y técnicos que puedan convertir lo que hacen en una profesión. En relación con el resto de los países, Francia tiene una atención especial para los artistas.
—De todos modos, los regidos por ese régimen han sufrido conflictos que generaron importantes medidas de fuerza.
—Es cierto. En los últimos años con la inflación, el Covid y las crisis geopolíticas el sistema se fragilizó mucho y hay artistas que tuvieron dejar la actividad como parte de una realidad que afecta a todo el mundo. Pese a todo en Francia hay una preocupación sobre estos problemas y el lugar de la cultura en la sociedad. Me queda claro que un combate diario.
Para agendar
Folia, de Mourad Merzouki, por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. En el Teatro San Martín, Corrientes 1530, de jueves a domingos, a las 20 (hasta el domingo 18 de junio). Entradas desde $2.200.
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