Los bailarines del Teatro Colón piden un lugar en la agenda de gobierno
En un comunicado publicado en sus redes sociales, buscan aclarar su situación tras la visibilidad que adquirió con la salida de Paloma Herrera y piden resolver el problema de su jubilación, que “estanca el engranaje del que dependen las nuevas generaciones”
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El Ballet Estable del Teatro Colón publicó esta tarde un comunicado, que se puede leer completo en sus redes sociales, en el que los bailarines manifiestan de manera consensuada la “necesidad de aclarar las afirmaciones parciales y/o tergiversadas que han sido difundidas” en los últimas días. El texto no menciona a Paloma Herrera, directora saliente de la compañía de danza, pero justamente lo que intenta explicar son algunas problemáticas estructurales que atraviesan al organismo. Herrera manifestó en varias ocasiones desde su carta de renuncia del 31 enero que “de cien bailarines trabajan cincuenta”, y dio detalles sobre el funcionamiento del plantel (horas de trabajo, jubilación) que se difundieron en todo tipo de medios de comunicación.
La nota compara al Ballet Estable –una compañía de tradición, que en 2025 cumplirá cien años– con los grandes teatros líricos de Europa, como la Scala de Milán, la Ópera de París o el Bolshoi de Moscú. Y precisa: “Pertenece a una institución pública, orgullo nacional, de prestigio y renombre internacional, como lo es el Teatro Colón. Somos los Cuerpos Estables artísticos y escenotécnicos quienes conformamos la columna vertebral de tan majestuosa obra edilicia”.
Más adelante, recuerda la preparación, disciplina y sacrificio que requiere desde niño un bailarín clásico para poder incorporarse a una elenco de estas características. “El mérito que nos eleva y honra con el anhelado lugar de bailarín de fila del Ballet Estable del Teatro Colón, redunda en el honor de ser un ‘empleado público’ al que pocos accedemos”, señala sobre uno de los temas sensibles de la discusión instalada tras la salida de Herrera. Y enseguida va a uno de los asuntos centrales: “Nuestro instrumento y medio de expresión es el cuerpo; el mismo que la propia temporalidad nos indica cuándo ya no es posible continuar ejerciendo el arte de bailar, en un escenario de altísimo nivel profesional como lo es el de nuestro primer coliseo (...). Por esta razón es que los bailarines necesitamos que las autoridades gubernamentales y directivos del Teatro Colón, y de quienes dependa el caso, nos pongan en agenda y hablemos sobre la ley de jubilación especial”.
Ese pasaje se refiere a la normativa conocida como 20/40, que permite a un bailarín retirarse a los cuarenta años si ya cumplió veinte en actividad, y que rige en algunas compañías oficiales del interior del país, pero no en la ciudad de Buenos Aires desde mediados de los ‘90. La problemática está por cumplir 30 años y no solo impide que se retiren los artistas cuando ya no pueden cumplir su tarea sino que –como la nota indica y señalaba la directora saliente– produce un “estancamiento del engranaje del que dependen las nuevas generaciones”.
Sobre el final, aprovecha para recibir al nuevo director, Mario Galizzi, y convocar al público al estreno de Giselle el 5 de abril, apertura de la temporada 2022.
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