Las bailarinas no hablan: una propuesta que se encierra en su propio lenguaje
Las bailarinas no hablan / Intérpretes: Amalia Pérez Alzueta, Luciana Barrirero, Silvia Grun, Antonio Luppi, Virginia Licitra, Roberto Zarza, Magdalena Cortez, Angelina Casco Guiñazú, Noelia Díaz, Celeste Díaz, Patricio Di Stabile y Pedro Soriano / Músicos: Ezequiel Finger, Bárbara Togander y Diego Voloschin / Composición musical: Diego Voloschin / Dirección de video: Sebastián Schor / Vestuario: Victoria Nana / Iluminación: Adrián Grimozi / Dirección escénica: Florencia Werchowsky / Sala: CETC / Funciones: hoy, a las 11; el 1° y 6 de junio, a las 20 / Nuestra opinión: regular
El libro Las bailarinas no hablan, escrito por la exbailarina y actual escritora y periodista Florencia Werchowsky, va por su tercera edición luego de cosechar excelentes críticas. El martes ella misma estrenó la versión escénica de este trabajo, que se presenta en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC), la misma institución en la que se formó como bailarina clásica en el Instituto Superior de Arte. Luego de compartir escenario con grandes nombres de la danza, es su primera experiencia como directora.
En escena pone a un elenco definido por lo heterogéneo, por la diferencia de matices, por una paleta de una rica diversidad. Comparten la escena desde una maestra de baile de edad avanzada hasta una bailarina de once años, proyectos de príncipes y cisnes en pleno estado de formación junto con bailarines del cuerpo estable consagrados. Ese mapa de lo diverso se transforma en uno de los puntos más salientes de esta propuesta.
En contraposición a ese variado e inquietante mapa, y más allá de algunas escenas puntuales matizadas por ironías cargadas de contrapuntos y de lo lúdico de ver a esos artistas en otro registro, Las bailarinas no hablan se repliega en el estricto lenguaje del ballet clásico, en sus propios códigos, en una métrica cerrada. En la totalidad, queda la sensación de que esta versión escénica está dirigida a un público cautivo, conocedor del lenguaje, de sus palabras claves, de su mañas.
Apelando a un puesta en la que prevalecen los continuos desplazamientos y a un dejo de registro biodramático, como en especies de viñetas se suceden microescenas en las que sobrevuelan cuestiones vinculadas con el sacrificio familiar que hay detrás de esta estricta formación, los reclamos de los bailarines como trabajadores, el fantasma de las lesiones, el esfuerzo del entrenamiento y las postergaciones e ilusiones de este tipo de artistas. Pero, en verdad, a esas capas no se las profundiza, no se las desarrolla. Se las expone en un cuerpo de obra un tanto endeble.
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