La magia de una perfecta simbiosis
Alessandra Ferri y Julio Bocca, juntos
La eximia bailarina italiana Alessandra Ferri volvió a Buenos Aires para, según declaró, despedirse artísticamente de esta ciudad que tantas veces la aplaudió, acompañada por Julio Bocca o Maximiliano Guerra. En las cinco funciones programadas (quedan tres: hoy, pasado mañana y el miércoles) en el Opera, Ferri bailó con Bocca en dos números: "Other Dances" y un pas de deux de "Manon", de Massenet.
En el primero, "Other Dances, con coreografía de Jerome Robbins y música de Frédéric Chopin, se expuso una vez más el lirismo expresivo que pueden demostrar los cuerpos en el arte de la danza. Decir que Ferri y Bocca se complementan en una simbiosis perfecta y configuran una cosmogonía estética es reiterar lo que ya se ha dicho. Son dos grandes artistas. Y lo ratificaron en este ballet que incorporó con acierto el piano en escena, como un personaje más. Es Alberto Favero el que se sumó para establecer un diálogo entre su instrumento, la melodía visual que emanó de la plasticidad de Ferri y el soporte armónico que representó Bocca con su solidez y prestancia. De esta manera, la música de Chopin adquirió una tridimensión pocas veces vista: dramática, sonora y visual, enriquecida con la iluminación de Jennifer Tipton.
En "Manon", con coreografía de Kenneth MacMillan, volvió a percibirse una química similar entre los artistas. Con una escenografía que reproducía un dormitorio, las pasiones se conjugaron certeramente mientras una atmósfera sombría anticipó el desenlace que se presume en toda pieza romántica.
Los recursos de los bailarines escapan a todo tipo de análisis. Lo que se vio es una conjugación de pasión artística y talento creativo al servicio de la interpretación, con una comunicación sensorial que movilizó la euforia de los espectadores y justificó los aplausos y las ovaciones que la pareja recibió la noche del estreno.
El tercer número de la primera parte fue "Angeles sin alas", con coreografía de Attila Eherhazi y música de Oswald, Treisner, Cage, Reich y Bach, a cargo de la compañía Ballet Argentino. Una imagen proyectada sobre el telón de fondo registró rostros infantiles, cargados con el peso de una dramaticidad adulta. Son las víctimas de las decisiones que imponen los gobiernos. Dice la coreógrafa en el programa: "Las raíces de cada uno provienen de la niñez. Para mí fue muy importante. Yo quise hacer un ballet acerca de la niñez y de cómo perdemos el sentimiento de lo que ella puede darnos. Y al mismo tiempo me preocupa qué pasa en la vida de los que no pueden tenerla: los niños de la calle".
Nada mejor para expresar esta inquietud que el cuerpo de baile que, a partir de su juventud, reflejó con nitidez este drama. Más allá de sus méritos artísticos, lo que sobresalió es su integración y la relación que se estableció entre los bailarines para lograr una propuesta homogénea.
Más cerca del teatro
Cerró el programa "El hombre de la corbata roja", una propuesta que acercó como nunca la danza al teatro, para instalar el campo de los significados en el propio cuerpo de los artistas. Es "teatro de cuerpos" porque la historia -una suerte de "Fausto" elaborada por Elio Marchi y Natalia Kohen, tomando como base las pinturas de Antonio Segui- está contada en forma dramática, con una estructura teatral donde el diálogo se crea a través de los gestos, las miradas, el contacto corporal.
El gran artífice de este espectáculo es Lino Patalano, que, como productor, convoca a grandes talentos que le garantizan la excelencia de la propuesta. Ellos son: Lito Vitale, compositor, con una partitura que tiene mucho de operística; Ana María Stekelman, a cargo de la coreografía, una pintora de cuerpos por el grado de plasticidad y elocuencia que alcanza; Tito Egurza, en la escenografía, cómodo en las arquitecturas virtuales que consigue con proyecciones muy elocuentes; Renata Schussheim, diseñadora de vestuario, gran artífice de una hechura estética impecable; Roberto Traferri, con la iluminación, es el artesano de los climas dramáticos. Finalmente, el elenco: Jean François Casanovas (impecable en su participación), Cecilia Figaredo (cada vez más consustanciada con Bocca), Hernán Piquín y Julio Bocca.
Más no se puede pedir y el resultado quedó a la vista.