Iris Scaccheri: lo salvaje, la vanguardia, el mito y su silencio
A partir del estreno de EIR, de Marina Sarmiento, Marilú Marini y Cristina Banegas recuerdan los pasos de esta creadora única
La bailarina y coreógrafa Iris Scaccheri nació en 1949, en la ciudad de La Plata. Del Teatro Argentino saltó al Instituto Di Tella. Del Di Tella, al mundo. Fue tapa de revistas, fue amada, cuestionada, ovacionada. Ella sola era capaz de llenar el Teatro Colón. Su larga cabellera roja, sus largos vestidos, su mirada extraviada, su desestabilizador equilibrio convirtieron a esta discípula de Dore Hoyer en un ícono. Un ícono de la vanguardia. Con el paso del tiempo, Iris fue adquiriendo la imprecisa forma de un mito que se llamó a silencio refugiándose en su departamento del microcentro.
Aunque las nuevas generaciones de bailarines y coreógrafos quizá poco sepan de esta creadora inclasificable, sus ecos siguen vivos. En el marco de este pasado que vuelve y se resignifica, el 28 de este mes la editorial Leviatán presentará el libro Idilios , basado en apuntes de la propia Iris. Y, mañana, la coreógrafa Marina Sarmiento estrenará en el Cultural San Martín EIR , proyecto escénico interpretado por la bailarina Lucía Savloff.
En el Di Tella, ese bolsón de la modernidad misma, Iris ya era una adelantada para su época (y para la actual). La gran Marilú Marini la recuerda así: "Iris es la fuerza de la danza. Como si, de repente, el inconsciente se abriera y por una fisura saliera un vapor del centro de la tierra y te agarrara, te tomara. Iris es esa corriente, es ese aire que llega de lo profundo".
Marilú, una de las protagonistas de la obra 33 variaciones , la conoció hace muchos años. "La primera vez que la vi -recuerda- fue en La Plata bailando Cadena de fuga ; luego, en el Di Tella. En ese momento, ella suscitaba un profundo interrogante porque ya era una artista que estaba fuera de toda clasificación. Había en ella, en su técnica, algo del orden de lo salvaje. Sus saltos como sus equilibrios no parecían estar pautados. Tenía algo místico, pero una mística que se expresaba esencialmente desde lo sensorial. La relación de Iris con su cuerpo no era «correcta», era salvaje. Y eso, doy fe, uno lo sentía. Ella es una parte profunda de la modernidad de toda una época. Es una de esas artistas íntegras que no pertenecen a ninguna tendencia. Es como una explosión personal de la danza."
Rompecabezas
Marina Sarmiento, integrante del grupo KM 29, que montó Los posibles , estrenó EI R el año pasado, en el Tacec de La Plata. Como nunca había visto bailar a Scaccheri, su disparador fueron archivos y relatos. ¿Cómo es retratar a un ausente?; ¿cómo es retratar a alguien que no conozco?, se preguntó varias veces. En esa instancia se topó con el mito, con la obsesión de representar a alguien a quien ella consideraba irrepresentable. Ése fue el punto de partida. "Fue un proceso desde la distancia, hasta ir aproximándome lentamente a su obra, su intensidad y su presencia escénica. Luego de indagar en relatos, material de archivo y videos, me di cuenta de que se trataba de una mujer poderosa, de una imagen, un ícono que rompía con cierta tendencia o repetición en la danza. Ella hizo posible que la danza saliera de su corset y se vinculara con otras artes, contextos y públicos."
Iris fue pintada por Antonio Berni, por Guillermo Roux y por Nicolás García Uriburu. Fue esculpida por Antonio Pujía y fotografiada por Sara Facio y Susana Thénon. Fue figura puente con otros creadores y con otros tiempos. Alguna vez dijo: "Ésta es una época de puente. Algunos esperan, otros repiten cosas. Otros, muy pocos, que saben que nadie se va a enterar, intentan la transición. Desgraciadamente yo soy una de esas personas... siempre es maravilloso ser mediador entre cosas, pero el mediador después queda aparte...".
Uno de los puentes de los que se valió Marina para armar el rompecabezas fue el testimonio de Cristina Banegas. Cristina conoció a Iris viéndola bailar Carmina Burana , en la Martín Coronado del Teatro San Martín; o en Homenaje a Dore Hoyer , en el Colón. No recuerda exactamente. En un momento, Iris dio un seminario en el Cervantes en el que se anotó. Ahí inició una intensa relación que duró años. Iris Scaccheri la dirigió en Eva Perón en la hoguera , sobre textos de Lamborghini; y Salarios de impío , con textos de Gelman. "Era una persona con una mirada, una sensibilidad y una agudeza exquisita. Hacía lo imposible con su cuerpo", dice esta extraordinaria intérprete que en estos momentos está haciendo Son ata de otoño, en el Teatro Picadero.
-¿Qué dejó?
-Una gran incógnita sobre ella misma. Ahora está ahí como si fuera un objeto de culto sin que tenga el reconocimiento que se merece.
Iris, cuentan, vive en el microcentro porteño. Hace años, quizá ya una década, decidió no dejarse ver. Al parecer, quien más la ve es Aurelia Chillemi, alumna suya. En este marco de lo impreciso, es común que se hable de ella tanto en presente como en pasado. La obra de Marina Sarmiento parece hacerse cargo de estos lugares.
Marilú Marini tiene su hipótesis para explicar ese silencio, esa ausencia: "Pienso que si no se deja ver es porque ella tenía tal fuerza en su presencia y en su cuerpo, tenía tanta sed de perfección que no puede soportar mostrarse". EIR se estrenó el año pasado, en La Plata. Su creadora intentó tomar contacto con Iris. Le fue imposible. Un círculo de silencio fue tomando forma a su alrededor.
La noche del estreno apareció un sobrino de Iris. Conmovido, fue a saludar a Marina Sarmiento luego de la función. Es más, le pidió un video de la obra. Ahora, desde hace unos días, lo está llamando insistentemente a su casa para invitarlo a estas nuevas cuatro funciones. Nadie le contesta. El círculo de nuevo. El silencio. El mito.
- EIR
Con Lucía Savloff
Cultural San Martin, Sarmiento y Paraná.
Funciones. Mañana, viernes y sábado, a las 21; y el domingo, a las 19.