FIBA: Tim Robbins decepcionó con una obra a favor de los refugiados
Anoche, en medio de una ventosa jornada, comenzó la décimo segunda edición del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), el que muchos se refieren como el festival de las artes escénicas de la ciudad. Fue en el auditorio del anfiteatro de Parque Centenario con la obra The New Colossus, del norteamericano Tim Robbins (el único nombre de renombre internacional que participa de este encuentro que culminará el 3 de febrero). En off, integrantes de la organización de este encuentro dirigido por Federico Irazábal, reconocían que acudieron a todas las artimañas imaginables para que la lluvia no aguara este encuentro que, de su tradicional ubicación primaveral en el calendario artístico porteño, pasó al verano. Sea por las razones que fueran, no llovió, y muchos respiraron aliviados.
Al pasar al verano, todo parece indicar que el encuentro escénico apostó fuertemente a entender a la ciudad como espacio escenográfico. Por eso, tal vez, la jornada de apertura tuvo lugar en ese espacio abierto y no, como sucedió varias veces, en la sala Martín Coronado, la más importante del Teatro San Martín. A diferencia de otras ediciones, no hubo grandes cartelerías, afiches, remeras y todo ese engranaje promocional que ayuda a instalar en la vida cotidiana de una ciudad como Buenos Aires al que dice ser su festival. Tan austero fue que muchos de los espectadores no contaron con sus programas de mano o el catálogo del FIBA.
Para una propuesta basada en texto y con varios momentos intimistas como la que trajo el actor, ganador de un Oscar por su papel en Río místico, el entorno del anfiteatro –con la natural dispersión que genera un espacio abierto– no parecería ser la decisión más acertada. Más allá de ese aspecto, ligado al criterio de programación, tampoco se abrió el festival con una puesta de gran porte desde el punto de vista de producción, que marque diferencias con la escena local a gran escala (dentro del panorama de la oferta pública o privada).
De inobjetable valor testimonial y a cargo de un grupo de actores de notable solidez, lo que propuso el director, que hace unos años presentó en esta ciudad una notable versión de 1984, de George Orwell, es un relato cronológico lineal, con desplazamientos corales reiterativos y escasos matices que podrían enriquecer la acción dramático. En el mismo FIBA hay programadas dos obras testimoniales locales como Acróstico, de Diego Rosental, e Imprenteros, de Lorena Vega, que dan cuenta de las potentes e inquietantes posibilidades que tiene este lenguaje. Pero esa diversidad de pliegues –desde el humor más duro hasta la confesional en estado más primitivo– no aparecen en esta obra que peca, al final, de cierta visión romántica.
Anoche, luego de aplauso final, en escena apareció el mismísimo Robbins, quien micrófono en mano fue preguntando a la platea sobre los lugares de procedencia de los espectadores, los de nuestros padres y nuestros abuelos, para llegar a la conclusión de que venimos de otros lares.
En otro lugar del Parque Centenario, para aquellos que tenían la pulsera indicada (claro está), llegó el momento del cóctel. Parte de la tradición de este festival público creado en 1997 que, cada dos años, intenta, con mejores o peores resultados, convertirse en faro de la actividad escénica en una ciudad como Buenos Aires, en la que la actividad teatral es uno de los signos de identidad más potente.
Dato a tener en cuenta: The New Colossus se presentó solamente anoche, pero el FIBA recién comienza. Hoy y mañana, el eje se trasladará al barrio del Abasto y se desparramará por salas alternativas de la ciudad donde se presentan varias obras locales para un festival internacional que tiene mucho de festival de verano. No está mal entrar a la página del FIBA y ver cómo sumarse.
The New Colossus
Dirección y dramaturgia: Tim Robbins. Intérpretes: Pierre Adeli, Onur Alpsen, Quonta Beasley, Kayla Blake, Kathryn Cecelia Carner, Jeanette Rothschild Horn, Dora Kiss, Stephanie Lee, Mary Eileen O’Donnell, Mashka Wolfe, Paulette Zubata. Stage Manager: Danielle Powell. Asistencia: Luis Quintana. Diseño de proyecciones: Cihan Sahin. Diseño de luces: Bosco Flanagan. Dirección musical: David Robbins. Música en vivo: David Robbins, Mikala Schmitz. Tour manager: Gratiela Brancusi. Producción: The Actors’ Gang Theater. Duración: 90’. Nuestra opinión: Regular.
The new colossus, la puesta del norteamericano Tim Robbins que anteanoche abrió la nueva edición de FIBA, se basa en relatos biodramáticos entrecruzados ligados a la idea de la inmigración. La propuesta tiene varios momentos intimistas que el entorno del anfiteatro del Parque Centenario, en donde hizo la única función, no le jugó a favor. El espectáculo trabaja la línea de teatro documental, de actores devenidos en testigos de una historia que la hacen propia. Un tipo de lenguaje escénico que aquí, y con la diversidad de propuestas que vienen presentando creadoras como Vivi Tellas y Lola Arias, el público cautivo del festival conoce desde hace tiempo. Desde esa óptica, Robbins, en su papel de director y codramaturgo junto a los integrantes de su grupo The Actors' Gang, no propone nada que aquí no conozcamos. Su relato escénico, basado en el testimonio de onces actores nacidos en distintas partes del mundo hace eje en la inmigración, en la idea del refugiado, en la pérdida forzada del lugar de origen sea por motivos religiosos, políticos, económicos y/o de violencia civil en los territorios de nacimiento.
De inobjetable valor testimonial, lo obra termina siendo un relato cronológico lineal, con desplazamientos corales reiterativos, una propuesta escenotécnica que no varía y con escasos matices dramatúrgicos. También peca de cierta visión romántica sobre esa problemática apostando a cierto final feliz en el que entra en juego la platea en un decidido tono didáctico de escasa contemporaneidad. Luego del aplauso final apareció el mismísimo señor Robbins. Micrófono en mano fue preguntando a la platea sobre los lugares de procedencia para llegar a la conclusión de que somos inmigrantes.Tratándose del FIBA y de su apertura, The new colossus aporta poco al nivel escénico porteño.
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