En puntas de pie ellos también se asoman al humor
Más allá del grotesco, el repertorio abordado con gracia y una galería de personajes prototípicos, cada vez es más frecuente en estudios y compañías que los varones se calcen “las puntas”
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La historia de los bailarines profesionales masculinos sobre las zapatillas de punta no tiene dos siglos, pero tampoco es un invento de hace diez minutos. El británico Frederick Ashton coreografió roles para varones en puntas en La Cenicienta, en 1948, y luego también o hizo para Sueño de una noche de verano, en 1964. Esos y otros papeles creados posteriormente se basaban en el grotesco y la fealdad de, por ejemplo, una hermanastra torpe. O en la fiereza y violencia contenida de alguna bruja.
Lo que es poco habitual en la técnica casi bicentenaria creada por Filippo Taglioni es el diseño de obras neoclásicas, sin argumento ni excusas actorales, que no cuestionen el uso de esas zapatillas como cualquier otra pieza de vestuario para cualquier género de intérprete. Como si solamente las pudieran calzar las mujeres. Como si subirse a ellas implicara, sí o sí, transitar una parodia.
Un bailarín que habita en sus zapatillas de raso sin cuestionarse es el bailarín principal del American Ballet James Whiteside y así de relajado se lo puede ver en sus redes sociales.
Claro que Whiteside no está solo en el planeta. Poco a poco se va notando que entrenarse en la técnica de puntas es una posibilidad para todos y todas. Y es por eso que las compañías de ballet drag van obteniendo una cantera de intérpretes mucho mejor entrenados que los que se formaban en secreto.
Breve historia del ballet drag en el mundo
Suele pensarse que la compañía pionera de este género es Les Ballets Trockadero de Monte Carlo, que se presentó por primera vez en el Off-Off Broadway en 1974. Pero sus miembros fundadores venían de la Ridiculous Theatre Company de Charles Ludlam, un grupo de teatro de parodias de la década de 1960. Varios de ellos pasaron al spin off de éste, Trockadero Gloxinia Ballet Company, fundado en 1972.
La fórmula de Les Trocks como se les conoce cariñosamente, incluye montajes de grandes clásicos del ballet académico en tono de grotesco y la construcción de alter egos de sus intérpretes que pasan a llamarse Nina Immobilashvili o Irina Kolesterolikova.
Las giras internacionales, la fama y la alta rotación de sus intérpretes en estos 48 años ha generado que sus exintegrantes se arriesgaran a la creación de nuevas compañías en Nueva York y en otros países. Como es el caso de Víctor Treviño, que creó en 1996 Les Ballets Grandiva en Nueva York y desde 2021 Males on Pointe en México, continuando con la dirección artística en ambas.
Errores coreográficamente calculados
Cuando el ballet clásico se arrima al humor suele necesitar de un público habitué de ballet que pueda reírse de los errores creados coreográficamente y de la ruptura de convenciones. Se trata de un ballet que se ríe del ballet. Y por eso de alguna manera se vuelve un consumo para balletómanos.
Ballet con Humor es la compañía nacional que suma todos estos elementos y este mes está celebrando dos décadas y un lustro con funciones en el Teatro Regina -la última, el próximo domingo-. Antes de cada ensayo hacen concienzudamente una clase de calentamiento, porque la exigencia técnica de bailar en puntas se vuelve mayor, dada la diferencia en los centros de gravedad, la altura de los bailarines, el ancho de sus espaldas y el tamaño de sus pies. “Yo al principio buscaba el número más grande que había, les cortaba el talón y hacía injertos de tela, porque era imposible comprar zapatillas talle 43 –recuerda Ángel Gómez–, pero ahora se consiguen fabricantes que las hacen a medida. Y como cada vez es más común que las usen varones, pronto se van a conseguir en cualquier lado”.
Los orígenes de Ballet con Humor se remontan al Teatro Argentino de La Plata, donde alguien grabó sin permiso las correcciones en los ensayos conducidos por Esmeralda Agoglia. Las críticas y el lenguaje directo de la maestra se volvieron la banda de sonido de una coreografía presentada en aquel teatro. Y luego se volvieron un clásico de Ballet con Humor.
La compañía, con dirección de Adrián Dellabora, incorporó recientemente una nueva camada de bailarines que se han ido sumando al repertorio progresivamente. “Les estamos pasando la antorcha a los más jóvenes, pero no estamos pensando en retirarnos del escenario –anuncia Dellabora, que sigue encarnando roles a sus 64 años–. Nuestro repertorio no tiene solamente ballet clásico. Hay danza moderna y contemporánea, neoclásica, folklore, jazz y tango. Eso nos da un abanico de posibilidades para integrarnos de distintas maneras”.
Las primeras experiencias sobre las zapatillas de punta fueron guiadas amorosamente por las compañeras del Ballet Estable del Teatro Argentino. Y nunca más se bajaron de allí. Ni se sintieron excluidos de la comunidad de la danza. “Discriminación de ningún tipo. Al contrario, tuvimos un recibimiento hermoso con el público infantil. Una sorpresa enorme”, afirma Dellabora.
Como en otras compañías de ballet drag, el humor se basa en la parodia de los grandes clásicos como el Pas de Quatre de El Lago de los cisnes o el pas de deux de Don Quijote. Sentidos cruzados, acentos mal puestos, riesgos mortales en una levantada y otros chistes de comedia física. “Nuestro humor es muy inocente. Una sola vez hicimos un gesto más subido de tono, pero estábamos en el Maipo Cabaret”, recuerda Dellabora.
Además de la voz de Agoglia corrigiendo impiadosamente, también se podrán escuchar los pensamientos de Perica Delongo –la bailarina encarnada por Daniel Longo– cuando siente su vida en riesgo al ponerse en manos de un partenaire inexperto. “No hace falta saber mucho de ballet para reírse –sostiene Dellabora-, pero obviamente que la gente que sabe de ballet se ríe el doble, porque hay muchas sutilezas que tienen que ver con las obras que parodiamos. Es para todos los públicos”.
Para agendar
Dos décadas y un lustro, por Ballet con humor-Compañía cómica. Domingos 13 de noviembre, a las 20.30, en el Teatro REGINA, Avenida Santa Fe 1235. Entradas desde $1500
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