En busca de la simbiosis tímbrica
Concierto de música de cámara: dúo cello y piano/ Intérpretes: José Araujo (cello) y Fernanda Morello (piano)/ Obras: Sonata op. 40 de Dmitri Shostakovich y Sonata op. 36 de Edvard Grieg/ En la Usina del Arte.
Nuestra opinión: muy bueno
Mientras el calor se abatía sin piedad en las primeras horas de la tarde porteña, un reducto de buena música en La Boca ofrecía el mejor de los remansos: el piano de Fernanda Morello y el cello de José Araujo, reunidos, en su último concierto de la temporada, para dar vida a dos composiciones plenas de intensidad.
Ya desde su presentación como dúo, los intérpretes destacan su predilección por el repertorio ruso, y así lo pusieron de manifiesto con la sólida y expresiva ejecución de la Sonata O p. 40, de Shostakovich. Atraídos por la espontaneidad y la energía de la personalidad rusa -una personalidad musical fuerte y directa-, ambos músicos encuentran en esa expresión frontal, por momentos rústica o violenta, un vasto campo de afinidades. "Esta música tiene características que resuenan en nosotros -explicó en una ocasión Araujo respecto del gusto que comparten por el sentir ruso-. Ciertos tipos de toque, una determinada articulación del sonido, asperezas y sobresaltos son algunos de los elementos que, a pesar de resultar irritantes estéticamente, constituyen rasgos de un lenguaje sincero y apasionado." Al abordar su formación de cámara como una experiencia en busca de la simbiosis tímbrica (invirtiendo los roles, esto es: tratando de asemejar desde el piano la cuerda frotada del instrumento de arco, con la ilusión de un contacto directo con la cuerda sin la intermediación de la tecla, y, desde el cello, asemejar la cuerda percutida del instrumento de teclado), el principal recurso del dúo consiste en explorar los contrastes y sorpresas de la composición, el colorido y el sabor folklórico de algunas líneas temáticas, y el rico juego de variedades sonoras que expresan el drama, la ironía y el lirismo contenidos en la música de Shostakovich.
Luego de una breve pausa, casi conectando el discurso de ambas composiciones, llegó la Sonata O p. 36, del noruego Grieg, vertida con igual entrega y solvencia. El dúo llegó con su mensaje y logró sostener a lo largo de toda la obra una estrecha comunicación con el público. "Si bien las estéticas son diferentes, sentimos que al presentar estas dos sonatas juntas, se completa un buen contrapunto, ya que hay un humanismo que las acerca desde la oscuridad por la que ambas transitan espiritualmente", según Fernanda Morello. En síntesis, un muy buen concierto como antesala de lo que será el lanzamiento discográfico del dúo constituido en 2008, previsto para el próximo año, con el registro de obras de estos compositores.
Un párrafo aparte merece la sala que, con excepcional acústica y confortable disposición, ofrece un ámbito de cercanía e intimidad ideal para el repertorio de cámara. A esas condiciones naturales, debería sumarse el cumplimiento de la disposición de no ingresar en el recinto durante la ejecución para evitar distracciones que quiebren la concentración del público inmerso en el clima creado por los intérpretes, ya que la razón de ser de la música en vivo es, ante todo, la consagración de ese punto de encuentro.
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