Eleonora Cassano: su debut como conductora, su “matrimonio” con Julio Bocca y ser tapa de Playboy: “Mis decisiones fueron siempre como tirarme a la pileta”
Dueña de una carrera que rompió con todos los estereotipos clásicos, la bailarina se anima ahora a la televisión al frente de un ciclo “Puntas de pie”, que mañana estrena Canal (á): “Para hacer el programa me la pasé estudiando”
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Eleonora Cassano baila desde los ocho años y desde entonces nunca dejó de aprender cosas nuevas. Estudió teatro con Alejandra Boero, bailó en puntas con una bata de cola de diez metros, fue Lady Gaga en un reality. Se congeló en el fin del mundo en el fin de un milenio. Y se retiró del ballet clásico hace casi una década. Ahora regresa a la televisión conduciendo un programa sobre danza. Es un rol nuevo, pero sin pretender ser otra persona.
Este jueves llega a la pantalla de Canal (á) En Puntas de pie, un ciclo en el que Eleonora explora la historia y el movimiento del flamenco, la salsa, la danza contemporánea, el tango y el folklore, entre otras. Allí se la podrá ver conversando con referentes de cada una de las danzas, aprendiendo y dándose lugar para el error, en diez clases de bailes diferentes.
-¿Quién eligió la selección de danzas que iban a tener estos programas?
-La producción. Los primeros dos programas fueron ellos. Pero después me empecé a involucrar para que estuvieran los centros de la danza más importantes: el San Martín, el Ballet Folklórico Nacional, el Teatro Colón. Yo estoy vinculada con todas las danzas, menos con las que tienen ver con las comunidades, griega, ucraniana y armenia que estuvimos grabando. Pero para todos los episodios me preparé. Me la pasé estudiando.
-Siempre te interesó salir de tu zona de confort, este proyecto sigue en esa línea.
-Todas las decisiones fueron de “tirarme a la pileta”. Porque cuando estaba en el momento más importante en mi carrera con Julio Bocca yendo de gira por todo el mundo, tuve la necesidad de ser mamá. Mientras sucedía esto y yo no quedaba embarazada, me puse a estudiar teatro y canto. Y en lugar de quedarme tejiendo escarpines, hicimos La Cassano en el Maipo, que también era tirarse a la pileta. Porque el Maipo es un teatro maravilloso, pero todavía estaba muy asociado a la revista. Y algunos pensaron que me iba a transformar en una vedette. Hice un espectáculo en el que hacía tap, cantaba. ¡Hablaba arriba del escenario! Para mí eso fue maravilloso porque hasta ese momento nunca había abierto la boca.
-¿Hay algo que te haya quedado pendiente?
-No es que lo tenga como un pendiente, pero siento ganas de volver al escenario desde otro lugar. Me gustaría hacer un espectáculo vinculando esto de la vida, de la palabra, de la actuación y el movimiento.
-Decidiste alejarte del clásico en 2012, ¿qué cambió en tu carrera después de bailar en la 9 de Julio?
-Yo no tenía armada mi vida solamente con el ballet, pero llegó un punto en el que me iba alejando. La función de despedida de clásico la hice para no perderme ese cierre. Después seguí con funciones de otras cosas. Me gustó mucho hacer el espectáculo de Flavio Mendoza en donde probé bailar a veinte metros de altura y me encantó. Aunque me decían que estaba loca.
-¿Cómo tomás las decisiones de lo que afecta a tu carrera?
-Soy bastante autónoma, pero charlo todo son Sergio, mi marido, porque me apoyó desde los inicios de mi carrera. Incluso antes de empezar a bailar con Julio Bocca. Él era químico, me acompañó en una gira y ahí empezó a acercarse a la producción. Después se sumó en la producción de las giras que hacíamos con Julio y terminó haciendo espectáculos que ya iban más allá de mis proyectos. Y ahora está como como director de producción del Teatro Maipo.
-¿Y que opinó Sergio cuando en los 90 te propusieron hacer una producción de fotos para la revista Playboy?
-Le pareció bien, porque la propuesta desde el vamos era mostrar cuerpos bailando sin ropa. Y nosotros estábamos en un momento pleno para hacerlo. El que llegó con la propuesta fue Lino Patalano. Era toda la edición para nosotros y decidimos cuáles fotos se entregaban y cuáles no. Y en la sesión fotográfica fue muy cuidada. Sólo estábamos Renata Schussheim, el asistente del fotógrafo, el fotógrafo. Y mi marido, Julio Bocca y yo.
- … estabas con tus dos maridos.
- Sí [risas]. La verdad es que con Julio estuve desnuda en un montón de camarines y nos resultaba natural. Pero estar ante la cámara sin ropa no fue tan fácil. Después nos liberamos y las fotos quedaron bellísimas. Sé que con esas fotos se han hecho pinturas y esculturas. Y una vez una chica en la calle me paró para mostrarme que se había tatuado una de esas fotos en su espalda. Me pareció una locura, pero también un gesto hermoso. Como la gente que me ha dicho que le puso a su hija Eleonora por mí.
"Hay un antes y un después en el ballet gracias a Julio y a mí"
-Además de esos reconocimientos de la gente, ¿te descubriste en algún otro lugar?
-En una enciclopedia. ¡Me sentí una prócer! Pero está bueno porque significa que marcamos algo. Que hay un antes y un después en el ballet gracias a Julio y a mí. Al principio nos criticaron porque sacar el ballet del Teatro Colón parecía un pecado. Después se avivaron y se dieron cuenta que les convenía meterse en la movida. Bienvenidos sean.
-¿Crees que esa aventura hubiese funcionado sin Lino Patalano?
-La clave fue Lino. Él empezó a gestar toda esa apertura y pudimos hacer veinte funciones de ballet en el Luna Park. Es maravilloso ganar esos espacios. Pero hoy veo que hay un hueco, es un espacio que quedó vacío.
-Hablando de espacios vacíos ¿Cómo llevaste la vida cotidiana durante la pandemia?
-Me enfoqué un montón en cocinar, pero no llegué hasta el punto de ponerme a hacer masa madre. Di clases de técnica clásica de manera virtual y reafirmé cuánto me gusta ser maestra. Cuando doy clases tengo la vehemencia de querer transmitir todo. Y cuido mucho a la gente. Hay maestros que plasman en los chicos sus frustraciones. Yo respeto mucho a mis alumnos y hablo claro cada vez que puedo de la bulimia y de la anorexia, porque me parece fundamental. Los adolescentes tienen un cambio hormonal y hay que darles tiempo para que su cuerpo cambie. Si no les generás un desbalanceo que no se arregla más.
-¿Sentís que te privaste muchas cosas por ser bailarina?
-Nunca me privé de nada. Reconozco que es una suerte, pero nunca me tuve que cuidar. Ahora estoy arriba de mi peso habitual y me siento muy distinta. Pero tampoco tengo la necesidad de pesar 43 kilos como cuando bailaba. Ahora entreno en casa. Nunca había tenido barra en casa (con la pandemia todos nos pusimos una), pero mientras bailé dejaba el trabajo en el salón de ensayo o en el escenario. Mi forma de ser es absolutamente relajada. Sólo estoy maquillada porque vine a hacer fotos, pero no ando por la vida producida. A veces me pasa que me dicen: “¡Te parecés a Eleonora Cassano! ¡Ah! ¡¿Sos vos!?”
-Nunca dejaste de trabajar, pero la visibilidad que da la televisión es diferente. ¿Qué pensás sobre tu paso por “Bailando por un sueño” en 2014, mirándolo a la distancia?
-Yo quise hacer el “Bailando” para continuar el trabajo que había hecho junto a Julio de acercar la danza a la gente. Muchísimas personas nos conocía de nombre, pero no tuvo la oportunidad de vernos bailar. Y sentía que participando en el programa podía hacerlo. Además, quería demostrar que se podían bailar todos los ritmos desde un lugar correcto sin necesidad de mostrar lo que no corresponde. Sentí que lo logré.
-¿Te surge algún arrepentimiento al respecto?
-No, no me arrepiento. Creo que ese fue el momento para hacerlo. Yo me divertía, en serio. Porque podía aprender un ritmo nuevo cada semana. porque en un momento me engancharon por el lado emocional. Pero la verdad es que no me afectó mucho. Claro, no volvería a hacerlo ahora. Me conocieron generaciones que nunca me vieron bailar. Mi familia me dice “te hicieron sufrir”, pero el sufrimiento es otra cosa.
-¿Y qué es lo que verdaderamente te hace sufrir?
-Me siento muy triste con la situación en la que está nuestro país. Me da tristeza pensar que los jóvenes se quieren ir. Cuando yo tuve la oportunidad de irme a vivir a otro lugar dije: “No”. Quería que mis hijos se criaran acá con sus costumbres, con sus abuelos. Y hoy mis hijos se quieren ir. Y no solo mis hijos. Si bien lo económico es muy preocupante, una de las cosas que más me afectan a mí como mamá es la inseguridad. Y además me preocupa que haya chicos con hambre en un país tan rico.
-Respecto de la cultura, ¿qué opinás que habría que hacer?
-Si bien se está prestando mucha más atención a la cultura que hace unos años, eso no significa que no haya 800 cosas por hacer. La Ley Nacional de Danza sigue sin aprobarse en el Congreso y eso es una vergüenza. Porque los bailarines estamos absolutamente desprotegidos en todo sentido.
-La jubilación para bailarines también sigue pendiente, ¿cuál es tu situación actual con el Teatro Colón?
-Sigo en la misma situación: me faltan años de aportes y no me puedo jubilar. Y no quiero ir solamente a firmar, pero no voy a renunciar porque es un lugar que yo me lo gané. Tal vez podría regresar como maestra. En un momento me propusieron que me jubilara como ama de casa. Pero no, no lo voy a hacer de esa manera.
"Mi jubilación en el Teatro Colón sigue pendiente. Tal vez podría regresar como maestra. En un momento me propusieron que me jubilara como ama de casa. Pero no, no lo voy a hacer de esa manera."
-¿Aprovechaste la virtualidad para tomar clases?
-No. Y me gustaría. A veces pienso: me gusta cantar, ¿por qué no lo hago? También tengo ganas de estudiar inglés y de volver a las clases de teatro. Estar en casa estos meses de pandemia me permitió relajar la cabeza. Ahora tengo ganas de volver yo sé que si me pongo un mes de trabajo intensivo voy a estar en línea. Sé que a la edad que tengo no es lo mismo porque nada es tan fácil como antes. Pero sé que se puede.
-De todas estas danzas con las que te estuviste conectando por el programa, ¿cuál podría ser el camino para volver al movimiento?
-Siempre la vuelta es por el tango y por la danza contemporánea. La última coreografía que bailé era jazz contemporáneo, algo divino de Anabella Tuliano, que es hermosa como ser humano y como maestra. Yo sé que si me propongo hacer algo así, puedo hacerlo.
-¿Qué va encontrar la gente, cuando vea En puntas de pie?
-No van a ver una Eleonora conductora. Soy una bailarina que juega con distintos tipos de danza y charla con personas que están relacionadas con la danza. Van a ver una Eleonora de verdad.
PARA AGENDAR
En puntas de pie, ciclo de diez episodios con la conducción de Eleonora Cassano. Por Canal (á), los jueves, a las 14.30, 18.30 y 22.30.
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