El desafío de Onieguin
La obra de John Cranko será repuesta a partir de esta noche
A los "chicos" del Ballet del Colón se los ve entusiasmados. Auspiciosa señal en integrantes de un cuerpo artístico que ha sufrido postergaciones y recesos. Es la impresión que transmiten Maricel De Mitri y Alejandro Parente mientras abandonan el escenario después de un ensayo de Onieguin , ballet en el que ambos bailarines tomarán los roles centrales en alternancia con las dos figuras extranjeras invitadas. Será una reposición, a partir de hoy, de la monumental creación de John Cranko, que el público argentino conoció en 1979 por el Ballet de Stuttgart (fundado por el propio coreógrafo); la obra ingresó en el repertorio del Colón en 1994, montada entonces por el repositor Reid Anderson.
Ahora los repositores que vinieron de Stuttgart son la sueca Agnetta Valcu y el rumano Victor Valcu. En los roles centrales (el mundano Eugene Onieguin y la dulce enamorada Tatiana), en las funciones de hoy y el miércoles bailarán dos figuras invitadas de la prestigiosa compañía alemana: Jason Reilly y Alicia Amatrian. El Ballet del Colón, dirigido por Lidia Segni, hará el resto.
"Que no es poco", hace notar Maricel De Mitri, mientras recorremos las "catacumbas" (el subsuelo) del primer coliseo en busca del bufett. "Siempre es mejor un programa con un ballet completo -dice la bailarina-, aunque la responsabilidad sea mayor." "El público mismo pide obras integrales -corrobora su compañero, Alejandro Parente-, y las prefiere antes que a las galas de solos y dúos." "Además -retoma Maricel- esas obras involucran a toda la compañía: todos nos sentimos comprometidos y tenemos consciencia del objetivo de la obra, sobre todo en un ballet como Onieguin , que enfervoriza a los bailarines y al público por igual."
"¡Y a los músicos!", apunta Alejandro, aludiendo a la compleja partitura de Tchaikovsky (que no tiene nada que ver con la ópera homónima), arreglada por Kurt Heinz Stolze y que dirigirá el maestro Javier Logioia Orbe al frente de la Orquesta Estable.
Ambos bailarines, frente al desafío que plantea la genialidad de Cranko en esta pieza, tanto en lo teatral-compositivo como en lo musical-coreográfico, se manifiestan fervorosamente agradecidos con los repositores: "Como pocas veces ocurre -confiesa Alejandro-, nos sorprendió la intensidad con que Victor y Agnetta [Valcu] han integrado aspectos puros de la danza con otros que tienen que estar al servicio de la expresividad; han valorado las facetas de un artista, desde la expresión del cuerpo al vestuario. Todo, en función del drama. Tengo que agradecer en especial a Victor, un maestro, sí, pero además un artista".
Valcu, en efecto, fue un gran intérprete del personaje epónimo en la compañía de Stuttgart, en la que conoció a Cranko; a Parente la condición de "maestro" le impacta en un momento especial para él: después de Onieguin , dejará la Argentina para instalarse en Austria, como maestro de la Escuela de la Opera de Viena.
Caracteres complejos
-Maricel, ¿cómo resolviste la evolución de Tatiana, que pasa de niña ingenua a dama de abolengo?
Maricel De Mitri: -Tatiana joven, en su casa, al ver a Onieguin dice que es la persona que estaba esperando. Es su sueño: el enamoramiento será total. Después se casa con un noble y se transforma. Para componerla, cambié mi actitud, mi manera de pararme. Debía lucir mi ropa como una dama de alta clase. Pero, a pesar de su porte señorial, sigue sintiendo aquel amor-pasión?
-¿Y vos, Alejandro?, ¿qué dificultades tuviste con ese dandi que viene de San Petersburgo con aire displicente?
Alejandro Parente: -Es un personaje complejo. Victor dice que Cranko acentuó rasgos respecto del original, el de la novela de Pushkin. Pero hay "otro" Onieguin: el pas de deux del espejo es el sueño de Tatiana. Eso fue difícil porque es como lo ve ella. Es muy rico en matices: orgulloso y remiso a aceptar cosas. Le molesta el romanticismo de Lensky, porque piensa que cualquiera podría seducir a [su novia] Olga: ella se podría enamorar de otro en cualquier momento. Y Onieguin reta a duelo a Lensky por la necesidad de mantener el honor.
Parente y De Mitri manejan distintos registros de la obra y de los personajes porque en la puesta original de 1994 interpretaron los roles de Lensky y Olga. Ahora, maduros emocionalmente, asumirán los roles centrales en la función del viernes próximo. Pero el ánimo exultante de los bailarines, con una fe renovada en la compañía, va más allá de la reposición de Onieguin y se proyecta a la reconquistada continuidad de trabajo de la compañía: "Después, en octubre, seguimos con Mano n y cerramos con El Corsario -anuncia Maricel-. Será una temporada del Ballet del Colón para recordar".
PARA AGENDAR
Onieguin : la obra de Tchaikovski, por el Ballet Estable del Teatro Colón y la Orquesta Estable. Teatro Colón, Libertad 621. Hoy, a las 17; el miércoles, el viernes y el sábado, a las 20.30; y el domingo 4 , a las 17.
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