El cascanueces
Humor y buenos bailarines en un clásico cuento de hadas
Música: Piotr Tchaikovsky / Coreografía y dirección: Leonardo Reale / Idea, guión y adaptación: Juan Lavagna, sobre la base del guión de Hoffmann / Con: Juan Mirás (presentador), Karina Olmedo, Nahuel Prozzi, Leonardo Reale, Mariana Antenucci, Lucas Oliva y el Ballet Metropolitano de Buenos Aires / Sala: C. C. Konez / Funciones: Domingos, a las 11.
Nuestra opinión: buena
Los personajes de los cuentos surcan el escenario haciendo realidad el sueño infantil de Clarita, acompañada por el Cascanueces. La Princesa China y el Mandarín, Cenicienta y la Bella Durmiente, Aladino y su princesa, Blancanieves y la hilera de enanitos, todos ellos con el Gato con Botas como maestro de ceremonias, trazan sus coreografías sobre fragmentos de la partitura de Tchaikovsky.
El nuevo espectáculo del ciclo Vamos al Ballet, El cascanueces y las princesas encantadas , se permite variaciones temáticas sobre el cuento de E.T.A. Hoffmann que originó el ballet del compositor ruso. La versión de Juan Lavanga introduce personajes y reordena fragmentos musicales para hilvanarlos de acuerdo con las necesidades expresivas de la nueva trama. La experiencia de la danza, emparentada con la vitalidad motriz de la infancia y particularmente cara al horizonte estético de las niñas, encuentra siempre un público receptivo entre los chicos. La propuesta se hace fuerte con esas escenas del segundo acto, en las que los personajes de los cuentos se caracterizan a través del movimiento, a veces gracioso, otras grácil. El Rey de los Ratones personificado por Matías Santander lidera en el primer acto la faceta humorística. El Gato con Botas de Leandro Reale combina ambas cualidades, en tanto que la Reina de las Nieves y la Cenicienta encarnadas por Mariana Antenucci aportan el encanto de los brazos ondulantes y las puntas que elevan la figura. El elenco juvenil se luce en cambio más en las caracterizaciones cómicas que como ensemble.
La pareja central formada por Karina Olmedo, primera bailarina del Colón, y Nahuel Prozzi, bailarín solista del Ballet Estable del Argentino de La Plata, ofrece mediante su solidez artística un claro remanso de exhibición del arte de la danza en la apertura del segundo acto, luego de un comienzo de tintes más narrativos. La suma de ambos elementos -por un lado el relato, explicitado en algunas instancias por un mago presentador, y por el otro la coreografía en sus formas más puras- resulta eficaz en su funcionalidad de permitir el seguimiento argumental por parte de la platea infantil y a la vez dar lugar al realce de la danza.
Un esfuerzo un poco mayor en darle un marco escenográfico más elaborado al escenario y en cuidar el volumen y la calidad de la reproducción musical aportarían sin duda a la atracción del ciclo de la mañana dominguera en la Ciudad Cultural Konex. La sala llena y el arremolinamiento de pequeños espectadores buscando el autógrafo de los artistas al final muestran el entusiasmo que despierta la danza entre los chicos. Posiblemente vean en los pasos coreográficos la magia propia del mundo de los cuentos.