El Bolero de Ravel se adueña de la ciudad: en el Colón, con 70 bailarines, y en Mataderos, con mujeres de hasta 87 años
Esta semana, mientras en el primer coliseo el coreógrafo israelí Shahar Binyamini estrena su versión de la famosa composición de Ravel, en Mataderos Damián Malvacio presenta una propuesta que incluye la misma melodía, pero con performers amateurs; “es hipnotico”, aseguran ambos
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De un lado, el Teatro Colón. Del otro, a unos 15 kilómetros, el Cine teatro El Plata, ubicado en pleno corazón del barrio de Mataderos y que depende del Complejo Teatral de Buenos Aires. En el primero, este viernes 30 se estrena Bolero X, música de Ravel con coreografía del israelí Shahar Binyamini, como parte de un Programa Mixto que se completa con Suite en Blanc, con música de Édouard Lalo y coreografía de Serge Lifar; y Adagietto, con música de Gustav Mahler y coreografía de Oscar Araiz. En el segundo, este miércoles 28 se estrena Yo bailo, una creación a partir del movimiento en la tercera edad del bailarín y coreógrafo entrerriano Damián Malvacio. En el Colón habrá 70 bailarines pertenecientes al Ballet Estable que dirige Mario Galizzi junto con alumnos del Instituto Superior de Arte. En la sala recuperada de Mataderos las protagonistas serán 32 mujeres del barrio. Los más jóvenes que se subirán al escenario del Colón tienen 18 años. El DNI de la señora de mayor de edad de Mataderos indica que tiene 87.
Estas dos propuestas tan disímiles entre sí tienen, por lo menos, algo en común: en ambas suena esa melodía de Maurice Ravel de 15 minutos de duración que ha tenido infinidad de versiones a lo largo del tiempo. Entre los unos y los otros se arma un extraño grupo de 102 performers en el que conviven primeras figuras del Colón con vecinas empoderadas que nunca se subieron a un escenario. A su manera, cada uno hará su propia versión de Bolero.
Los unos, en el Colón
El compositor francés Maurice Ravel compuso Bolero en 1928. Fue la rusa Ida Rubinstein quien le solicitó una obra breve. El resultado del “ejercicio musical”, como la consideraba su creador, se estrenó en la Ópera Garnier, de París, con coreografía de Bronislava Nijinska, hermana del bailarín Vaslav Nijinsky. En medio de la atmósfera hispana de la partitura, sobre una mesa de un bar una gitana bailaba de manera sensual mientras era observada por un grupo de hombres que la rodean en un clima que va cobrando tensión. Se estrenó frente a una platea de lujo, aunque la crítica no fue del todo benévola.
Ravel llegó a odiarla porque entendía que su éxito opacaría otras de sus piezas. En perspectiva, quizás tenga razón. “Son, acaso, los 15 minutos más famosos de la historia de la música y, también, los más hipnóticos”, afirmó el crítico Pablo Gianera en este medio. Con el paso del tiempo, esa melodía pasó a ser parte incidental de diversas historias cinematográficas. Se la escucha en una película de Cantiflas, en otra a cargo de la bailaora española Lola Flores, en otra de Akira Kurosawa, en un film de Brian De Palma con la música versionada por Ryuichi Sakamoto y hasta en 10, La mujer perfecta, la comedia que protagonizaron Dudley Moore y Bo Derek, aquella mujer de pelo rubio con trencitas afro que se transformó en figura icónica de la época y quien sostuvo que Bolero es “la música perfecta para hacer el amor”.
En el imaginario de muchos, por el lugar central que ocupa esa melodía en la trama, el mojón más significativo remite a la película Los unos y los otros, de 1981, que dirigió Claude Lelouch. El film culmina con la coreografía de Maurice Béjart de Bolero interpretada en el rol central por el bailarín argentino Jorge Donn, quien aparece rodeado de bailarines en medio de un espectacular escenario al aire libre a metros de la Torre de Eiffel. Para Los unos y los otros Claude Lelouch había pensando en Rudolf Nuréyev pero, como reconoció el mismo director en un reportaje con LA NACIÓN, la figura soviética se negó. Así fue como quedó el gran bailarín argentino, fallecido en 1992. Un crítica española afirma que, en su interpretación de Bolero, “hasta sus costillas bailaban”.
Los que ahora bailan esa melodía casi minimalista con un clima de extrema concentración son son los 70 bailarines del Colón. Quien está detrás de todo esto es el coreógrafo israelí Shahar Binyamini junto con su asistente. Son las 13.15 del martes. El trabajo de darle forma a este coreografía plagada de mínimos gestos comenzó el 30 de julio. El estreno de Bolero X, así es el nombre de esta nueva versión, cerrará el programa mixto del Ballet del Colón. Entre el ensayo presenciado por este cronista y la fecha del debut hubo un cambio importante en la sala: Jorge Telerman, quien programó esta presentación, dejó el viernes 23 la conducción del Colón.
Lejos de esas turbulencias y a varios pisos del despacho de la dirección, los bailarines ajustan sus movimientos una y otra vez ante la atenta mirada de este bailarín y coreógrafo que ha trabajado con algunos de los nombres más destacados en la danza contemporánea actual. Con suma paciencia, pide repetir una y otra vez un gesto de la cabeza que, imagina, deber generar el efecto que provoca poner un cubo de hielo en la nuca. Lograr esa sintonía en el momento preciso no es tarea fácil. Son 70 las nucas que deben convertirse en un mismo cuerpo que está en constante desplazamiento. Aunque se trate de un ensayo en el cual se están puliendo escenas, el efecto que genera ese numeroso grupo desplazándose sobre esa composición que el mismo Ravel llegó a odiar es, sencillamente, magnético.
¿Por qué haber reparado en Bolero? Shahar Binyamini reconoce que hubo algo de azar. “Estaba en Corea trabajando con un grupo de 60 bailarines a los que estaba dando clases; escuchamos músicas muy diferentes y en ese tránsito llegamos a Ravel. Me interesó la relación entre la música y mi propio trabajo coreográfico; me parecía todo muy extraño como atractivo. Hay un ritmo en esa partitura que es muy monótono, pero que está lleno de vida”, comenta luego del ensayo y antes de realizar otra tanda de ajustes. La famosa película con la secuencia final de Jorge Donn bailando en la explanada de El Trocadero no la vio hasta que inició este proyecto. Sí tomó contacto con varias versiones de Bolero. “He escuchado muchas historias sobre las distintas puestas coreográficas, pero no tanto sobre Jorge Donn”, reconoce quien empezó su trayectoria como coreógrafo de joven, siguiendo un impulso vital. “Necesité dedicarme a esto porque sentía que podía comunicarme de una manera más profunda como no podía hacerlo con la palabra. Siempre pintaba, bailaba, tocaba música y hacía muchas cosas a la vez; pero el bailar fue ocupando un lugar cada vez más importante. Es mi mejor manera de expresarme”, admite.
De 2006 a 2013 fue parte del Batsheva Dance Company, la compañía de danza más internacional de Israel fundada en los sesenta. En 1990, Ohad Naharin fue nombrado su director artístico lo cual convirtió a la compañía en una de las más prestigiosas en el campo de la danza contemporánea. Durante el paso por aquella institución, este joven coreógrafo que por primera vez trabaja en el Colón fue parte del elenco original de varias creaciones de Naharin. Como asistente coreográfico suyo, trabajó en la Ópera de París como en otras salas históricas vinculadas con el ballet clásico. Por eso mismo, estar ahora en un teatro como el Colón es parte de su hoja de ruta.
Claro que estar al frente de bailarines clásicos le agrega un grado de dificultad para esta puesta de Bolero X que ya se ha presentando en otros grandes teatros y que se estrenó en 2022 por el Ballet BC, de Canadá. “Recién ahora, después de tres semanas de ensayos, siento que se nos está haciendo más fácil. Al principio, para los bailarines era realmente complejo entender la coordinación. Ahora, que conocen los movimientos, nos podemos enfocar en la energía, en las relaciones, en lo emocional”, cuenta en otra de la salas de ensayo. Insiste que lo fundamental y fascinante de todo este proceso es lograr que cada bailarín se vea con el otro para construir la idea de un grupo. “Lo fundamental es la energía que das y que el otro recibe para crear ese otro campo energético tan poderoso que inspira al individuo a expresarse siendo, siempre, parte de un todo”. El agregarle la letra “X” al título apunta a “dar la idea de otra versión, de algo futuro, algo que puede ser lo que vos consideres o quieras”. Cuando escucha los famosos 15 minutos de fama de Ravel siente que se confronta con una melodía de un continuo tono monótono “que está llena vida, de capas”. Eso es, justamente, lo que está trabajando en el tercer subsuelo del histórico edificio.
Shahar Binyamini vive en Tel Aviv, aunque se la pasa viajando. De Sudamérica conoce San Pablo, en donde estrenó una de sus obras. “Reconozco que soy un privilegiado por poder llevar la vida que llevo, por hacer lo que hago. Intento tomar distancia de la narrativa de quiénes son los buenos y los malos”, dice, en alusión al conflicto en su tierra. “La danza me permite tener una perspectiva más amplia”, asegura.
Jorge Donn bailó Bolero en el Teatro Colón en 1982, junto al Ballet del Siglo XX, que dirigía Maurice Béjart, figura clave de la danza contemporánea del siglo pasado. Desde este viernes llega Bolero X, con esos 70 bailarines y la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, que dirige Mariano Chiacchiarini. Los15 minutos más famosos e hipnóticos de la historia volverán a dominar a la sala.
Las otras, en Mataderos
Desde hace un tiempo, varios coreógrafos de la escena alternativa vienen realizando experiencias coreográficas con adultos mayores, con o sin experiencia profesional en esto de subirse a un escenario. Lo hizo Josefina Gorostiza en Lo único que quiero es bailar, que tuvo lugar en un estudio de fotografía del Abasto. Lo hizo el coreógrafo francés Jérôme Bel en una de las propuestas que presentó en Buenos Aires. O Federico Fontán, en Hoy bailamos para siempre, en el que una mujer se daba el gusto de hacer una versión personal de Bolero evocando a Jorge Donn y un ingeniero adulto demostraba estar dispuesto a abrir su propio armario y bailar con ganas sus temas preferidos.
La génesis de todo esto remite a la composición musical icónica de 1928. Mucho más cerca en el tiempo, al talentoso bailarín y coreógrafo Damián Malvacio -subdirector del Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín- se le ocurrió durante la pandemia generar un proyecto coreográfico para adultos. Aquello fue tomando forma y se terminó estrenando en otro teatro recuperado, de Villa Urquiza. ¿Por qué la idea de hacer algo con adultos mayores? “Quizás sea porque no he tenido vínculos con abuelos. Mi abuela vive lejos de la ciudad de Entre Ríos en donde me crie. Pero ya de chico me gustaba vincularme con personas mayores, con sus historias de vida, con su modo de pensar”, cuenta el creador, rodeado de “sus chicas”: otro grupo ecléctico conformado por mujeres. La mayor de ellas tiene 87 años.
Malvacio (quien suele trabajar en obras de Mayra Bonard) presentó en el Centro Cultural 25 de Mayo, de Villa Urquiza, un trabajo junto a vecinas del barrio, de más de 60 años de edad. Se llamó Yo bailo. Ahora, jueves, 11 de la mañana, en otro día de frío; se ensaya una nueva versión en el Cine Teatro El Plata, en pleno barrio de Mataderos. A diferencia de lo que sucedía en el Colón, acá hay mates y bizcochos. Antes de hacer una pasada, Malvacio les dice a “sus chicas”: “Vayan a tomar agua, y si no pagaron la cuenta del gas, háganlo ahora mismo”.
Durante Yo bailo, lo biodramático y lo coreográfico forman parte de la misma melodía. Su escena favorita es cuando todas caminan en zigzag por el escenario. “Las veo y me doy cuenta cómo trató la vida a cada cuerpo. Ahí me doy cuenta de quién fue costurera o maestra”, cuenta, mientras las observa sentado en una de las butacas del fondo de la sala. Decidió que su propio cuerpo de baile estuviera formado por mujeres “porque el pensamiento en la danza está arraigado en ellas; a un pibe de siete años, los padres prefieren mandarlo a fútbol antes que a estudiar danza”.
Como si entrara en sintonía con Shahar Binyamini, quien debe estar puliendo movimientos en una de las salas de ensayo del Colón, Damián Malvacio confiesa que lo que está haciendo lo constituye. “De todos mis proyectos, este es el que me da mayor vitalidad, que me hace sentir más genuino. Me da igual si gusta o no gusta porque, para mí, esto es honestidad pura. Acá pongo la música que me gusta, que a ellas les gusta. Siento que es un espacio sincero. Todas querían que pusiera Sandro y no me quedó otra. Como el calentamiento lo hacía con música de Prince y de Michael Jackson, quedó un temón de Michael Jackson”.
En el proceso creativo, Malvacio les pidió a cada una que le escribieran secretos en cartas. En los papelitos, alguien confesaba haber tenido sexo el día anterior y otra haberse hecho su primer tatuaje a los 60. Parte de esas confesiones se suman un relato que apunta a la fuerza de lo grupal. “La danza como refugio”, señala él mientras observa al segundo elenco haciendo una pasada general. Tiene dos elencos por una sencilla razón: como las 32 no entraban en el escenario, armó dos grupos que se irán alternado. Por nada del mundo se le cruzó la cabeza dejar alguna afuera de esta fiesta.
Entre la que va tomando forma en el Teatro Colón y lo que se está desplegando en el Cine Teatro El Plata aparece un claro punto en común: en ambos suenan esos minutos de gloria de Ravel. Yo bailo cierra con esos 15 minutos hipnóticos. No tiene nada que ver con lo que sucede en el Colón. Las “chicas” de Malvacio a veces se equivocan. A él poco le importa. La propuesta transpira verdad. Él las observa y, emocionado, apunta: “En este mundo, en este contexto tan complejo, no hay mejor lugar en el mundo para mí que estar acá”.
Los 15 minutos más famosos e hipnóticos de la historia de la música sonarán en los cuerpos, muy distintos, de estos 102 perfomers.
Para agendar
Yo bailo, coreografía de Damián Malvacio. Cine Teatro El Plata (Avenida Juan Bautista Alberdi 5765). Funciones: miércoles 28 y jueves 29 de agosto; y del martes 3 al viernes 6 de septiembre, a las 19. Entrada libre.
Programa Mixto: Suite en Blanc, música de Edouard Lalo y coreografía de Serge Lifar; Adagietto; música de Gustav Mahler y coreografía de Oscar Araiz y Bolero X, música de Maurice Ravel y coreografía de Shahar Binyamini. Teatro Colón (Tucumán 1171). Funciones: viernes 30 y sábado 31 de agosto, a las 20: domingo 1° de septiembre, a las 17; y del martes 3 al jueves 5 de septiembre, a las 20. Entradas: desde 5900 pesos.
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