Detrás de la “Cantata” de Mauro Bigonzetti, que estrena mañana el Ballet del San Martín
El regreso del coreógrafo europeo, la empatía entre la cultura italiana y la latina, y la energía de una compañía que inicia una auspiciosa temporada con un título internacional
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No solo se trata de uno de los coreógrafos europeos más reputados de la escena de la danza contemporánea, Mauro Bigonzetti es -en más de un sentido- un viejo conocido de los argentinos. En el mismo Teatro Coliseo donde este viernes se estrenará su famosa Cantata, ya en los años 90 el Ballet Argentino de Julio Bocca hacía Sinfonía entrelazada, un título que regresó en otras ocasiones: la última, sin ir tan lejos, en 2015, para un programa neoclásico del Teatro Colón. Por eso no sorprende cuando el propio coreógrafo dice, a pocas horas de haber aterrizado en el país, que en Buenos Aires se siente como en familia.
En general, el italiano es muy apreciado en la región: dúos como aquel maravilloso de Vertigo, que interpretaron en Chile, antes de la pandemia, Elisa Carrillo y Marcelo Gómez, se cuelan en galas de ballet de todas las latitudes y, obras completas como Caravaggio estuvieron disponibles hasta hace poco en los servicios de streaming. Pero, además, Roberto Zamorano, repositor de las obras de Bigonzetti desde hace unos quince años, cuenta en un alto de los ensayos con el Ballet Contemporáneo el Teatro San Martín que esta misma Cantata -junto con Rossini Cards, uno de los títulos más pedidos del repertorio de este creador- ya se vio antes en Santiago y en San Pablo. “Es la tercera vez que lo montamos en sudamérica -confirma-. Hay una parte latina que nos acerca mucho a esta música del sur de Italia; lo decimos siempre los latinos que vivimos allá, nos toca de cerca”, expresa como buen colombiano que lleva hecha una larga carrera con la danza en la península. Exbailarín de la compañía Aterballetto, a los 37 años se retiró de los escenarios y empezó a trabajar codo a codo con Bigonzetti, primero como maestro y luego en el montaje de sus piezas aquí y allá.
Si la música -que en las primeras dos funciones en el Coliseo será en vivo- puede transportar al oyente a una escena callejera con la misma inmediatez que un capítulo de Elena Ferrante traslada al lector al centro de una escaramuza napolitana, la imagen y el movimiento alimentan este continuado de escenas apasionadas, coloridas, vivaces. “Vamos con el dúo”, “Pasamos el cuarteto”, “Retomamos el grupo”, piden en diferentes momentos del ensayo en la sala Martín Coronado, donde la obra estará en cartel hasta fines de abril. Cuadro tras cuadro, en dos repartos, los treinta y tres bailarines de la compañía se van alternando en los diferentes roles. Se lanzan en un salto al vacío que un compañero interrumpe en el aire, traban un brazo en alto con la mano en garra, se mezclan en un trencito festivo.
Para una compañía dúctil, camaleónica y técnicamente tan solvente como el Ballet Contemporáneo, los mayores desafíos que trae una pieza de estas características se enfocan en la intencionalidad, esa personalidad que se espera que aflore detrás de cada personaje. Andrea Chinetti, directora del elenco, señala que es una obra muy aeróbica, que tiene a los bailarines continuamente en el escenario durante los setenta minutos. “Pero están entrenados para esto”, destaca, sin sorpresa: cualquier obra de Mauricio Wainrot tendría, en este sentido, una exigencia similiar. Zamorano repara en un detalle que es bastante ilustrativo: “Si lo ves parece un ballet muy libre, pero tiene un por qué bastante musical y explícito. Parece fácil, pero técnicamente tiene momentos difíciles. Para mí, el desafío de Cantata está en el mismo hecho de que sea tan libre, porque todos tienen que ir iguales. Es decir, das libertad pero a la vez hay que retenerla. Lo estamos logrando”, sonríe, confiado. Tanto es así que a pocos días del estreno la mayor dificultad que encuentran en la sala es el mejor de los problemas. “Lo hacen todos tan bien, que la cuestión ahora es decidir quién va a bailar”.
Sin dudas, un título internacional en una coproducción de estas características inusuales -entre el Complejo Teatral y el Ciclo Italia XXI, del Coliseo y el Instituto Italiano de Cultura- es una inyección de energía para empezar el año del renacimiento, luego de dos temporadas atravesadas por la pandemia. “Hacía tiempo que no venía coreógrafos extranjeros: en la lista de deseos, Bigonzetti era el primero”, confía Chinetti. “Así que exploto de felicidad”, agrega. Y ciertamente la alegría es un rasgo indisimulable como un pueblo confabulado que se expresa bailando.
Para agendar
Cantata, de Mauro Bigonzetti, por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. Las funciones del 11 y 12 de marzo en el Teatro Coliseo, con música en vivo, tienen entrada gratuita, y se retiran en la boletería (M. T. de Alvear 1125), de 12 a 20 (máximo de cuatro entradas por persona). Luego, las presentaciones continuarán en la sala Martín Coronado en el Teatro San Martín, desde el 19 de marzo, los sábados y domingos, a las 15, y los martes y miércoles, a las 20, hasta el domingo 24 de abril. Localidades: $850 (platea) y $700 (pullman); martes (día popular): $450.
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