De la transgresión al anhelo del cuerpo único, según Iván Haidar
Iván Haidar presenta Otra comunidad, una obra que combina el sonido y las imágenes para crear nuevos significantes
El bailarín, coreógrafo y performer platense Iván Haidar ha desarrollado la costumbre, por necesidades y urgencias, de presentar su personales trabajos en tal festival local o internacional como en algunas pocas funciones de algún encuentro escénico experimental. Tan radical es ese tipo de exhibición de lo suyo que este egresado de la licenciatura en Comunicación Audiovisual de la UNLP que Lugar propio lo transmitió en vivo desde su propia casa en La Plata. Sin embargo, ese andar viene contando con el apoyo de diversos organismos de fomento (desde el Fondo Nacional de las Artes hasta Prodanza o Iberescena). Con Lugar monstruo ganó la Bienal de Arte Joven de hace dos años lo que le permitió participar del Directors LAB en el Lincoln Center Theater, de Nueva York. Mientras tanto tiene vuelo directo entre La Plata a Lisboa ya que desde hace 4 años trabaja en la compañía Re-Al que dirige el coreógrafo Joao Fiadeiro.
Desde hoy se mandará una transgresión de su propio manual de estilo: estrena Otra comunidad, propuesta surgida de una convocatoria a residencias coreográficas, que se presentará durante tres fines de semana, a las 19, en el Teatro de la Ribera. Será, promete, otro tipo de producción y de exhibición para una misma pregunta: ¿cómo generar diferentes relaciones con uno mismo a partir de un paisaje de cuerpos desnudos que se multiplican para crear una unidad? Ahora esta pregunta se topa con otro formato de producción con ciertas lógicas que él mismo reflexiona. "En el sector de la danza trabajamos muy solos por más acompañamiento que tengamos de algunas instituciones públicas" dice en un bar de Palermo después de una mañana con muchos kilómetros de rutas y trenes a cuesta.
"En una época de crisis económica -dice- eso aparece con más fuerza y se ve reflejado en la falta de público, de espacios, de dinero para producir o consumir arte. Y termina sucediendo algo: lo que cobrás no contempla tu salario para producir una obra".
A la afirmación le pone números. Otra comunidad fue seleccionada para el proyecto Danza al Borde, del Teatro de la Ribera. Es financiado y producido por el Complejo Teatral de Buenos Aires, el Cultural San Martín y la Unsam. Un jurado eligió a cuatro proyectos que se iban a presentarse en programas compartidos, cosa que no se pudo concretar. Para la producción de la obra Iván Haidar recibió 255 mil pesos. Son siete bailarines, un músico y él. Comenzaron a trabajar en mayo. O sea: cuatro mil pesos por mes para cada uno. "Si dividís lo que recibís por horas de trabajo te das cuentas que te estás autoexplotando, pero aclaro que digo esto de un lugar de absoluto privilegio", agrega.
Más allá de la temporada por tres fines de semana en la sala de La Boca la dinámica de hacer funciones sueltas le viene funcionado. Las temporadas tradicionales del circuito alternativo porteño le dan cierto vértigo. Allá, en la Ciudad de las Diagonales en donde vive, siente que todo fluye de otra manera. Si encuentra el contexto adecuado se manda con gusto ("te hago todo, sin problema. Me pasó recientemente en Ciclo Da Da Danza, que se hizo en Konex"). Allí presentó Otra línea. Esa propuesta la estrenó el año pasado en Casa Babá, luego fue seleccionada para representar a la Provincia de Buenos Aires, la semana próxima estará en la Fiesta Nacional de Teatro que tiene lugar en Misiones y la siguiente parada será en el FIBA. En este tiempo presentó esa experiencia en Pergamino, pero también en Curitiba, Montevideo y Lisboa. Desde hace años sus propuestas performáticas despliegan una inquietante lectura del espacio y el uso de la tecnología de vuelo modesto que él manipula en vivo lo mismo que el diseño sonoro. Esa multiplicidad de capas entre lo real y lo virtual siempre están al servicio de imágenes y movimientos verdaderamente hipnóticos junto a una carga tan irónica como lúdica siempre subyacente en
Con tanto millaje de trabajo en solitario desembarca en el Teatro de La Ribera. Claro que él no bailará y sí lo harán Ángeles Piqué, Constanza Copello, Juan de Rosa, Josefina Imfeld, Pablo Burset y Yanina Rodolico. Y hay otra situación que bordea lo paradójico que explica con cierto asombro: "tenemos como 20 asistentes de la sala que están sin tarea porque la técnica de la obra la hacemos nosotros. Tenemos nuestros propios equipos y sólo nosotros sabemos qué hay que hacer con esos cuerpos desnudos, con los paisajes que se van creando y con las proyecciones. Yo no bailo pero sí opero la técnica casi a la vista del público. La maquinaria está expuesta en una práctica que vengo desarrollando desde Lugar propio".
-Con estos performers ya habías trabajado en la misma sala en el ciclo Tres Danzas Argentinas y en el CCK. ¿Cómo fue el proceso actual?
-Diría que fue de mucha riqueza exploratoria en lo que hace al recurso de la duplicación de las imágenes y de los sonidos. Durante toda la obra se crean acciones que son grabadas y reproducidas para generar un superposición con el vivo. Yo soy como el operador externo de esa imagen mientras lo otro se ve como si fuera una película a contemplar. No hay nada de nada, ni ropa. Todo es muy radical: sacamos vestuarista y todo esas cosas [se ríe]. Es que en este contexto o hacés todo o no cobrás nada. Somos conscientes de lo que implica crear una obra hoy en día. Yo, ya lo dije, soy un privilegiado o mis changas son mis privilegios. Trabajo en Portugal, tengo mi casa y me salió todo un circuito que me permite sostenerme. Ahora, claro, quizás el año que viene me tengo que sumar a Uber".