Cuatro maneras de bailar Piazzolla, en el San Martín
El Ballet Contemporáneo recupera las funciones presenciales este fin de semana con un homenaje a Piazzolla integrado por obras de Ana Itelman y Mauricio Wainrot: de un hombre solo a “estaciones” para 18 bailarines
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En el centenario del nacimiento de Ástor Piazzolla, el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín se sumará a la celebración con cuatro obras del genial compositor cuando este sábado, a las 20, retomen las funciones presenciales suspendidas por la pandemia con el espectáculo Piazzolla.
La compañía, que ahora dirige exclusivamente Andrea Chinetti -Miguel Ángel Elías dejó recientemente el teatro después de una trayectoria de 37 años, para tomar el desafío de conducir al Ballet de Salta-, supo sacarle el jugo a los entornos virtuales y nunca perdió el contacto cotidiano con el trabajo, ni siquiera durante las etapas de aislamiento más estricto. El ansiado retorno a los escenarios también fue posible por ventiladísimas salas de ensayo y joyas del repertorio que conservaban en la memoria de los cuerpos.
El espectáculo que se estrena esta semana enhebra, durante una hora, fragmentos de una pieza de Ana Itelman -un solo que justamente repuso Elías- y tres obras de Mauricio Wainrot, en reposición coreográfica de Diego Poblete y Elizabeth Rodríguez. Aunque todas lleven el diseño de iluminación de Alberto Lemme y música de Piazzolla, poseen muchos detalles que las hacen únicas y diferentes.
Compadrito con funyi en camiseta
“Ahí viene el Rey” es un solo para varón creado por Ana Itelman en los inicios de la compañía. La pieza es un fragmento de la obra Ciudad nuestra, Buenos Aires, estrenada en el Teatro General San Martín en 1968. Aquella era una obra monumental con actores, figurantes y bailarines, inspirada en “Poeta al pie de Buenos Aires”, de Fernando Guibert. Este solo extraído, por el contrario, es un momento íntimo y sintético.
El encuentro de la coreógrafa con el tango y el poema tuvo un montaje y una forma previos en el estreno de Esta Ciudad de Buenos Aires, que Itelman estrenó en el Teatro Nacional Cervantes en 1955. “Ahí viene el Rey/ Desorbitado infiel/ Agujereado cráneo de su suela”, dice el poema que le dio origen.
El solo, que ha tenido su propio recorrido independiente por el mundo, está montado sobre una pieza poco transitada de Piazzolla: “Canto de octubre”, una creación de Ástor en la etapa del quinteto Nuevo Tango. Esa época en la que Piazzolla aún era “lo nuevo” y se desgastaba en la discusión con la guardia vieja, que sentenciaba que lo suyo era otra música, pero que tango no.
Tal vez tomando partido en aquella contienda, Itelman subrayó la innegable tanguedad del compositor, recurriendo al tópico del compadrito, en soledad y en camiseta. Hay luces duras que cortan las sombras como un facón. Un hombre que baila con la vista al piso, sin distraerse en la velocidad, con el rostro oculto tras un funyi ladeado.
El más clásico de los tangos contemporáneos
El programa continúa con “Escualo”, un dúo que forma parte de la obra Estaciones porteñas, fragmento que también suele volar con vida propia. “Estaba trabajando en el exterior cuando la pensé, pero no es una obra nostálgica sobre la Argentina. No tenía tiempo para la nostalgia”, asegura Wainrot.
La obra fue creada para el Ballet Estable del Teatro Colón, en 1997, para una gala de homenaje a cinco años de la muerte de Piazzolla. Es un trabajo hecho a la medida de una compañía clásica, lo que se nota especialmente en las levantadas. Aquí se juega otra velocidad. “Tiene un tono más brillante. Yo me imagino a la pareja coqueteando en un día de sol”, sigue el coreógrafo.
Con pasaporte internacional
Libertango es la primera obra que Wainrot creó con música de Piazzolla, allá por 1984, y desde entonces fue bailada por diferentes compañías en el mundo. El montaje, pensado desde la potente versión instrumental de 1974, está muy lejos de los quintetos de cámara. Y en esa potencia de energías masculinas y femeninas, también hay un momento para un dúo de varones.
Al estreno, que fue en el hall del Teatro San Martín, acudió Ástor Piazzolla: hay fotos que registran su disfrute, sentado en el piso, entre la gente. “Todas mis obras con música de Piazzolla tienen una gestualidad tanguera –observa Wainrot–, pero creo que Libertango tiene mi sello en la fisicalidad y la dinámica grupal”.
Las cuatro estaciones
El programa cierra con las Cuatro estaciones de Buenos Aires, estrenada en el Luna Park en 2005. Se trata de un extracto de Las 8 estaciones, donde Wainrot jugaba con la primavera, verano, otoño e invierno creados de Vivaldi y Piazzolla, y esa esquina barroca de ambos, que tanto le gusta al coreógrafo.
“Yo creo que las estaciones son las obras más divinas que escribió Astor. Nunca puedo dejar de lagrimear cuando escucho el Otoño”. Wainrot respetó el orden que el disco de Gidon Kremer le puso al año. De modo que comienza con el Verano Porteño, para después del Otoño y el Invierno, terminar la obra y el programa de la noche, en Primavera.
PARA AGENDAR
Piazzolla. Por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, con coreografías de Mauricio Wainrot y Ana Itelman.
En la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, Avda. Corrientes 1530. Sábados y domingos de julio y agosto, a las 20. Entradas desde $300.-
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