Cecilia Figaredo dejó a las princesas etéreas para abrazar a Frida
La pieza Pies pa' volar, de Analía González, es como "bailar dentro de un cuadro" de la artista
Cecilia Figaredo se formó como bailarina clásica, pero nunca sintió que las princesas etéreas le quedaran bien. "Siempre me gustaron los roles de carácter. Mi preferidas eran las chicas rebeldes como Carmen o Kitry -sostiene-. Por eso el desafío de bailar a Frida Kahlo es apasionante".
Pies pa' volar fue creada por Analía González en 2007, año del centenario del nacimiento de Kahlo. En estos doce años, el mundo, la danza y el feminismo movieron muchas fronteras y horizontes. Así que la coreógrafa contemporánea decidió modificar la puesta original entre otras cosas haciendo que el rol de Frida fuera mucho más bailado.
Figaredo es perfecta para ese rol: menuda y potente. Expresiva de la cabeza a los pies. Se aventuró a la integración con una compañía que trabaja junta hace muchos años. Y realmente no desentona en la nueva puesta.
Si bien nunca dejó de bailar, este rol protagónico está visto como un regreso. "Es verdad que hacía rato que no salía a bailar desde un personaje. El último fue Felicitas Guerrero en 2008, y tanto ella como Frida Kahlo fueron mujeres fuertes que sabían muy bien lo que querían y lo que no".
Aunque se encuentra alejada de los roles clásicos, Figaredo no se ha quedado quieta. En todos estos años se ha dedicado a la docencia y la crianza de su hijo de seis años. Por eso la convocatoria de González para el rol de la pintora fue recibida con mucha alegría. Coreógrafa y bailarina se admiraban mutuamente. Hasta que por fin se conocieron en las bambalinas de una edición de Danzar por la Paz. Y surgió el proyecto conjunto.
Figaredo se formó como bailarina clásica y fue miembro del Ballet Argentino de Julio Bocca durante veinte años. En esa compañía fue enfrentando los distintos desafíos que los coreógrafos invitados les proponían. Así fue como se fue interiorizando en la danza contemporánea y el tango. Años después, junto a Hernán Piquín, incursionó en la cumbia, el reggaeton y hasta el acquadance en "Bailando por un sueño 2014", llegando incluso hasta la final.
Sin embargo, esta obra de Analía González le resulta un desafío físico impensado. "El lenguaje que Analía maneja es de alto impacto. Ir al piso, pararme y que me hagan un nudo y después volver a salir. He descubierto músculos que no conocía -bromea-. Analía trabaja con los pies relajados y a mí me sale estirar los empeines a fondo. Trabajamos mucho esa relajación". Y los resultados son evidentes: Figaredo se engarza con la Compañía en Movimiento en el mismo tono corporal. Aunque no puede evitar la liviandad aprendida, su Frida es todo lo sufrida que hace falta.
La obra es presentada como "una mirada sobre Frida Kahlo". Una mirada que convive en el imaginario popular con la recordada película de Salma Hayek y el infinito merchandising pop que convirtió a la artista en llaveros, tazas y remeras.
Pero no es la única aproximación desde la danza a la vida de la icónica mexicana. El desafío de expresar con movimiento la inmovilidad, de bailar la limitación del dolor físico y la falta de límites en su sexualidad son fascinantes para muchos coreógrafos del mundo.
Al cumplirse los 50 años del fallecimiento de la artista, la coreógrafa argentina Teresa Duggan creó Viva la vida. Homenaje a Frida Kahlo. Y por estos días Tamara Rojo y el English National Ballet estarán re-estrenando en México Alas rotas, de la colombiana-belga Annabelle Lopez Ochoa en el marco de una nueva gala Despertares. Incluso el coreógrafo ruso Boris Eifman coqueteó con la idea de crear un ballet integral sobre la artista mexicana.
Si bien no se considera "fridista", Figaredo reconoce que el personaje siempre le resultó interesante. "En mis viajes a México vi su obra y la de Diego Rivera. Fui a visitar la Casa Azul -recuerda -. En estos meses de ensayo leí algunos libros sobre ella. Para los bailarines es interesante poder investigar los personajes que bailamos". Durante toda su carrera, Figaredo ha usado el mismo método: "Primero lo atravieso con la cabeza. Trato de pensar cómo se sentiría ese dolor y después lo atravieso con el cuerpo", asegura.
La obra, que podrá verse los viernes de julio y agosto en el Galpón de Guevara, será la excusa para el encuentro con un viejo amigo. "Sigo en contacto con Julio [Bocca]. Si le coincide con un viaje a Buenos Aires, seguro nos va a venir a ver".
Con música de Chavela Vargas, Lhasa De Sela y Lila Downs, algo del realismo mágico de la región y mucho de las tradiciones populares de México en el siglo XX, hay cantinas y catrinas, sillas, corsets intervenidos, espejos y el delicioso vestuario de María Ontiveros, la avezada diseñadora de la Compañía Federal de Danzas. "El vestuario es una maravilla. Tiene un gusto y una sensibilidad muy grande -subraya Figaredo-. Toda la obra es muy visual. Es como bailar dentro de un cuadro".
Pies pa'volar
de Analía González por la Compañía en Movimiento (CEM)
Los viernes, a las 21.
Galpón de Guevara, Guevara 326.
Entrada, $400.
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