Bailar los gritos de la guerra en una obra que ilumina
En la pieza Un instante, la coreógrafa Analía González sacude la escena con temas difíciles; la creadora hace una alegoría de la resiliencia en medio del drama
La danza contemporánea porteña suele tener una mirada crítica sobre la realidad. Un extrañamiento de la rutina cotidiana. Un aire de cinismo en las propuestas que, más allá de la iluminación de escena, se ven oscuras y distópicas.
La coreógrafa Analía González desentona en este sentido. Hay mucho juego, abrazo y fiesta en sus producciones. Y no solamente cuando coreografía al grupo de percusión El Choque Urbano o hace bailar a los Granaderos. Sus obras para el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, por ejemplo, se han visto luminosas, tiernas. Son ecosistemas de arena o selva donde lo colectivo sostiene a lo individual. Más allá de la musicalidad para el chamamé de la que es capaz, hay un río inevitable en los movimientos que diseña.
Ahora está presentando Un instante, en el Galpón de Guevara, con su compañía independiente la CEM (Compañía en Movimiento). Hablan sobre la guerra, sin discursos. Allí hay gritos desgarradores y momentos de intenso dramatismo. Sin embargo, se trata de una obra esperanzadora. ¿Cuál es la fuente de luz? Como diría Eduardo Galeano, los asombrosos poderes del abrazo humano. "Creo que en mis obras hay algo en común: una necesidad de estar siempre esperanzados -advierte González-. Soy sumamente optimista. Creo que tiene que ver con mi dedicación a la docencia de tantos años. Quiero generar motivos, razones, fe".
Buscando un símbolo de paz
La obra nace a partir de la invitación Leonardo Reale para participar de la gala de Danzar por la Paz el año pasado. "Como la gala tiene esa premisa teníamos que hacer algo literal: hablemos de guerra entonces." La prehistoria de esta creación, en verdad, tiene que ver con una gira de El Choque Urbano por Siria. Las fotos de la destrucción de esos paisajes por donde habían transitado formaron parte del trabajo de laboratorio. "Pero no hablamos de una guerra en particular, sino de la guerra en sí misma. Y de las circunstancias sociales que vivimos hoy y que nos ponen en situación de violencia".
Un instante no tiene voz hablada, pero tiene muchas palabras en su andamiaje. Saramago, Galeano. Y una carta manuscrita que dice: "En la guerra entendés cuánto puede soportar un ser humano". Historias de resiliencia. "La carta de Vjollca Bajraj, una cirujana de Kosovo refugiada en México, nos llegó un mes antes del estreno a través de una alumna -recuerda-. Un poema que ella escribió es entregado a los espectadores antes de ingresar a la sala. Sus vivencias fueron muy importantes para la obra, entendimos lo que es ser sobreviviente".
Entonces fueron tres meses de laboratorio de creación para una pieza que duraba sólo once minutos. "Cuando la estrenamos nos dimos cuenta de que teníamos muchos motivos para desarrollarla en una hora -subraya González-.Queríamos abordar con más profundidad la temática: en total fue un proceso de un año de trabajo."
Sostener una compañía independiente, desde 2010, insume mucha energía. "Se sostiene con amor y convicción. Y admiración hacia la gente con la que trabajo. Realmente sentimos que hoy este es el espacio que nos salva." El secreto de la continuidad está en mantenerse en actividad. La CEM es independiente de la estacionalidad de las convocatorias de subsidios. Y se mantiene reunida más allá de las funciones públicas. "Trabajamos todo el año. Hacemos laboratorio, invitamos maestros, tomamos clases, investigamos -enumera-. Eso es muy valioso porque son bailarines profesionales que tienen sus trabajos y sus vidas, pero siguen comprometidos", aclara.
Formada con artistas contemporáneos que además bailan otros estilos, como folklore o danzas urbanas, la CEM tiene doce integrantes que están en sus treinta. Sin embargo, cuando habla, González adopta una actitud maternal con la compañía; es también madre de Juano y Lola, sus mellizos de 8 años, público incondicional.
Tras esta serie de funciones que cierran la temporada en el Galpón de Guevara, Un instante volverá en 2018. Ya están produciendo una gira por el interior del país y respondiendo al pedido de material que les llega de varios festivales internacionales. Así, en plena gestión, la pieza seguirá en movimiento, incluso, más allá de la compañía, ya que González tiene el proyecto de montar la versión corta de la obra en otros puntos del planeta. "Para generar una red por la paz."
La primera experiencia en ese sentido fue con la compañía Juvenil de Peridance en Nueva York, que bailará Un instante en el circuito de festivales de los Estados Unidos. González viajó a montarla en septiembre y encontró el desafío de hacerlo con un grupo de bailarines de 14 y 16 años. "Fue un proceso muy diferente. Hermoso y tremendo, a la vez. Tienen otra cultura, otra forma de moverse y de contar. Y otra edad: casi niños. Ver la guerra contada por niños fue muy fuerte." Aunque los intérpretes jóvenes la deslumbran por su frescura y esas ganas imparables, prefiere los bailarines que pueden aportar su experiencia de vida. "Eso beneficia el tipo de lenguaje que trabajo. Después de muchos años tengo, la compañía que soñé. Y los resultados son abrazadores".
Lo que hay que saber
Analía González
Coreógrafa
Las bases
Formada en danza clásica, jazz y danza contemporánea con Liliana Cepeda, Adolfo Colque y Roselie Rodríguez, baila desde los 3 años.
Perfil profesional
Es coreógrafa de los espectáculos de percusión de El Choque Urbano. Desde 2010, además, dirige la Compañía en Movimiento (CEM).
Actualmente en cartel
Un instante se presenta en El Galpón de Guevara, Guevara 326, los viernes, a las 23. Entrada: $ 250.
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