Julia está sentada en el piso hecha un ovillo. Tiene el pelo anaranjado y ondulado, tenso, peinado para atrás. A diferencia de las otras chicas que revolotean en el hall de entrada de la Escuela Municipal de Danzas de San Martín con carteles y cartitas en las manos (dicen cosas tan simples como "te quiero mucho"), a ella los nervios le enmudecen cualquier expresión de euforia. "Estoy preocupada. Creo que hoy Marianela no va a hacer ningún grand jeté", confiesa bajito la nena, de 6 años, tal vez porque ya ve a lo lejos llegar a la bailarina argentina de elegante sport, con zapatos charolados y un abrigo largo, color café con leche; es el look lo que desvanece la ilusión de verla dar un gran salto hacia ella, que no le quita los ojos de encima. "El fin de semana te vas a ir llena de grand jetés", le promete minutos más tarde, con una sonrisa enorme,la primera figura del Royal Ballet de Londres, que hace 20 años salió de este retazo de tierra bonaerense para volar alto. Más de lo que cualquiera imaginaba. Aquí, frente a la mirada embelesada de todas estas potenciales artistas, ella es literalmente un ejemplo. Además de la madrina oficial del proyecto que las convoca. Algunas, que no pasan el metro de altura –descontando el rodete– ya están bailando por un sueño: llegar lejos, como Marianela Núñez.
La historia –esta parte de la historia bien reciente: la repercusión local de su carrera internacional generó un boom que moviliza a todo un barrio– comenzó en 2014 con la inauguración, por un lado, de la primera escuela gratuita de danza que, como superó ya las 700 alumnas, necesitó ampliarse a una segunda. Hacia allí va este pequeño viaje: al corazón profundo del conurbano, donde hasta hace poco había un basural, cerca del monumento a los fusilados de 1956; el lunes pasado cortaron la cinta de la Nueva Escuela de Danza, Música y Circo.
Paralelamente, también hace cinco años, comenzó a realizarse la Gala Solidaria de Ballet que puntualmente cada invierno, cuando Nuñez visita el país, protagoniza con un elenco de artistas diferente. "Gracias a la danza me puedo conectar con este tipo de proyectos: estar un día en Convent Garden, en la Scala de Milán o acá…. Yo no me pongo a pensar si es Europa o un gimnasio en José León Suárez que acondicionamos para que funcione como un teatro; lo importante es lo que estoy haciendo. Mi enfoque y mi goce es estar bailando; no soy consciente del resto. Y si con lo que amo, con mi arte, puedo ayudar a nuevas generaciones y a quienes tienen necesidades: ¡bingo!"
Justamente mañana y pasado serán las dos funciones de esta quinta edición de la gala en la Sociedad Alemana de la calle Juan Manuel de Rosas y 9 de Julio, a beneficio de una red de hogares de la zona. Entre otros, participará el Ballet Estable del Teatro Colón y el Ballet Nacional del Sodre, de Uruguay; el Ballet Folclórico Nacional, la Compañía Nacional de Danza Contemporánea y la Juvenil de San Martín. Del lado del público habrá mucho más que vecinos: desde Junín, Santa Fe y más cerca, de la Capital, se comunicaron para llegar con micros a ver a la artista que deslumbra a Londres. Las entradas están agotadas. "La estructura es la misma todos los años, pero lo que veo cada vez que vengo es que el proyecto va creciendo y la magnitud que adquiere es una sorpresa para mí. El cariño, el calor de la gente, la expectativa, está siempre".
Una vuelta a por el barrio, un viaje en el tiempo
Adriana Stork, maestra de Marianela Núñez entre los 6 y 8 años –la etapa inmediatamente anterior a su ingreso al Instituto Superior de Arte (ISA) del Teatro Colón–, dirige la escuela municipal en el centro de San Martín. Uno podría decir que su "vida de bailarina" quedó en el ISA, donde integró una camada que le dio grandes valores a la danza argentina: Julio Bocca, Maximiliano Guerra. Sin embargo, ella cree que "bailarina se es toda la vida, con y sin las zapatillas puestas". Enseguida eligió la docencia y, en su estudio particular, cuando asomaba la década de 1990, recibió un "diamantito en bruto que había que pulir, pero que ya tenía todo: proporciones físicas perfectas, elongación, responsabilidad, ganas, compromiso".
La tarde de la visita, Adriana espera a Marianela con la misma cotidianidad de quien recibe a una amiga para mostrarle su casa y, en este caso, también los frutos de un fenómeno del que los años hicieron cómplices a las dos. Pero, ¿cuánto de la experiencia de una de las mejores bailarinas del mundo hoy es transmisible a estas nenas que empiezan a dar sus primeros pasos? "Se trata de entusiasmarlas, de provocarles las ganas de continuar más allá de que lleguen o no a ser primeras figuras. La formación que da la danza sirve para la vida y, en un mundo con valores cada vez más light, vemos todos los días cómo estas chicas hacen cambios increíbles", evalúa Stork, comprometida como vecina y partícipe necesaria de un proyecto de gestión pública que enarbola la bandera del arte. Y recuerda aquella charla inspiradora que Nuñez ofreció en el teatro de la ciudad, donde como un mantra resonaba una frase entre las asistentes: sos el ejemplo a seguir. "¿Tienen ganas de venir todos los días? ¿Sí? Eso es importante: tener ganas", las aconseja.
"La principal responsabilidad que tiene Marianela en todo esto es haber contagiado su magia y su interés. En ella estas nenas ven más que un fan; hay un referente que les muestra que pueden perseguir un sueño", cree la maestra.
Sin embargo, no es aquí, sino en un garaje ya mítico de la calle Lavalle, donde Marianela Nuñez despertó su vocación. Por ahí vuelve a pasar en auto, camino hacia la casa de la infancia, en Moreno al 4700, donde creció la menor y única mujer entre tres hermanos varones, y donde todavía viven Elena y Norberto Núñez, sus padres. "Acá tenemos que doblar –avisa–. Ahí, a dos cuadras, está la casa adonde vivía mi mamá cuando era chiquita. Esta es Lavalle, Suipacha la próxima y ya estamos muy cerca de lo de mis abuelos, del frigorífico...", nos guía. Pero no hay que malinterpretar con melancolía su relato, que arma con cierta dificultad de precisión en la memoria, entre algunas palabras mal traducidas y otras absolutamente criollas. "No siento nostalgia. Es el siglo XXI y todos somos del mundo. The way to go: es como funciona hoy", dice, y lo mismo aplica para sostener la relación de pareja con el bailarín Alejandro Parente, recién retirado del Teatro Colón con una función donde el amor subyace al arte. "No me da vergüenza decir que me cambió la vida, que él llegó para hacerme crecer", confiesa.
Una mujer policía, de chaleco y gesto adusto, dice que por aquí no, que no se puede pasar. A la derecha, por la ventanilla, la noche húmeda de José León Suárez se ilumina con neones azules. Están esperando a una figura importante para empezar un acto importante. Funcionarios, vecinos, familiares y futuros alumnos, todos esperan. Marianela baja la ventanilla trasera del auto y saca medio cuerpo afuera para avisarle a la oficial: "Hola, yo soy Marianela Núñez", y en un ábrete sésamo se corre el vallado.
Como en la película El ciudadano ilustre –de hecho, ella lo es–, lo que sigue es un acto político protagonizado por una artista consagrada en el exterior que está de vuelta con los pies en su tierra y un manojo de buenas intenciones. Las comparaciones llegan hasta aquí, hasta donde causan gracia; el resto es ficción. Una nena de tutú dorado lleva de la mano a la invitada de honor a recorrer la nueva escuela, escoltada por un intendente que todos mencionan en la lista de responsables del boom de la danza en San Martín.
Mientras tanto, a 11.129 kilómetros, la llamada de la corona británica brilla como una señal. Hay que entender de buena gana y sin ofenderse cuando Núñez dice que Londres es su casa y el Royal Ballet su familia. Es lógico, era una niña bonita cuando se fue. Eso sí, allí como acá, no hay distancia que valga sobre un punto: nadie puede entender completamente cómo lo hace. Sencillamente, sobre el escenario, muchas noches su arte adquiere el encanto de lo inexplicable.
Para agendar: dónde verla
- Gala solidaria de ballet. Mañana y pasado mañana, a las 19, en la Sociedad Alemana de Gimnasia de Villa Ballester. Las entradas están agotadas.
- En los cines. El próximo martes, a las 19, en las salas de la cadena de Showcase emitirán El lago de los cisnes, nueva producción del Royal Ballet de Londres, protagonizada por Marianela Núñez y Vadim Muntagirov.
- La gira argentina. Del 17 al 31 de este mes, la bailarina, con Alejandro Parente y bailarines invitados, hará una gira nacional que llegará a Corrientes, Salta, Rosario y Mar del Plata. También bailará en la sala del Sodre de Montevideo, Uruguay.
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