Adiós a Ekaterina, la grande del ballet
A los 70 años, falleció la legendaria Ekaterina Maximova, esposa y pareja en los escenarios de Vladimir Vasiliev
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MOSCU (AP).- La bailarina rusa Ekaterina Maximova, quien agració el escenario del Teatro Bolshoi por 30 años, falleció ayer en esta ciudad. Tenía 70 años.
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“Ekaterina la grande” -conocida así por su técnica y versatilidad- o simplemente “Katia” -como la llamaba su círculo íntimo- había nacido el 1° de febrero de 1939 en la capital rusa donde ayer, repentinamente, murió. Según precisó la portavoz del Bolshoi, en ese momento, su marido no se encontraba en su casa: “Vladimir Vasiliev estaba fuera del país”, dijeron, además de informar que hasta aquí se desconocen las causas de su deceso.
Maximova ingresó en el Ballet del Bolshoi en 1958 y en esa compañía interpretó durante tres décadas todos los roles principales del repertorio clásico, desde su Masha iniciático en El cascanueces hasta su despedida en 1990 (no obstante, su última vez con el baile en ese escenario fue cuando cumplió los 60). Por su propio brillo, pero además por la pareja artística tan complementaria que formó con su marido -de las más emblemáticas en la danza del siglo XX-, la diva rusa se transformó internacionalmente en una mujer querida, artista aplaudida y bailarina admirada, que se animó también a lenguajes más modernos.
Nuestro país la conoció en 1977, cuando por primera vez llegó al Colón para hacer Giselle. Desde entonces hasta ahora, siempre con Vasiliev, construyó con el público local un fuerte lazo. Juntos volvieron en 1979, y en 1980 fueron protagonistas del estreno de Don Quijote, con coreografía de Zarko Prebil. A esa Kitri insuperable es a la que balletómanos y artistas de nuestra escena recuerdan hoy con singular afecto. En esa década, fueron varias -por lo menos cinco- las presentaciones que la dupla ofreció en la sala de la plaza Lavalle, en el Luna Park y en teatros de las provincias.
“Cuando hacía Giselle -decía ella, que había debutado en ese rol a los 19 años, preparada por su maestra Galina Ulanova-, la adoraba, pero después venía Don Quijote y también me encantaba. Cada personaje aporta su mundo, su idiosincrasia, emociones y características a las que hay que darles vida con la sensibilidad propia. Pero los ballets son como los hijos para una madre: no puedo decir que tuve preferencias”, decía Maximova a LA NACION en una entrevista concedida en Buenos Aires, en 2001. Entonces, habían pasado algo más de diez años de su interpretación en Aniuta, de Vasiliev, y dejaba a la Argentina que llevaba “marcada a fuego en la memoria como un tesoro maravilloso” sin poder cumplir con su misión de estrenar, Paganini , también de su marido, en el Teatro Argentino de La Plata, por problemas gremiales.
Desde fines de los 90, Maximova estaba dedicada a la docencia. "Katia", la mujer frágil, de flequillo corto, inmejorable marco para unos grandes ojos claros, falleció en la víspera del Día de la Danza. Fumaba mucho, comentaban. "Ekaterina la grande" ya es inmortal en la historia de la danza.
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