Hoy se cumplen 22 años del suicidio de la actriz de Blanco y Negro, la comedia que fue furor en los años ‘80
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Se cumple hoy un nuevo aniversario de la muerte de Dana Plato. La actriz -que saltó a la fama por su papel de Kimberly Drummond en la exitosa serie Blanco y Negro- murió el 8 de mayo de 1999 por una sobredosis de pastillas. Si bien la noticia de su suicidio conmocionó al mundo entero (apenas tenía 34 años), su estilo de vida lleno de excesos, su adicción al alcohol y las drogas y algunos delitos policiales que la llevaron a prisión en más de una oportunidad no fueron más que señales que anticiparon su trágico final.
Sin dudas, la serie de la cadena NBC marcó un antes y un después en su vida. Así como inmediatamente después de su estreno la llevó a la cima de la fama, convirtiéndola en una de las adolescentes más famosas de la década del ’80, su salida del aire pareciera haber trabado su carrera, ya que la actriz nunca más volvió a vivir un éxito de tal magnitud.
Sin embargo, esta especie de “maldición” no sólo cayó sobre Plato, sino que sus hermanos en la ficción también padecieron lo suyo cuando la serie se quedó fuera de la pantalla. Mientras que Gary Coleman -que interpretaba al encantador Arnold- tenía un problema renal que impedía su crecimiento y falleció a los 42 años; Todd Bridges -que encarnaba al adolescente Willis- fue víctima de un manager pedófilo, también tenía problemas con el alcohol y las drogas y tras la cancelación de la serie, pasó un tiempo en prisión. Al parecer, ninguno pudo despegarse del peso de sus roles ni triunfar en otros papeles.
Casualidad o no, las tragedias que invadieron la vida de los protagonistas de esta comedia hizo que Blanco y Negro sea catalogada como una de las series signadas por las desgracias. De hecho, cuando le preguntaban a la propia Plato acerca del destino de sus compañeros, solía decir burlona: “Posé desnuda para Playboy, Gary está demandando a sus padres, Todd fue arrestado... Ese Drummond sí que fue un pésimo padre”. Lamentablemente su humor no alcanzó para salvarla de un destino tan triste que ni los guionistas más creativos podrían haber previsto para ella.
De un pasado tormentoso al mayor éxito de su carrera
Plato nació como Dana Michelle Strain el 7 de noviembre de 1964 en Maywood, California. Su mamá biológica, Linda Strain, era apenas una adolescente cuando la trajo al mundo, motivo por el cual decidió entregarla en adopción cuando cumplió siete meses. Dean Plato, el dueño de una empresa de camiones, y su esposa Florine se hicieron cargo de ella, hasta que se divorciaron y la pequeña de tres años se crió sola con su madre adoptiva en el Valle de San Fernando.
Su notable belleza y carisma hizo que Florine la anotara en cuanto casting apareciera, convirtiendo a la pequeña de rizos definidos y mirada angelical en una niña de la tele y la publicidad desde muy chica. A los siete años ya había protagonizado más de 100 comerciales y a los 11, apareció por primera vez en una ficción, en un episodio de El hombre nuclear.
Su debut en la pantalla grande llegó recién en 1977 con Regreso a Boggy Creek, una olvidable película de aventuras. Años más tarde, la actriz reconoció que por culpa de su madre (una mujer muy sobreprotectora) rechazó dos papeles que pudieron haberla catapultado a la fama mucho antes: el de Regan MacNeil en El exorcista y el de Violet en Niña bonita, papel que finalmente interpreto la estrella Brooke Shields.
Su revancha no tardó en llegar cuando participó del programa de talentos The Gong Show. Un productor la vio y la recomendó para una serie que estaba preparando la cadena NBC: la inolvidable Diff’rnt Strokes, más conocida como Blanco y Negro en la Argentina y parte de Latinoamérica. En ella, Plato interpretaba a Kimberly Drummond, la hija de un millonario (Conrad Bain), que adoptaba a los hijos de su fallecida ama de llaves, cambiando su destino para siempre. Así Arnold y Willis (Coleman y Bridges), dos hermanos afroamericanos de Harlem dejaban los suburbios de Nueva York y se mudaban a un lujoso apartamento en la exclusiva Park Avenue de Manhattan, para convivir con el señor Drummond y su hija adolescente.
En un país (aún hoy) atravesado por el odio racial, esta comedia que inmortalizó la frase: “¿De qué estás hablando, Willis?” fue pionera en temas de integración y rápidamente se convirtió en un éxito mundial, emitiéndose entre 1978 y 1986. Tanto Plato como sus compañeros, Coleman y Bridges, se volvieron figuras públicas y sus vidas adolescentes cambiaron por completo; algo bastante difícil de asimilar cuando ocurre de repente.
Detrás de escena
Mientras la pantalla mostraba a la típica adolescente de clase alta neoyorquina cuando las cámaras se apagaban la realidad era otra. Esta muchachita de cabello rizado, ojos cristalinos y sonrisa encantadora era en realidad una chica depresiva, triste e insegura. Su historia de abandono, sus constantes conflictos con su madre adoptiva y su frágil psiquis se encontraron con el éxito repentino y el lado B de la fama. Ese combo fue explosivo. Sus problemas con el alcohol, la cocaína y la marihuana se volvieron cada vez más frecuentes, experimentando su primera sobredosis con sedantes (Valium) a los 14 años.
A pesar de que su vida estaba tomando un rumbo descontrolado (a los 15 solía presentarse a trabajar alcoholizada), su rol en la comedia fue adquiriendo cada vez más protagonismo llegando a ser merecedora del: “¿De qué estás hablando, Kimberly?” por parte de su hermano menor. Su popularidad crecía a pasos agigantados y la conexión con sus compañeros de elenco cada vez era más fuerte. Tanto que los rumores de un posible affaire con Bridges ocuparon las primeras planas de las principales revistas del corazón.
Si bien ellos prefirieron mantenerlo en secreto, esa relación que traspasaba los límites de una gran amistad fue confirmada por el propio actor en su autobiografía Matando a Willis: De Blanco y Negro a la vida real que siempre quise. “Dana y yo éramos muy unidos. Todo lo que hacíamos juntos tenía algo de inocente. Éramos dos buenos amigos ansiosos por tener experiencias locas. Dana podía tener días de fiesta más extremos, pero todo se puso más oscuro para los dos cuando se terminó el programa”, recordó el único integrante con vida del elenco original.
En 1984 una noticia inesperada cambió su vida personal y profesional para siempre: Dana, de 18 años, quedaba embarazada de su novio, el guitarrista de rock Lanny Lambert. La séptima temporada de la exitosa ficción era inminente y a Plato se le ocurrió una idea: involucrar su embarazo en la trama, pero su pedido fue rechazado. Según los guionistas, la adolescente -criada en una de las mejores escuelas neoyorquinas perteneciente a una familia blanca de la elite estadounidense- no podía permitirse un embarazo, pero sí un viaje de estudios a París, por lo que su salida del aire fue definitiva.
Mientras Kimberly vivía la fantasía parisina, Dana se casaba con su novio rockero y, dos meses después, se convertía en madre de Tyler Edward. Sin embargo, y a pesar de todos los esfuerzos posibles, su nueva vida familiar no pudo salvarla de su propio calvario. Tras su divorcio en 1988, Plato perdió la custodia de su hijo (a causa de sus adicciones) y el menor quedó a cargo de su padre y su abuela. A esto, se sumó la muerte de su madre adoptiva, algo que la terminó de desmoronar por completo.
En el plano profesional, la actriz corría la misma suerte. La Dana “aniñada y angelical” había desaparecido y la “adulta y madre” parecía no tener lugar en Hollywood. En una desesperada búsqueda por volver a reinsertarse, la actriz posó para la revista Playboy e hizo papeles secundarios en películas de bajo presupuesto y poca calidad como El principal sospechoso, Blade Boxer, Desperation Boulevard y Pacino Is Missing.
De la tele a la prisión
Desde entonces su vida osciló entre el drama y el policial. Mientras no conseguía recuperar su lugar en el medio, los problemas económicos comenzaron a invadirla. Para colmo, su representante se había fugado con buena parte de sus ahorros y la dejó en la ruina. Fue así como no tuvo opción, se mudó a Las Vegas y consiguió trabajo en una lavandería.
Pero la plata no le alcanzaba para cubrir ni sus gastos ni sus gustos. Desesperada por la situación y perdida por sus adicciones, Plato volvió a ser noticia, aunque esta vez no por su trabajo sino por cometer ciertos ilícitos propios de cualquier ficción de Hollywood. En 1991, fue arrestada por robar un videoclub (se llevó 164 dólares) con una pistola de aire comprimido.
Además del susto, el empleado del local se llevó una gran sorpresa cuando descubrió quién era su asaltante. “Me acaba de robar la joven que hacía de Kimberley en Blanco y Negro”, no paraba de repetir mientras pedía auxilio al 911. A los 15 minutos, Dana fue detenida. La noticia conmocionó a toda la opinión pública y un conocido animador de Las Vegas, Wayne Newton, pagó una fianza de 13 mil dólares y le compró la libertad condicional. Lo que Dana no sabía es que volvería a la cárcel en enero de 1992, luego de falsificar una receta de sedantes.
Plato se hundía cada vez más en sus propios demonios y un programa de rehabilitación fue la única salida por ese entonces, aunque a juzgar por lo que siguió no sirvió de mucho. Ante semejante panorama, su madre biológica decidió acercarse y si bien el primer encuentro fue televisivo, la relación continuó por un tiempo, el necesario para limar asperezas del pasado. “Fue un tiempo maravilloso pero breve”, reconoció Linda públicamente.
Sus días por fin parecían encarrilarse y Dana decidió darse una nueva oportunidad en el amor. Se comprometió con Fred Potts, un cineasta que le propuso un cambio en su vida: instalarse en Arizona, mantenerse lejos de las drogas y el alcohol, y volver a empezar como actriz, pero eso nunca sucedió.
Robert Menchaca fue su última pareja, esa que le propuso un estilo de vida más despojado y libre de ataduras. Entonces, mientras luchaba por mantenerse sobria y reaparecía cada tanto en alguna película erótica de la época, Dana hizo las valijas y se fue a vivir con él a una casa rodante en Florida, pero el desenlace de la historia era inminente.
El día D
Los escándalos rondaron su vida hasta un día antes de su muerte. En marzo de 1999, dos meses antes de su suicidio, Dana fue defenestrada públicamente por Jennifer Wejbe, una excompañera de cuarto en Los Ángeles. La mujer la acusaba de haberle robado plata, advertía que nunca había dejado de consumir cocaína y que vivía en medio de una pila de platos sucios. También contó que la había visto mendigando en Hollywood y aseguraba que se le había insinuado.
Sus dichos enfurecieron a la actriz, quien un día antes de su muerte se presentó en el programa de radio de Howard Stern para hacer su descargo. Su intención era limpiar su imagen pero nada salió como esperaba. Si bien reconoció su pasado de adicciones, advirtió que hacía años que se encontraba limpia de drogas y alcohol. “Sólo tomo los medicamentos para las muelas”, aclaraba mientras los oyentes se volcaban en masa al teléfono para declararla culpable o inocente. Ante semejante repercusión, la propia actriz ofreció un mechón de su cabello para que le hagan un análisis, aunque éste nunca se hizo ya que la rubia montó un escándalo para que se lo devolvieran, tras finalizar la emisión.
Al día siguiente, el 8 de mayo de 1999, Plato y su pareja emprendieron un viaje hacia Los Ángeles que coincidió con la celebración del día de la madre en Estados Unidos, por lo que se detuvieron en Moore, Oklahoma, para saludar a la madre de Robert. Luego de almorzar, la actriz se disculpó y se fue a recostar en la casa rodante, ya que se sentía algo cansada. Un rato después, la encontraron muerta. La autopsia determinó que la artista murió por sobredosis, tras consumir varias pastillas de reconocidos sedantes (Valium y Loritab). Su causa se caratuló como suicidio y su cuerpo fue incinerado días más tarde.
A pesar de que sus constantes recaídas no eran una sorpresa, su muerte impactó a la industria del entretenimiento, no sólo por cómo fue sino por la edad que tenía Plato (34) en el momento de morir. Sin embargo, la polémica que rondó toda su vida no terminó con su muerte: siete años después, las causas de su deceso volvieron a instalarse en el centro de la escena cuando se desató una batalla legal entre sus allegados. Su hijo, Tyler Lambert, acusaba a Menchaca, su última, de contribuir a su fallecimiento por no haberle dado inmediatamente asistencia médica.
Claramente afectado, Lambert nunca pudo superar la prematura muerte de su madre y se sumergió también en el mundo de las drogas y el alcohol. En 2010, con tan sólo 25 años, se suicidó de un disparo en la cabeza. “Es una pena que una persona tan talentosa haga algo así con su vida. Él tuvo todas las oportunidades del mundo y no puedo entender qué fue lo que pasó”, afirmaba un allegado a la revista People. El joven era camarógrafo y compositor de canciones y tenía un gran futuro por delante. Curiosamente eligió quitarse la vida dos días antes del aniversario de la muerte de su madre.
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