El documental inverosímil de un tipo aparentemente normal.
Para los que están en sus veintes, Friends es el sitcom por excelencia. Los amigos bonitos que se reúnen en el Central Perk a tomar un café y a mostrar en qué consiste el humor estadounidense, ya son legendarios. Sus carreras han seguido en el cine y son invitados de honor en todos los eventos de la realeza de Hollywood. Pero los de treinta y cinco no pueden sacarse de la cabeza que hubo una época gloriosa en la que existieron sitcoms como Married With Children, y más adelante, el mejor de todos, Seinfeld.
Una serie con personajes más complejos y situaciones más sutiles, Seinfeld se conoció, acertadamente, como el programa que "trataba sobre nada". El último capítulo se emitió en vivo en Times Square frente a cientos de personas que se entristecieron mientras pasaban los créditos finales y aparecían los personajes que le dieron forma a Seinfeld y que ahora son legendarios. Todos, menos Larry David.
Friends se termina este año, pero su formato es muy sencillo. Incluso ya NBC tiene lista la serie que servirá como su continuación y que se tratará de la vida de Joey [Matt LeBlanc]. Sin embargo Seinfeld es imposible de imitar. A menos que el genio de Larry David vuelva a poner su toque mágico en la tele, que fue exactamente lo que hizo con Curb Your Enthusiasm.
Larry David no era un nombre conocido para muchos, aunque hubiera sido la mitad del cerebro creador y coproductor de Seinfeld. Duró muchos años haciendo stand up comedies y se retiró antes de la séptima temporada para dedicarse nuevamente a los escenarios. Fue cuando el director Robert Weide lo contactó y empezaron a dibujar los primeros bocetos de Curb Your Enthusiasm. Basada en los tropiezos increíbles y embarazosos de la vida de David en Los Angeles, esta serie a la que HBO le puso el ojo, se graba a modo de documental, solo con dos cámaras y un guión básico el cual se modifica a medida que van rodando, por lo que los actores tienen la libertad de improvisar, dando paso a situaciones únicas en las que tanto en la pantalla como fuera de ella la gente se ríe de verdad. Ellos interpretan a la familia y amigos del protagonista, y en algunos casos hacen parte de la vida real del mismo. Lo impredecible, lo cotidiano, lo patético, lo desesperanzador de la vida de un productor de televisión visto a través de su propia perspectiva.
Así, hay historias como la del día que Larry le corta el pelo a una muñeca de colección, cuya dueña era una nena muy malgeniada. Larry, para completar la cosa, le arranca la cabeza a la muñeca y se la cambia por otra, perteneciente, claro, a una nena furiosa. Y entonces, bueno, no hay que contarla. Hay que verla, pero sobretodo verla muchas veces, porque es tan novedosa que en la primera no se agarra del todo. Un poco como Seinfeld.
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