"Me acabo de despertar, necesito unas horas para entrar en forma". Pasaron las seis de la tarde, ya anochece. Andrés Calamaro va de la cama al living, y de ahí a la cocina. Calienta agua para el mate, llena el termo y camina hacia su laboratorio de sonidos. Es un pequeño cuarto a la derecha de la puerta de entrada. Sus vecinos lo pueden ver desde la calle interna del barrio, en el norte del Gran Buenos Aires. "Estoy feliz en la cuarentena. Prefiero esto antes que ir de gira, toda la vida. Me gusta quedarme acá. En Madrid tengo un vecino con el virus... Y si estuviera allá, estaría comprando cosas en Amazon todo el tiempo. Amazon y porro…" dice en uno de los primeros monólogos de un día que, para el resto de los mortales, está concluyendo. Para él recién comienza la acción. "Si el trabajador se despierta a las 6 de la mañana, yo me despierto a las 6 de la tarde. Si el trabajador se duerme a las 9 de la noche, yo me duermo a las 9 de la mañana", resume.
Si los jueces hablan por sus fallos, el comandante -casi todas las noches en Instagram Live a través de su cuenta @a_calamaro- habla a través de sus experimentos de sampling. Dicho en criollo, monta un show de su mundo privado y lo hace con mezclas aparentemente imposibles, por ejemplo, entre Luis Salinas, Hermeto Pascoal y David Bowie. O con Ariel Ardit, Kanye West y el aria Nessun Dorma de la ópera "Turandot" de Puccini. La lista es interminable pero a lo largo de estas noches y trasnoches de aislamiento social, combinó a The Clash, Camarón de la Isla, Daniel Melingo, Tom Waits, Sonny Rollins. Son cortes de sonidos y voces que brotan de su chiche favorito de sampleo, modelo SP 404 ("barato, de chapa, y funciona con pilas" se entusiasma al explicar) y que él combina hasta obtener el maridaje justo. Es un momento efímero de placer musical que comparte con 100, a lo sumo 200 personas que se conectan. No son más, nada que ver con las multitudes que puede convocar en un show. Dice estar cómodo así. "Dos horas con quince mil personas delante, no es normal", afirma.
Estos ejercicios que combinan voracidad melómana -famosa entre sus colegas desde los 80-, vocación de productor 24/7 y diversión en soledad no quitan que la máquina de hacer canciones que habita en él, descanse. "Ayer me acosté pensando en la frase ´paralelas que se chocan´... Me tuve que levantar y escribir un verso. A veces a las 6 de la mañana vuelvo a encender la máquina para grabar algo que tengo en la cabeza". Eso y escribir décimas para cada día, ocupan su tiempo creativo. Un ejemplo. Día 12. "Cuando tercia la docena/ en el quinto mes del año / ya nada resulta extraño/ que viva la cuarentena/ Peor es cumplir condena/ en la sombra del presidio/ por agravante homicidio /menos pior quedarse en casa/ esperando ver qué pasa/ sin patrón y sin subsidio". Otro, para el día 13. "Socorro, doce mas uno / el huevo izquierdo me agarro/ En la sustancia del barro/ en el compás de montuno/ somos todos o ninguno/ pero al número prohibid / de mal fario concebido/ Procede tocarme un huevo/ y estrenar un día nuevo /Ni asustado ni afligido".
Ayer me acosté pensando en la frase ´paralelas que se chocan´... Me tuve que levantar y escribir un verso. A veces a las 6 de la mañana vuelvo a encender la máquina para grabar algo
Mientras tanto, se declara muy cómodo con el encierro y aislamiento. "Me lo tomo con calma. Estoy mejor que de gira. Esta gira que íbamos a hacer era la mejor: Berlín, Shepherd's Bush en Londres, Olympia en París, Milán y el Palacio de los Deportes en Madrid que no lo hacía hace 15 años", detalla sobre un tour del que sólo pudo concretar una fecha: en el festival mexicano Vive Latino, tal el último masivo del mundo pre-pandemia. "Cuando subí al escenario, me di cuenta y les dije ´chicos, no se olviden porque éste es el último festival grande de una época´. Lo supe". Sobre la popularidad y un ansiado anonimato, reflexiona. "´Sin documentos´ y ´Mil horas´ las ponen en casamientos, bautismos y festivales de provincia mexicanos, y en todo el Caribe. Pero nadie sabe que son mías. Atahualpa Yupanqui decía ´serás lo anónimo y ninguna tumba guardará tu canto´. Pasamos a lo anónimo. El año pasado conocí una chica de ventipocos. No me conocía ni de nombre ni de cara, pero conocía todas mis canciones" ¿Será así nomás? "Nos van a olvidar a todos. Bueno a Charly, a Luis Alberto no. A Troilo, a Gardel no. A los demás sí. La posteridad dura 50 años, a veces menos, a veces no existe". Levanta temperatura. "Odio el éxito ¡Success is a bitch! Pasaron 40 años, ya lo aprendí. ¿Sabés cuál es mi esperanza? Ser anónimo. Que dentro de 10 años se escuchen mis canciones sin saber quien las canta ¡Que se siga cantando ´Estadio Azteca´ pero se olviden de mí! ¡Que se siga cantando ´La libertad´ pero no sepan de mí!".
Pasa el segundo, tercer termo. Unos cuantos cigarros con lo mejor de varios continentes. Ya es noche profunda. Andrés Calamaro ahora está realmente despierto. "Me empiezo a encender, esto es un Live".
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