Cuando dos más dos es mucho más que cuatro
La literatura, se sabe, tiene efectos inesperados cuyo alcance va mucho más allá de la relación libro-lector, y la de ciencia ficción, en especial, muchas veces indeseados (y que pueden llevar a lecturas "paranoicas" que le atribuyen haber puesto la semilla de la idea de los peores y malsanos inventos). Pero también sirve para entender la realidad. O las realidades. Ahora es Más que humano, de Theodore Sturgeon, la que acude en nuestra ayuda para entender el fenómeno ¿local? de las bandas que van y vienen, para decirlo en criollo mal y pronto.
La novela de 1953 proponía, en resumidísimas líneas, el surgimiento de una nueva forma de vida, el Homo gestalt, a partir de la reunión de seis personas diferentes, con poderes únicos, pero a la vez marginados por ello mismo que descubren que están conectados y que sus mentes pueden actuar como una sola, como si fueran un ente diferente. Algo así como que dos más dos da veinticinco.
Algo así es lo que parece suceder, por ejemplo, con Los Fabulosos Cadillacs, que entran y salen de la banda al ritmo, básicamente, de sus pulsiones. Todos sus integrantes tienen actividades y carreras solistas, pero insisten cada vez que se les pregunta, lo que sucede en la banda es otra cosa. Y no se la quieren perder.
A ellos se suman ahora Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur que, tras los shows de ayer y hoy en Vórterix (y algunas otras fechas pendientes), pondrán de nuevo en el freezer a Illya Kuryaki and the Valderramas para volver a sus proyectos solistas, que ya tienen en marcha.
Como si IKV o LFC fueran dispositivos que les permitieran ser un poco más y un poco menos que seres individuales. La banda de rock como homo-musi-gestalt.
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