Crítica de Edmond: una obra francesa para la reapertura del Teatro Presidente Alvear
Miguel Ángel Rodríguez, Felipe Colombo y Vanesa González son los protagonistas de esta pieza escrita y dirigida por el francés Alexis Michalik
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Libro y dirección: Alexis Michalik. Traducción y adaptación: Fernanda Cava y Gabriela Ricardes. Elenco: Miguel Ángel Rodríguez, Felipe Colombo, Vanesa González, Nacho Pérez Cortés, Yanina Gruden, Eugenia Alonso, Gaby Ferrero, Luis Longhi, Abián Vainstein, Carlos Da Silva, Matías Milanese y Federico Lehmann. Música original: Romain Trouillet. Audiovisuales (reposición): Juan Selva. Iluminación (reposición): Matías Sendón. Iluminación: Arnaud Jung. Escenografía (reposición): Florencia Tutusaus. Escenografía: Juliette Azzopardi. Vestuario (reposición): Constanza Sparti. Vestuario: Marion Rebmann. Esgrima: Andrés D´Adamo. Dirección residente: Eduardo Gondell. Dirección adjunta: Fannie Outeiro. Sala: Alvear (Corrientes 1659). Funciones: miércoles a domingos, a las 19. Duración: 120 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
Por fin, después de casi una década, reabrió el teatro Presidente Alvear. Para esta esperada inauguración, la obra elegida por parte de las autoridades del Complejo Teatral de Buenos Aires fue Edmond, escrita y dirigida por el francés Alexis Michalik.
Edmond se estrenó en 2016 en el Palais Royal, de París, donde continúa hasta la actualidad con mucho éxito. Gano cinco premios Molière y tiene una versión en cine, Cartas a Roxane (2020), a cargo del mismo Michalik. Coproducción del CTBA con Acme, Le Théâtre du Palais Royal y Légende, la puesta en el Alvear replica la de París (por eso, la duplicación de nombres en algunos rubros de la ficha técnica).
¿Pero por qué fue la elegida para esta fiesta del teatro? Porque Edmond es una celebración del proceso creativo, plagado tanto de azar como de voluntad, desde las primeras semillas hasta la llegada al público. Aunque los personajes de la obra, basados en la realidad, no resuenen igual en Francia que en otro país, la pasión y la persistencia ante las dificultades para lograr el estreno son ejes de total identificación.
Edmond Rostand es un dramaturgo joven que a fines del siglo XIX insiste en escribir en verso cuando la moda del momento era el vodevil, el género popular creado por los franceses, influyente por su efectividad y criticado por “ligero”, cuya figura más conocida fue Georges Feydeau, autor de La pulga en la oreja, Hay que purgar al bebé, entre otras. Rostand está casado, tiene hijos, se endeuda, no le va bien con sus obras. Los planetas se alinean cuando la actriz Sarah Bernhardt le presenta al actor Coquelin, también endeudado y con igual necesidad de “pegarla” con un suceso de taquilla.
Hasta aquí las condiciones de producción, siempre adversas. Pero el amor es más fuerte. Y encuentra la forma de cumplirse. Inspirado por un actor amigo enamorado de una bella y sensible vestuarista, Rostand escribe Cyrano de Bergerac, un melodrama en verso, con acción, ternura, tristeza y humor, basado en un personaje real del siglo XVII, que cautivará para siempre al público francés. Rostand reescribe a Cyrano como Michalik a Rostand: la puesta en abismo es ostensible porque la obra es el teatro contándose a sí mismo.
Por lo tanto, los artificios están a la vista desde el primer momento. Luces prendidas, el público ve a los actores y actrices en el escenario antes del aviso de silenciar los celulares. La escenografía es móvil para cambiar de una escena a otra rápidamente, una puerta, una cama, un escritorio, un perchero. Todo el tiempo se juega con el detrás de escena: el elenco mira a público pero también da la espalda.
Artificio también, podría considerarse, que Edmond, la obra, esté construida como un vodevil y no como un drama. El elenco, bien diverso en trayectorias, se adaptó a la perfección a ese tipo de registro que requiere mucho compromiso físico y precisión en entradas y salidas: Miguel Ángel Rodríguez (Coquelin), Felipe Colombo (Edmond), Vanesa González (Jeanne, la musa inspiradora), Nacho Pérez Cortés (Léo, el actor buen mozo), Yanina Gruden (Rosemonde, la mujer de Edmond), Eugenia Alonso (Marie, la actriz diva), Gaby Ferrero (la Bernhardt), Luis Longhi, Abián Vainstein, Carlos Da Silva y los Pipis, Matías Milanese y Federico Lehmann. Salvo Colombo, todos interpretan varios personajes, desde dos (breve aparición de Rodríguez como Stanislavski) hasta nueve como Vainstein.
Con dos horas de duración, que podrían ser menos, Edmond dialoga por la temática con La comedia es peligrosa, la obra escrita en verso, y con mucho de vodevil, de Gonzalo Demaría y dirección de Ciro Zorzoli, que el Teatro Nacional Cervantes les encargó para el festejo de sus primeros cien años en 2021. En ambos casos, celebración para un ritual que no se rinde.
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