Crítica: Air es un irresistible acercamiento a las múltiples capas del sueño americano
Inspirada en la historia real que convirtió a Nike en gran protagonista de la competencia más fuerte en el mundo de la ropa deportiva, Air ratifica el talento como narrador de Ben Affleck y se apoya en un elenco excepcional
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Air: la historia detrás del logo (Air, Estados Unidos/2023). Dirección: Ben Affleck. Guión: Alex Convery. Fotografía: Robert Richardson. Edición: William Goldenberg. Elenco: Matt Damon, Jason Bateman, Chris Messina, Viola Davis, Chris Tucker, Matthew Maher, Ben Affleck. Duración: 112 minutos. Distribuidora: Warner. Calificación: apta para todo público. Nuestra opinión: muy buena.
Desde que puso en marcha en 2007 su magnífica carrera como director con Desapareció una noche, Ben Affleck siempre se interesó en contar historias en las que sus personajes centrales son profesionales decididos a cumplir un plan que va convirtiéndose en verdadera obsesión. Esta búsqueda se perfeccionó en Atracción peligrosa, Argo (verdadera obra maestra, ganadora del Oscar hace una década) y Vivir de noche, todos ellos relatos de gran tensión, muy serios en sus derivaciones policiales y de suspenso, con personajes que exponen motivos muy claros para actuar de determinada manera y una incertidumbre que se sostiene hasta el instante final, por más que tengamos por anticipado cierta intuición acerca de cuál será el desenlace.
La suma de esta obra consolidó a Affleck en la última década y media como uno de los grandes narradores del cine estadounidense. Sus películas son precisas, amenas, fluidas. Y sobre todo muy clásicas en la exposición de las situaciones y en las conductas de sus protagonistas. No hay en ellos (y por extensión en la manera de ver el mundo que tiene el director) vueltas, artificios, dobleces o simulaciones. Expresan y defienden una verdad que se traslada a la historia y el espectador reconoce de inmediato.
En su segunda incursión por historias tomadas de la realidad (la primera fue Argo), Affleck recupera la tensión y la intensidad de sus thrillers previos en un contexto mucho más ligero. Ya conocemos de sobra el final de los hechos narrados en Air, pero el director se las ingenia para que los vivamos desde la butaca como si no supiéramos qué ocurrirá en el momento decisivo. Haber logrado este efecto es uno de los muchos méritos de esta espléndida película, que define desde múltiples y simultáneas capas la idea del sueño americano. Y sobre todo la posibilidad cierta de lograrlo.
Solo de esta manera es posible dejar de pensar en Air como una suerte de vehículo promocional del éxito de una marca y verla como lo que es, la crónica de un éxito visionario y a la vez afirmado en la realidad. Estamos en 1984, cuando Nike es una firma pequeña en franco crecimiento dentro del mercado de indumentaria deportiva, pero todavía con aspiraciones pequeñas y rezagada frente a rivales muy potentes (Adidas, Converse) que respaldan su fortaleza en algunos contratos multimillonarios firmados con grandes estrellas.
Todo podría seguir igual, nos sugiere Affleck, si no apareciese alguien dispuesto a mirar más allá, vislumbrar un quiebre y cambiar la historia. Esa figura es Sonny Vaccaro (un Matt Damon en estado de gracia interpretativo), cazador de talentos y dueño de un ojo clínico para entender hacia dónde se orienta el mundo del básquet. Vaccaro intuye el potencial del hasta allí desconocido Michael Jordan y se (auto) convence de que la única manera de proyectar a Nike en ese mundo es poner literalmente todas las fichas en convencerlo y contratarlo. Una apuesta extrema y riesgosa en manos de un ludópata que no puede equivocarse, porque tiene en sus manos el futuro laboral de mucha gente.
Air es la rigurosa, apasionante y sobre todo muy entretenida crónica de esa búsqueda que de entrada parece imposible. Vaccaro se mueve entre la responsabilidad, el riesgo y la convicción de estar haciendo lo correcto hasta en los momentos de mayor duda, sobre todo cuando decide acercarse fuera de toda norma y código a la familia de Jordan, y sobre todo a su madre (Viola Davis, mejor que nunca).
Air progresa de la mano de una estructura muy clara y precisa. Hay momentos bien descriptivos, otros en los que vemos a los personajes centrales en corazón de sus cavilaciones y finalmente aquellos momentos de movimiento y acción pura, donde se ponen en juego todas las convicciones. Affleck maneja esa paleta múltiple con una consistencia admirable y encara cada paso siempre atento a la identidad de sus protagonistas. Allí está el Vaccaro de Damon, preguntándose a cada momento si la firmeza de sus propósitos tiene sustento. Y a su lado también brillan Davis, Jason Bateman, Chris Messina (formidable como el sanguíneo y desalmado agente de Jordan), Chris Tucker y hasta el propio Affleck, que llena de perplejidad, gracia y salidas inesperadas a un personaje clave: nada menos que Phil Knight, el CEO de Nike.
Jordan, a quien nunca le vemos la cara, parece el menos importante de todos. A su alrededor bailan los verdaderos protagonistas de este relato enteramente disfrutable, enriquecido todavía más por una magnifica ambientación de época y una banda de sonido irresistible, plena de inmortales hits ochentosos.
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