Cristina Pérez-Rodolfo Barili: "Lo revolucionario es perdurar"
Tras llevarse tres premios Tato, batieron el récord de Mónica y César al cumplir quince años al frente de Telefé Noticias, donde demuestran que la calidez no está reñida con el rigor periodístico
Cuando Cristina Pérez y Rodolfo Barili estrenaron sus roles al frente de Telefé Noticias llevaban consigo en la columna del "debe" algunas cuestiones por resolver: el deseo de instalar un espacio informativo donde no lo había, lograr construir un vínculo honesto con el televidente y, finalmente, el desafío de lograr credibilidad como pareja televisiva. Ese bagaje que acarreaban en sus inicios hoy forma parte del "haber" y es la marca que los identifica.
En agosto se cumplieron quince años de la primera emisión de un noticiero que era bien diferente al actual, menos sofisticado en cuanto a la utilización de la tecnología y que debía arremeter contra tanques ya consolidados. Muchas cosas cambiaron, entre ellas el país, pero el sello de sus conductores sigue de pie. Y más arraigado: Pérez y Barili no sólo se llevaron recientemente dos Premios Tato (al mejor noticiero y a la mejor conducción de noticiero), sino que además superaron el récord que ostentaban Mónica Cahen D'Anvers y César Mascetti al frente de un informativo televisivo. Cristina Pérez y Rodolfo Barili son la pareja que, hasta ahora, más años ha perdurado, en un formato de este tipo, en la televisión argentina. En tiempos de inmediateces y frugalidades, no es poco mérito. Al contrario.
"En un mundo fugaz, lo revolucionario es perdurar. Creemos en el camino de lo que permanece porque creemos en el vínculo. Apostamos por lo humano. Si se apuesta a eso, ocurre el milagro. Se genera el encuentro. No hay que temerle a lo fugaz, pero nosotros nos jugamos por el vínculo", dice a LA NACION una distendida Cristina Pérez en el bar del canal, tres horas antes de ingresar en la vorágine del vivo.
Ese café compartido con su compañero de conducción es un ritual insoslayable que les permite repasar el pulso de la actualidad a modo de preámbulo de lo que será la emisión de las ocho de la noche. "Cuando la gente te dice que sos parte de su familia, es el elogio más grande que podés recibir. Es un orgullo. Un privilegio. Detrás de eso está el que te crean y esa es una enorme responsabilidad", explica Rodolfo Barili enfundado en ropa informal, al igual que su compañera. Un look bien alejado del outfit que demanda el protocolo de las noticias.
Los imponentes estudios de Telefé Noticias están ubicados en Martínez. Cinco horas antes de salir al aire, los periodistas ya están en la redacción, enmarcada por monitores que disparan las noticias de todas las señales nacionales y de las más importantes cadenas extranjeras. Pérez y Barili no son meros presentadores. Se involucran con la actualidad y hasta producen algunos segmentos con temas que les despiertan interés. La salida al aire es tan sólo el punto final de un trabajo arduo que comienza con las reuniones de producción, la discusión del abordaje de la noticia y la mirada personal de cada uno.
La mujer de Tucumán y el hombre de Rauch. La fanática de Vélez y el hincha ferviente de San Lorenzo. La intelectual que goza con la lectura en idioma original de los textos de William Shakespeare y el músico irreverente que enarbola la bandera del rock pesado. Ella decidió no ser madre. Él es un cultor de la vida junto a los hijos. ¿El agua y el aceite? La física podría explicarlo desde la atracción de los polos opuestos . La psicología tiene sus propias leyes para analizar su dinámica. Lo cierto es que ambos conforman una pareja que se muestra añejada en una lógica y, a su vez, con individualidades bien diferenciadas.
Una buena receta
-¿Cómo se mantiene la vigencia durante quince años en un medio tan competitivo?
Cristina Pérez: -En broma le digo siempre a Rodolfo que es la pareja que me duró. Nos preguntamos cómo sucedió. En parte tiene que ver con que nos conocemos mucho, entendemos lo que el otro va a decir con sólo mirarnos y nos respetamos profundamente. Sabemos convivir. Potenciamos los acuerdos y convertimos los desacuerdos en algo positivo. Eso es clave. De lo contrario, un mal vínculo traspasaría la pantalla y la gente se daría cuenta.
Rodolfo Barili: -Hay algo que tiene que ver con una química que es natural. Uno sabe qué es lo mejor de cada uno, cuándo es el mejor momento del otro. El trabajo es en equipo. Ella lee a Shakespeare y yo escucho punk. Alguien diría que eso no tiene nada que ver. Esa es la idea. Algo sucede para que haya feeling.
C. P.: -La tele es como un microscopio, se nota todo. Y hacer un noticiero es como lanzarte al vacío desde un trapecio. Tenés que estar seguro de que tu compañero te va a agarrar. El aire de la TV es el vacío y no hay espacio donde te sientas más solo que frente a una cámara. Aprendimos a sostenernos en ese salto y a desestimar cualquier conflicto. Somos como los Rolling Stones: hay que subir al escenario y hay que subir con todo, más allá de alguna diferencia.
R. B.: -Además, compartimos la esencia de lo que es este trabajo: la rigurosidad y el respecto por el televidente.
C. P.: -Crecimos juntos. Fueron los quince años más importantes de nuestras carreras. Uno agradece los orígenes, pero Telefé Noticias fue el despegue.
R. B.: -A veces ella completa una frase mía o viceversa. No hay guión. Sucede.
C. P.: -Nos manejamos mucho con las miradas y, a veces, la discordia parece concordia. No hay ensayo.
-Me están vendiendo un mundo ideal. ¿Nunca discuten?
R. B.: -Sí, a veces.
C. P.: -Pero poco.
R. B.: -Aparecen las discusiones de redacción.
C. P.: -¡Si no discutís en una redacción, no hay redacción!
En la calle, no hay día en el que no les pregunten si son pareja fuera de las cámaras. "La gente nos dice: «¡Vamos, díganlo!». Buscan confirmar una presunción", dice Rodolfo. Ellos toman con humor las consultas y hasta se sorprenden con esas fantasías. Pero también saben que forma parte de las consecuencias del vínculo generado con el televidente. A diferencia de los ya ilustres Mónica y César, ellos edificaron su vida cada uno por su lado. Aunque comparten con la legendaria pareja de San Pedro el compromiso y la pasión por la información.
C. P.: -Telefé Noticias arrancó de cero. Cuando empezamos, no había noticiero en el canal y teníamos enfrente a Telenoche.
R. B.: -Arrancamos muy bien y al tiempo hicimos sólo 2 puntos de rating. No fue fácil. Pero sabíamos qué camino queríamos hacer y a dónde llegar.
C. P.: -Cuando comenzamos nos reíamos porque no podíamos creer el tiempo que llevaban en el aire Mónica y César. Y hace un par de años, nosotros superamos esa marca.
R. B.: -Son referentes muy queridos.
C. P.: -Mónica y César tienen la simpleza de lo humano. Antes de estar en la TV, eran gente. Y se nota. Si alguien piensa que logramos un poquito de todo eso, estaría buenísimo. Ellos son personas cercanas.
R. B.: -La tele es un lugar de tantos egos que construir algo de a dos no resulta tan sencillo.
C. P.: -¡A pesar de que dicen que los matrimonios duran siete años, este noticiero lleva quince!
-¿Y cómo manejan los egos?
R. B.: -Tenemos espacios individuales que preservamos. Hay temas que le sientan bien a cada uno y entonces cedemos, confiamos en el otro.
C. P.: -El ego es necesario en la TV. Necesitás tener una dosis extra de autoestima, si no, no saldrías en ese lugar de exposición ante millones de personas. Eso no es normal, por eso tenés que tener desde donde pararte.
En la vida, no son pareja, pero se conocen con sus más y sus menos. A lo largo de quince años transitaron por diversos matices. "Nos contenemos -dice Cristina-. Cuando comenzamos, un viejo compañero me dijo que debía saber todo sobre ella porque eso generaba el vínculo", recuerda Rodolfo.
-¿Se cuentan sus vidas? ¿Hay confidencias o infidencias?
R. B.: -Pasamos muchas horas juntos, así que aparece el "No te veo bien" o el "Te veo muy bien, ¿a quién mensajeás con esa sonrisa?".
C. P.: -Rodo es la persona que está más cerca de mi WhatsApp.
R. B.: -Somos muchos en el equipo, así que hay que quererse y buscar el clima de respeto y concordia.
Adiós al pago chico
Ambos comparten una historia de desarraigo. De esfuerzo solitario lejos de los afectos y los aromas del lugar natal. Cristina nació en un Tucumán aún pueblerino, distinto al de hoy. Rodolfo es de Rauch, una ciudad de ritmo cansino en la llanura bonaerense. A sus 19 años, a Cristina la trajo a la gran urbe el amor por la ciudad y por su vocación. Un contrato de dos meses en Nuevediario fue la oportunidad para trocar la espesura de Yerba Buena por avenidas de cemento: "Llegué en el micro y entre sueños no me alcanzaban los ojos para mirar todo. Fue como cambiar de planeta: estás solo, lejos de tu familia que te contiene, de los ruidos de tu casa. No era la época de los celulares, no había Internet. Era encontrarse con uno mismo. Eso es el desarraigo", rememora nostálgica la periodista.
El caso de Rodolfo es similar. A los 18 años se zambulló en la aventura: "Cuando llegué a Buenos Aires, hubo un tiempo en el que dormía en un estudio de la radio en la que trabajaba. No tenía un peso, pero siempre hubo alguien que me dio una mano. La realidad de Buenos Aires era -es- otra. A veces voy por la avenida Corrientes y miro para arriba buscando repetir el asombro de aquel pibe que llegó de Rauch. No quiero perder la contemplación".
-Hubo soledad, angustia. Pero imagino que también una gran satisfacción por atreverse a la aventura de cumplir el sueño.
C. P.: -Yo estaba feliz, ¡había llegado a Buenos Aires!
R. B.: -Hay que ir detrás del sueño. Es duro, pero hay que ir.
-¿Recuerdan algún hecho puntual que los haya marcado en aquellos tiempos?
C. P.: -Cuando me bajaba del colectivo que me llevaba al canal, para mí era un desafío contar los pasos para cruzar Libertador, porque en mi provincia no había una avenida tan grande. Era como un reto. Veía el semáforo y calculaba. También recuerdo que llegué en diciembre y no había tomado conciencia de que se venía la Navidad y no tenía con quién pasarla. Jamás olvidaré que un chico del canal me invitó a cenar con su familia.
R. B.: -Yo pasé mis primeros Navidad y Año Nuevo en Buenos Aires en el canal. Para mí era una felicidad. Como no tenía plata para volver a Rauch, qué mejor que estar en el lugar en el que más me gustaba estar. También recuerdo que me impactó mucho la gente durmiendo en la calle. Tuve tres amigos del ISER que me cuidaron mucho en esta jungla tremenda y maravillosa.
-Imaginen que pueden volver al Tucumán y el Rauch que dejaron, ¿qué es lo primero que ven, con quiénes se encuentran y qué huelen?
C. P.: -Los lugares que yo frecuentaba en Tucumán ya no están más, salvo el colegio. Vuelvo y me siento extraña. Si viajase en este mismo momento me encontraría con mi mamá y mis hermanos. Y con mi papá, también. A pesar de los cambios, aún puedo percibir el aroma de los árboles de naranja.
R. B.: -Rauch está muy parecido a cuando yo vivía allí. Es mi lugar en el mundo. Si viajase ahora mismo, me juntaría con mi vieja. Y seguramente disfrutaría del olor de la lluvia con un poco de tierra pegando sobre el asfalto.
Lejos de la frialdad
Una de las características del tándem que conforman Cristina y Rodolfo es el poder naturalizar sus sensaciones frente a la noticia. Apartados de ciertos formalismos o de esa escuela en la que el presentador no dejaba vislumbrar su postura o sus sentimientos, ellos se involucran. Y este es, indudablemente, uno de los atractivos que tienen para sus televidentes. "Con la muerte de Gustavo Cerati hicimos un quiebre. Cuando me enteré, estuve en shock un rato largo en la redacción. Y cuando fuimos al aire, Cris se quebró. Luego de presentar la segunda nota, decidimos hablarle de Gustavo a la gente desde dos personas que son generacionalmente cercanas a él. Aquella noche hicimos un noticiero genuino", recuerda Barili.
-¿Qué otra noticia los quebró?
R. B.: -El dolor por el hundimiento del submarino ARA San Juan es inconmensurable.
C. P.: -Cuando se anunció que no había esperanza de sobrevivientes, nos pusimos a llorar en vivo.
R. B.: -Las historias te atraviesan igual que a la gente.
C. P.: -Si la esperanza se cae para el televidente, también se cae para nosotros. Ahí importa el vínculo genuino porque tenemos donde apoyarnos.
R. B.: -Y siempre nos despegamos del golpe bajo. No buscamos eso para tener dos puntos más de rating.
C. P.: -Trabajamos con la urgencia y cerca de la gente. Desde hace quince años estamos en todas las elecciones, anunciamos la muerte de dos presidentes, atravesamos la tragedia de Cromagnon o lo que sucedió en el último recital del Indio Solari. Uno está en momentos difíciles, pero hay un valor anterior a la información que es el "estar". La gente nos dice: «Gracias por estar». Eso es muy fuerte.
Si permanecer al frente de un noticiero es una tarea de alto compromiso, hacerlo en la siempre ajetreada realidad argentina potencia esa sensación de abismo. "Uno tiene que contar las noticias arraigado en los valores de la democracia y en el repudio a la violencia política que nos ha hecho tanto mal como país. Nos paramos siempre en la defensa de lo institucional. Pero, desde ya, defendiendo la divergencia. La democracia no es que pensemos todos igual, sino que vivamos juntos. Ser nación es tener un destino compartido. Tenemos que compartir ese destino mientras lo vamos haciendo. No debe ser irreconciliable la divergencia. El camino es el de la ley, lo institucional. Aunque parezca mentira, tenemos que volver a aprender eso porque hay fuerzas oscuras que sostienen que el camino no es la ley ni el debate, sino la violencia. Y eso como periodistas, trabajando en democracia, tenemos que contarlo, decirlo. El periodismo es un aliado de la democracia, a la que defiende desde la información sobre la base de los hechos", dice Cristina Pérez.
-¿Consideran que hay una naturalización de la violencia?
R. B.: -Me preocupa mucho la tolerancia a la violencia. Hay un sector que piensa que la defensa de sus ideas es a través de la violencia y la confrontación. No pido que nadie baje sus banderas, pero lo que sucedió en Plaza del Congreso es irracional, más allá de la ley previsional que se sancionó, que, como todo, es perfectible. Uno en democracia puede criticar, pero con cordura. Este noticiero jamás aceptó la violencia como camino. No podemos naturalizar eso. La democracia tiene herramientas para disentir dentro del sentido común y de la ley. El diálogo es hablar y escuchar. Y no es parte de eso la descalificación. Se nos pretendió decir que la violencia es el camino para la resistencia. No puede ser. Hay elementos para resistir, cambiar, protestar.
C. P.: -La violencia no es protesta. La violencia es violencia y es un delito. Y nadie puede ejercerla en nombre de una idea. El país tiene un desafío económico importante para poder incluir a todos los argentinos. Y debe ser un desafío realista. Entonces hay que ser cuidadoso al dar la noticia: a veces hay diferencia entre lo que uno quiere que sea y lo que es.
R. B.: -Cuando tu posición ideológica interesada está por encima de la verdad, la que pierde es la verdad. Uno tiene que buscar la verdad como sociedad. No se llega a la verdad si evito parte de lo que veo. Los dirigentes hacen una utilización y una lectura sesgada de la realidad y van mutando de ideas. Por otra parte, la violencia baja de arriba hacia abajo. Lo que sucedió dentro del Congreso es una muestra de eso.
C. P.: -Hay que levantar la voz ante la validación de la violencia de parte de dirigentes políticos. Un legislador que justifica el ataque a un periodista no honra el lugar que ocupa. La neutralidad no es frente a una balanza, sino frente a los hechos. La neutralidad no es una repartija frente a personas, sino ante los hechos.
R. B.: -No va la política de la compensación. La realidad es una y tenés que contar todo.
C. P.: -La posverdad es una pérdida de tiempo. La posverdad es otra forma de la mentira. Porque la solución en la vida va por enfrentar las verdades. Hay fuentes y circulación de datos que no son ciertos, que son operaciones, ataques intencionados, así que el desafío es doble.
-¿Sienten que han tenido algún costo por encarar la tarea desde esa concepción?
R. B.: -Se paga un precio por eso, pero el periodismo populista sería un error dramático que flaco favor le haría al trabajo que hacemos.
-¿Qué fue lo mejor y lo peor de la gestión de C. F. K. al frente del Ejecutivo?
C. P.: -Lo peor fue la corrupción récord que se ve reflejada en causas judiciales como nunca antes se vio tanto en montos de dinero como en multiplicidad. Incluyo en eso el encubrimiento del atentado contra la AMIA, que creo que es lo más grave del gobierno de Cristina Fernández. Como algo positivo siento que fue buena la intención de lograr un Estado más inclusivo, pero viendo los números del déficit ahí uno tiene una contradicción.
R. B.: -Creo que lo malo está en la búsqueda eterna de la victimización, una visión de que todo ocurre porque es política. Pero hay hechos inobjetables de la realidad, y de algunos de sus funcionarios y sus causas, que requieren una respuesta más sólida que una respuesta política para los problemas judiciales. A favor siento que cuestiones sociales muy profundas fueron tratadas con una visión que permitió llegar a mucha gente que, genuinamente, hoy entiende que estaba mejor antes, y estaba mejor, más allá de las consecuencias de no tener un verdadero sustento. Hubo una búsqueda en esos sectores postergados. Esos sectores sienten que el Estado estuvo más presente porque llegaron beneficios que antes no habían llegado. Y ese es el desafío que tiene Mauricio Macri hoy: con sustentabilidad debe incluir a muchos.
-¿Qué es lo mejor y lo peor de la gestión de Mauricio Macri en estos dos primeros años?
C. P.: -Un valor del gobierno de Macri es volver al apego a la institucionalidad. Y lo negativo es no comunicar hechos serios como la herencia recibida. O impulsar una reforma previsional sin explicarla a fondo. Ante una situación de gravedad, explicar no es una acción de marketing, sino una obligación.
R. B.: -Lo bueno de Macri es la búsqueda de soluciones a problemas que se arrastran desde hace tiempo. Y lo malo es cierta soberbia en esas soluciones buscadas o poca contemplación del todo.
La hora de "la explosión"
Roberto Mayo es el gerente de noticias de Telefé. Tiene a su cargo todas las ediciones del noticiero, al que llegó en abril. "Es un gran desafío construir donde ya está construido y poder llevarlo a otro estadio. Es un desafío más grande que cuando se arranca de cero. Telefé Noticias es un noticiero que está muy cerca de la gente. Ahí están la fuerza del equipo y la visión de los contenidos. Cristina y Rodolfo han logrado conducir ese noticiero, esa fuerza cercana al televidente, con naturalidad. Yo tengo el desafío de llevarlos a otra instancia, hacia un estadio de explosión", dice.
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