Cristián Hernández Larguía: un genio de la música antigua
Fue uno de esos milagros que ocurren de vez en cuando en la Argentina: la irrupción de genios de la literatura, la pintura y la música que nos distinguen y nos otorgan enorme prestigio en el mundo. Cuando Cristián Hernández Larguía decidió fundar, en 1962, el conjunto vocal-instrumental Pro Música de Rosario, ya había inaugurado su radiante trayectoria en 1946 como director del Coro Estable de Rosario, y había organizado, dirigido y asesorado en los secretos del arte coral a varios y prestigiosos directores de coro. Estaba convencido de que la música antigua no era tema de viejos, sino de jóvenes. Por esto reunió en torno suyo, con su fascinante y eterno regocijo espiritual, a un grupo de jóvenes para revivir obras del repertorio antiguo, desde la Edad Media y el Renacimiento hasta el período Barroco. Así se constituyó, en grupo coral-instrumental único de nuestro país, por rescatar y reivindicar obras desconocidas para el oyente más informado, ya en conciertos que fueron amenísimas clases magistrales de historia de la música, ya en decenas de grabaciones.
El miércoles pasado se nos fue con sus gloriosos 94 años, pletóricos de juventud y restallante humor. Lo habían internado a mediados de enero por problemas pulmonares que se le complicaron.
La herencia de Cristián Hernández Larguía es inconmensurable. Empezó recibiendo el enorme espaldarazo en el XV Concurso Polifónico Internacional más renombrado, el de Arezzo (Italia), aquel año 1967, en el que el Pro Música Rosario se alzó con el primer premio. Siguió con la clamorosa acogida en teatros de Alemania y con cientos de premios en el mundo entero. Pero sin duda su siembra más perdurable, más allá del antológico grupo vocal instrumental, son los organismos que fue incorporando a lo largo de cincuenta años: del Instituto y de la Fundación Pro Música Rosario: Orquesta de Niños (con el método Suzuki para violín), Orquesta de Cámara Juvenil, Grupo Instrumental, cursos, seminarios, conciertos? y la maravillosa convocatoria anual Cantemos la Navidad, en vísperas del 24 de diciembre, en la explanada del Monumento a la Bandera, en el que el Pro Música cantó e hizo cantar a la multitud decenas de villancicos de cada rincón del mundo, cuya letra en castellano se distribuyó entre el inmenso coro de participantes, reservándose el grupo los de idioma extranjero, que Cristián tradujo con amor y alegría.
Todo este universo que ha rodeado a ese faro del espíritu que fue Cristián pocas veces ha recibido el decidido apoyo oficial, y de modo retaceado, de la prensa escrita de Rosario. Se cumplió aquella sentencia: "Nadie es profeta en su tierra". No obstante, el Pro Música Rosario ha sorteado ignorancias de funcionarios y mezquindades de empresarios para acometer, con Cristián lanza en ristre y sus fieles escuderos de variadas flautas dulces y traveseras, cromornos, laúdes, tiorbas, vihuelas, violas da gamba, panderetas, tambores, clave, órgano, y cientos de canciones, su quijotada con admirable amor a ese arte prolífico de músicos anónimos o conocidos, que se remontan al siglo XI de la Europa milenaria y de nuestro cancionero popular.
Cristián Hernández Larguía vive entre nosotros. Por la magia de su genio incomparable. Lo vemos todavía sentado frente a sus grupos, con gestos apenas perceptibles. Estamos escuchando sus bromas y humoradas que hicieron felices a cientos de miles de fervorosos oyentes, fiel al viejo refrán "Enseña riendo". Él seguirá visitando nuestras vidas. Por siempre.