Creó una guitarra en homenaje al icónico disco “Artaud” de Luis Alberto Spinetta y la familia del “Flaco” lo felicitó
No está a la venta, pero está disponible para todos los músicos “que amen la obra de Luis”, cuenta Leonardo Gollo, su creador, un artesano del cuero que en sus tiempos libres se dedica a la luthería
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Todo comenzó con una epifanía. Leonardo estaba sentado en su casa, con la mirada perdida en uno de los cuadros que cuelgan de la pared, cuando se le ocurrió una idea que tardaría años en materializarse. “En un ambiente de mi casa tengo algunos cuadros relacionados con temáticas musicales, y está la tapa del disco Artaud”, explica el protagonista de esta historia en diálogo con LA NACION. Y afirma: “El formato se presta perfecto para hacer una guitarra”.
Aunque está registrado como el tercer disco de Pescado Rabioso, Artaud (1973) es en realidad el segundo álbum solista de Luis Alberto Spinetta. A la hora de grabarlo, convocó a su hermano Gustavo Spinetta para que sume algunas baterías, y a Rodolfo García y Emilio del Guercio, sus excompañeros de Almendra, para que hagan lo propio con algunos coros, bajos y otras pinceladas que forman parte de esta obra bisagra en la historia del rock argentino.
Además de la propuesta sonora de vanguardia -basta con escuchar “Cantata de puentes amarillos” o “Por”-, y de su inspiración en el poeta francés Antonin Artaud, había algo más que llamaba la atención de este álbum: su extraño aspecto. El LP -que fue reeditado en 2015 por Sony Music- tiene una forma octogonal irregular con cuatro puntas, algo que le complicó la vida a los disqueros de aquella época. Sin embargo, para los ojos iluminados de Leonardo, es una forma ideal para hacer una guitarra.
“Incluso me di cuenta de que la tapa tiene un solo lado curvo, que es justo por donde pasa el brazo. Parecía que estaba todo listo para cortarlo y hacer un instrumento. Me imaginé: ‘De acá sale el mango, acá va el micrófono, las perillas’. Fui comprando los materiales de a poco, ya hacía como cinco o seis años que tenía las maderas, pero no encontraba el tiempo para empezar a hacer la guitarra. Hasta que empezó la pandemia”, relata este luthier amateur de 48 años.
Leonardo Gollo considera a la luthería como un hobby y se dedica a la confección de artículos de cuero. Tampoco es músico, aunque le apasiona ese mundo, y como hace correas y fundas para artistas como Javier Malosetti, David Lebón o Pedro Aznar, un poco se siente parte de esa industria.
“No soy músico”, remarca Leonardo. “Toco la guitarra, algo, pero siempre me encantaron los instrumentos. Como objeto, de por sí, una guitarra es bellísima. Recuerdo de chico pasar por una casa de instrumentos musicales y quedarme mirando las guitarras fascinado”, rememora. También dice que hace muchos años se compraba una revista de instrumentos que en la última página tenía un montón de publicidades, y siempre recuerda una que decía: “Haga su propio instrumento, traiga sus materiales y llévese una guitarra hecha por sus propias manos”.
La propuesta no podía ser más tentadora para Gollo. “Yo leía eso y pensaba qué lindo sería que acá hubiera algo semejante”, recuerda. Hasta que un día fue a comprar cuerdas a una casa de música en La Plata y un folleto pegado en la pared le llamó la atención. Era un aviso de GyD guitarras, el taller de luthería de Santiago Gordillo y Alejandro Donnantuoni, dos reconocidos luthiers platenses. “Decía exactamente lo mismo, ¡me pareció alucinante! Ese mismo día fui corriendo y empecé el curso”, recuerda.
De los cinturones a las correas
Leonardo empezó a trabajar con el cuero cuando tenía 15 años en un taller que hacía cinturones. “A los 13 había arrancado a trabajar en una carnicería, así que las vacas me dieron de comer siempre”, apunta. En el taller aprendió lo básico: cortar cuero, coserlo, pero llegó la década del ‘90 y se vieron obligados a cerrar. “Me quedaron debiendo plata y me dieron una máquina de coser viejísima, una Singer que ya en ese entonces tenía más de 100 años. La tengo todavía y anda bárbaro”, asegura.
Así fue como comenzó, poco a poco, a trabajar por su cuenta en su propio taller en San Miguel, provincia de Buenos Aires. Empezó haciendo cinturones y a fuerza de prueba y error empezó hacer otros artículos como llaveros, porta cosméticos, carteras, agendas, todo de manera autodidacta. Con los años consiguió forjar una lista de clientes y pudo hacer del trabajo con el cuero su medio de vida. Sin embargo, en 2020 las restricciones por el coronavirus le dieron un vuelco a su rutina.
“Mi actividad principal hasta ese momento era proveer a algunas talabarterías, clientes míos, con artículos de cuero. Carteras, cinturones y esas cosas. Ya hacía correas de cuero para guitarras y bajos, pero era como una actividad secundaria. Cuando empezó la pandemia, con todos los negocios cerrados, por muchos meses no me pidieron nada”, explica Leonardo.
Tampoco tenía cuero para trabajar porque las curtiembres estaban cerradas, pero sí tenía las maderas, así que fue el momento perfecto para empezar a hacer la guitarra. “En esos primeros meses que no se podía salir más que a comprar comida avancé un montón. Tardé mucho porque no tengo máquinas, ni herramientas especializadas propias de la luthería, entonces tuve que ir haciendo todo con lo que tenía”, explica.
Más allá de las dificultades, su experiencia con el trabajo manual le da mayor facilidad a la hora de cortar, lijar, encolar, y ejecutar cada uno de los pasos del fino arte de la luthería. El resultado final lo dejó muy conforme y decidió compartirlo en la cuenta de Instagram de Púlsar Creativo, su emprendimiento de correas, fundas y otros artículos de cuero. Aclaró que la guitarra no estaba a la venta y publicó varias fotos que sorprendieron a los fanáticos.
“Quiero compartir con ustedes esta guitarra que hice para mí, y que llamé ‘GuitArtaud’, por obvias razones. Con amor, por Luisito y su obra”, escribió en la publicación y se viralizó de inmediato. “Nada de lo que hice nunca antes tuvo tanto impacto como haber mostrado la guitarra. Me sorprendió un montón la repercusión”, asegura Gollo y reflexiona: “Evidentemente hay un público enorme, la obra de Luis es casi inabarcable y son tantas las generaciones que han escuchado su música”.
El gen Spinetta
La obra de Luis Alberto Spinetta siempre estuvo en la vida de Leonardo. Sus primeros recuerdos musicales relacionados con el rock datan de la década del ‘80, cuando era apenas un nene de 7 u 8 años. “Mis hermanos ya escuchaban Sui Generis, después Serú Girán, los iban a ver incluso. También Spinetta Jade. Luis es uno de mis artistas preferidos y el que más he escuchado”, dice.
Su hermano Ariel, al que define como un verdadero “spinetteano”, se instaló en la Patagonia hace unos 10 años y abrió una fábrica de alfajores artesanales a los que bautizó “Vidamí”, como la canción incluida en Para los árboles (2003), el decimotercer álbum del “Flaco”. “El gen Spinetta está en la familia”, asegura Leonardo, que gracias a su hermano no solo conoció la obra del legendario músico, sino que además tuvo la posibilidad de vivir una experiencia única.
Este verano, Gustavo Spinetta, el hermano del “Flaco” -el mismo que tocó la batería en las canciones “Cementerio Club” y “Bajan” de Artaud- estuvo de gira con su grupo Las Veces por Lago Puelo y el Bolsón, donde vive actualmente Ariel, que aprovechó la oportunidad acercarle unos alfajores. Y le prometió que en su próxima viaje a Buenos Aires, le llevaría más alfajores. Gustavo accedió con gusto y el encuentro se concretó semanas más tarde con un invitado adicional: Leonardo.
“Fuimos juntos a la casa, nos hizo pasar, estuvimos charlando un buen rato. Salió el tema de la guitarra y resulta que él ya la conocía, la había visto en las redes, quedé en hacerle un portapalos, le dije que cuando se lo lleve le iba a traer la GuiArtaud”, explica Leonardo.
Cuando terminó de confeccionar el portapalos, se lo llevó personalmente y cumplió la promesa de llevar la guitarra. Lo recibieron Gustavo y Ana María, los hermanos de Spinetta. “Tuve la oportunidad de explicarles un poquito cómo había surgido lo de la guitarra, por qué tuve ganas de hacerla. Me decían que a Luisito le hubiese encantado y casi me pongo a llorar”, reconoce. El músico le mostró el ambiente donde tiene armada su batería, que funcionó como sala de ensayo de Invisible, Pescado Rabioso y Almendra, las bandas eternas del “Flaco”.
“Estar ahí con ellos, que me cuente esas cosas y en ese ámbito, para mí fue muy emocionante, y muy importante poder haber compartido la guitarra con él”, aseguró Leonardo. En su cuenta de Instagram, Gustavo Spinetta celebró la visita de Gollo. “¡Trajo sorpresas! No solo el regalo de un espectacular porta palillos de batería, ¡sino la visita de la viola Artaud! ¡Ya una leyenda!”, escribió el músico y compartió una foto con el instrumento.
Como si fuera poco, Leonardo consiguió también que Javier Malosetti, bajista estable de Spinetta durante casi una década y actual “embajador” de la marca Púlsar Creativo, pruebe el sonido de la GuitArtaud. En un video se lo puede ver tocando el riff de “Las habladurías del mundo”, otro clásico de ese disco. “Muchos músicos que han tocado con Luis mostraron interés por la guitarra. Mi mayor sueño es que músicos y artistas que aman la obra de Luis usen la guitarra. Para ellos está disponible”, asegura.
¿Cómo suena la GuitArtaud?
Desde que comenzó a aprender el oficio de la luthería, Leonardo se dio cuenta de que era lo suyo. ”Tal vez si hubiese aprendido de chico estaría haciendo guitarras y no cosas de cuero. Pero me gusta más como un hobby para hacer instrumentos de uso personal. Y lo voy a seguir haciendo, ya tengo algunas ideas y ganas de empezar otros proyectos”, adelanta.
El primer instrumento que hizo fue una guitarra Stratocaster parecida a la de David Gilmour, de Pink Floyd. “Estéticamente era igual”, asegura Gollo. Después armó una guitarra Telecaster con elementos de la línea “thinline” y del modelo estándar. Más tarde, incursionó con un bajo al estilo jazz bass. “Nunca había hecho un instrumento semejante a una Les Paul, que tiene ciertas características, maderas determinadas, el clavijero inclinado, micrófonos dobles, cenefa en el mango. Fue eso lo que incorporé en la GuitArtaud”.
De esta manera, la GuitArtaud debería sonar básicamente como una Les Paul, solo que con otra forma. “Con esta guitarra aprendí muchas técnicas y trabajos específicos de luthería. Eso fue lo que intenté desde que empecé a trabajar en luthería: aprender. En cada instrumento poder incorporar cosas nuevas que no haya hecho antes”, asegura Leonardo.
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