A más de dos meses de haberse decretado la cuarentena, las discotecas y venues de recitales se enfrentan a distintos desafíos y problemas a la hora de retomar su actividad, dependiendo de la provincia en la que se encuentren: mientras en Jujuy y Santa Fe se comenzaron a implementar normas para el regreso a la actividad en vivo –en el primer caso con medidas sanitarias, distanciamiento social y capacidad reducida, y en el segundo únicamente vía streaming–, otros territorios trabajan en protocolos particulares, todos sujetos al presente inmediato de la salud, para salir del parate impuesto por las medidas para evitar la propagación del coronavirus.
Tanto en el interior como en Buenos Aires se mira al funcionamiento de bares y restaurantes en España e Italia como posibles modelos de instrumentación. Pero al mismo tiempo hay temor de transformarse en Corea del Sur: la reapertura impulsada por el gobierno devino en un nuevo brote, que al cuarto día provocó la clausura por tiempo indefinido de todos los bares y boliches en Seúl.
"Hemos ido recolectando información de otros lugares, y le agregamos posibles problemáticas de Mendoza", dice Andy Zaina, vocero de Idear Cuyo –la cámara que reúne a la Industria del Entretenimiento– y productor del festival Aurora que se iba a realizar en julio y finalmente se hará en una plataforma en la web, sobre la situación en Mendoza. "Al no haber casos positivos, tenemos la esperanza de reactivar antes que otras provincias. Pero primero nos toca terminar armar un protocolo contundente". Zaina se encuentra negociando directamente con la municipalidad, el ministerio de Turismo y el gobierno provincial, que el miércoles anunció la reapertura de bares y restaurantes con capacidad reducida. Aunque advierte que internamente se habla de una vuelta a los recitales y fiestas recién en 2021.
"España empezó a operar a un tercio de la ocupación, y si se cumplen los pronósticos esperados, después sería al 50% y luego al 100", dice Martín Mercado, jefe de la agencia Estamos Felices y vocero de Idear para CABA. "Pensando en un venue donde tocan bandas, el problema que tenés con eso es si al local y al artista le sirve abrir a un tercio o a la mitad de la capacidad", agrega sobre la chance de aplicar algo similar acá. Varios productores también coinciden en que para cubrir gastos y empezar a generar un retorno de inversión sobre un evento, es necesario operar con un 70 a 80% de asistencia en la sala. "Si te obligan trabajar a un porcentaje menor a eso, es la extinción del negocio", asegura Edu Sempé de Rock & Reggae, grupo dueño de locales como Groove, Palermo Club y de la concesión para shows del microestadio Malvinas Argentinas. Como parte de la producción del show de La Renga en Huracán en 2017, Rock & Reggae generó 5.000 empleos directos e indirectos. "También habría que adaptar la legislación, que para un lugar como Groove no me deja explotarlo como bar. Te doy un ejemplo: en Capital si tenés un permiso de aforo de 1.600 personas, por más que abras solo para una nota de prensa a las 3 de la tarde, tiene que haber 15 personas de seguridad. Y si no cumplo con eso me pueden clausurar".
Junto a unos cien empresas proveedoras (de sonido, iluminación, logística, entre otros), Sempé desarrolló una propuesta elevada a la Jefatura de Gabinete porteño, para hacer un ciclo en formato autocine: cerca de quince escenarios distribuidos en AMBA, con shows simultáneos de jueves a domingo, y espacio para 250 autos en cada uno de los predios. El proyecto tiene como referencia a Aerolife, que el sábado pasado comenzó a proyectar películas en el estacionamiento del Aeropuerto Internacional de Carrasco en Montevideo con una capacidad de 90 autos por función.
"Estamos muy dispuestos a pensar en otras alternativas. De hecho, lo del autocine es una posibilidad que está en nuestra mesa", dice Enrique Avogadro, Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. "Se puede pensar en la calle, no para hacer regularmente pero el espacio público puede ser activado culturalmente de manera transitoria en conjunto con los recintos independientes", Hasta el cierre de esta nota, Avogadro no dio fechas de reactivación concretas, siendo una definición que depende del diálogo con el gobierno nacional y las autoridades sanitarias, en especial tomando en cuenta que la mayor cantidad de casos positivos de Covid-19 se encuentra en el AMBA. "La prioridad es la salud, no solo la del público sino también de los que trabajan en el sector. Hay que dar garantías. Y en esto rescato el diálogo constante con el Ministerio de Cultura de la Nación, junto al INAMU. Estamos en contacto permanente con ellos".
Sin tener una fecha exacta para el regreso, los principales referentes de la actividad nocturna en Córdoba tienen un aliado en el Estado que los ayuda a sobrellevar el parate. Los integrantes de la mesa de trabajo del entretenimiento, como José Palazzo, la Mona Jiménez, la productora Buenas Noches (responsable por las fechas en esa provincia de DJ como Carl Cox, Sven Väth y John Digweed) y los dueños de espacios como Orfeo Superdomo, Forja y Quality, reciben aportes económicos y bolsones de comida por parte del gobierno provincial, para distribuir cada 15 días a más de mil trabajadores de la industria. "La municipalidad también le compró horas de trabajo anticipadamente a proveedores para gastar a futuro", comenta Tori Baistrocchi de Buenas Noches Producciones. También con apoyo oficial, los productores armaron un calendario de 20 a 25 shows en formato streaming a ocurrir próximamente. "Decir ‘volvemos en octubre, noviembre o diciembre’ es demasiado atrevido, porque el virus es el que manda", completa Baistrocchi.
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Aunque el último show que produjo fue dos meses antes de la cuarentena –una fiesta con el DJ alemán Claptone para 17.000 personas en la Costa Atlántica–, las consecuencias de la pandemia de coronavirus llegaron a impactar en el trabajo de Ariel Gambini, dueño de Mute en Mar del Plata y Bariloche: varias de las marcas asociadas a sus eventos le trabaron cobros como consecuencia del aislamiento. "Si bien terminamos la temporada antes del cierre, el coletazo de la pandemia hizo que se dilatara todo", dice.
Además, los cierres de venues y la cancelación de shows a su vez amplificaron otros puntos de dolor que los productores venían comunicando hace tiempo: el efecto de la crisis económica de los últimos años, la falta de instituciones públicas que den financiamiento (tomando al INCAA de ejemplo paralelo en el cine nacional), y lo que consideran una excesiva presión tributaria hacia el negocio de la música en relación a otras actividades culturales. "Representamos una industria que mueve seis millones de personas cada fin de semana en el país y la ayuda en materia impositiva no está", agrega Gambini. "Las facturas de los servicios te siguen llegando. Tengo de luz de 70.000 a 80.000 pesos por mes. Ni hablar de que el resto de los impuestos se nos exigen de la misma manera". Si bien el gobierno nacional –en conjunto con el Ente Nacional Regulador de Electricidad– dispuso una regulación que permite a los locales suspender o renunciar a la potencia eléctrica contratada, y la refinanciación de deudas contraídas por este servicio, los productores reclaman mayores beneficios en materia de rentas, alquileres, ampliación de moratorias de Ingresos Brutos e impuestos de AFIP.
Gambini comentó también que junto a la Federación de Entidades de Discotecas de la República Argentina (FEDRA) tuvo acercamientos al gobierno de la provincia de Buenos Aires para coordinar posibles acciones, pero afirma que se trató de conversaciones lejanas, que no llegan a ningún lado. "Somos conscientes de que hay un montón de actividades y problemas prioritarios, pero la audiencia que necesitamos no la logramos tener", completa.
"En la medida en que la pandemia no ponga en riesgo el cumplimiento de los objetivos de salud pública, la prioridad de la Provincia va a ser volver a permitir el desarrollo de las actividades culturales", dice Augusto Costa, Ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la Provincia de Buenos Aires. "Pero al no haber certezas sobre cómo va a evolucionar la cuestión sanitaria, es difícil prever tiempos o modalidades para volver a autorizar eventos musicales en vivo".
"El gran tabú que tenemos las discotecas y las productoras es que claramente se nos relaciona con la noche y la joda, y no se nos toma en serio", agrega Andy Zaina. "Necesitamos ser visibilizados, que se nos considere como algo más que entretenimiento: hay chicos que financian sus estudios gracias a la industria y 500.000 personas que dependen de esto para vivir".
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