Coraje Abalos: "Nunca más volvería a estar en pareja"
El actor de Noche y Día habló con Personajes.tv y nos contó que odia su nombre, cómo se lleva con su ex y por qué no quiere enamorarse


Coraje Abalos no tiene Facebook, ni Twitter, ni Whatsapp. Usa aún cuenta de Hotmail y manda mensajes de texto larguísimos y con todas las palabras completas. Nada de "q" ni "cdo". Es charlatán y simpático, pero da pocas entrevistas. Su momento más mediático fue durante su relación con la bella Mónica Antonópulos, con quien tuvo a su único hijo, Camilo, de dos años y medio. Ahora que están separados, él disfruta de su bajo perfil y de su trabajo como contrafigura de Facundo Arana en Noche y Día, la novela de El Trece donde le toca sufrir por Romina Gaetani. A él le encanta ese rol. Nacido en Santiago del Estero, el 16 de agosto de 1972, Coraje -que no se llama Coraje- se explica a sí mismo.
-¿Por qué te dicen así?
-En Santiago del Estero, en 1972, daban una novela que se llamaba Los hermanos Coraje. Yo tenía una hermana, Valentina, que tenía un año y escuchaba esto de los hermanos Coraje y empezó a decir "mi hermanito Coraje" para referirse a mí que todavía estaba en la panza de mi mamá. Cuando nací, me quisieron poner Coraje, pero no los dejaron. Me pusieron Roberto Rafael Martín. Pero nunca me dijeron Roberto. Me llamaron Coraje desde que nací. Cuando pasé a séptimo grado me mudé a Buenos Aires y me daba vergüenza que me digan Coraje, entonces exigía que en el colegio me llamen "Roberto". Pero tenía un par de amigos de Santiago que me decían Coraje. Y bueno, el Roberto no me duró ni seis meses.
"Odio mi nombre, es un espanto, es como una joda".
-¿Te gusta llamarte Coraje?
-No, lo odio. Es un espanto, es como una joda. ¿Coraje? Cuando llamo para pedir delivery digo que me llamo Juan o Martín. Tengo una crisis de nombre.
-No hacés muchas entrevistas, ¿por qué?
-Es una parte del trabajo, pero como no soy protagonista no me obligan a hacerlas. Y no me gustan mucho...
-Hace muchos años estuviste a punto de ser galán, ¿qué pasó?
-En el ‘95 hice La hermana mayor, que era una comedia donde se improvisaba mucho. Estaban Juan Leyrado, Leticia Bredice, Julieta Ortega, Walter Quirós... Y me enganché mucho con eso, con actores que apuntaban a otras cosas. Pero cuando terminó esa tira me llamaron para protagonizar 90-60-90, con Natalia Oreiro. Yo no lo quería hacer, pero me terminaron convenciendo y fue un desastre. Yo era el galán y hacía cualquier cosa. Cambiaba todos los libros, demoraba las grabaciones porque me parecía un horror todo lo que tenía que decir, no me llevaba bien con el director... A los tres meses nos pusimos totalmente de acuerdo en que no siga en la tira.
-¿Eso fulminó tu carrera como galán?
-Ahí se terminó. Siempre hice mucha comedia: RRDT, Son o se hacen, Soy tu fan, Gasoleros...
-¿Vos no querías ser galán o no te llamaron nunca más?
-Para mí era una tortura ser galán y de hecho lo es porque no lo hago. No lo hice más. La responsabilidad del galán es gigantesca. La cantidad de escenas que tiene que hacer, la cantidad de pelotudeces que tiene que hacer el galán...
-¿Pelotudeces?
-Escenas que son absolutamente inverosímiles. Totalmente ridículas.
"Para mí era una tortura ser galán"
-¿No las tienen los otros actores?
-Y... menos. El protagonista tiene las más absurdas.
-¿Qué te molesta de hacer una escena así?
-Para hacerla bien tenés que estar más o menos convencido de lo que hacés. Te tenés que agarrar de algo. Te digo porque los veo grabar y ellos mismos saben, tipo "no te puedo creer, ¿tengo que decir esto de nuevo? ¡Pero lo dije ayer y lo dije siete veces ya!" Son cosas de telenovela antigua, clásica, que implica una exposición fuerte.
-¿A Facundo Arana también le pasa?
-¡Sí! Obvio. A todos los que yo vi, les pasa. Pero están entrenados. Yo no lo podría hacer, no sé si me conviene decirlo públicamente, pero hoy estoy muy muy contento con el papel secundario que me toca hacer. Y te aseguro que tuve muuuchas posibilidades de ser galán. Pero siempre preferí elegir lo opuesto: comedias grotescas donde podía improvisar o interpretar un personaje distinto. Igual esas mismas tiras a veces te demandan algo y podés volver deprimido a tu casa.

-¿Sos de deprimirte?
-Hay cosas que me deprimen a nivel macro, a nivel país.
-Cuando te separaste de Mónica dijeron que estabas deprimido.
-Cuando nos separamos, fue la mejor etapa con Mónica. Entre ella y yo, la situación fue en inmejorables términos. Después, vinieron algunos problemas con el tema del hijo, estas cosas de "yo me lo llevo diez días de vacaciones y vos no podés llevártelo porque es muy chico". O que me cambie los días... Cosas que habrás hecho vos también con tu ex marido. En ese sentido hay una cuestión de género que está sostenida en que la madre es la madre.
-Bueno, dicen que el hijo es de la madre hasta los dos años.
-En mi caso, se dio que Mónica empezó a trabajar a los dos meses de nacido Camilo. Yo estaba mucho con él porque no estaba trabajando. Después empecé en Solamente vos, pero grababa pocas horas y estaba muchísimo con el bebé. Cambié muchos pañales. A mí me gustaba el mano a mano, no es que estaba con la niñera o con mi madre. Estaba solo. Entonces se generó con él un vínculo fuerte. Pero, aún así, la madre es la madre. Y aparte de eso, Mónica es actriz y ahí entran otras cuestiones. Y esos eran los problemas que tuve después. Pero la verdad es que la separación fue en muy buenos términos, fue la mejor decisión que podíamos tomar.
-Mónica dijo: "Mi hijo rompió mi pareja en mil pedazos".
-No dijo exactamente eso. Dijo algo peor. Me acuerdo que yo leí la nota y no pasó nada, seguimos y todo bien. Pero después se armó bardo, la acusaban a ella de mala madre, que cómo iba a decir eso de un hijo... La recontraputearon en las redes sociales. Yo no tengo, pero ella me mostraba. Y después me contó que en realidad lo que ella había dicho era otra cosa.
-¿Qué?
-Cuando le preguntaron cómo iba la pareja, ella dijo: "¿Qué pareja?" Es peor, pero es otra cosa.
-Cualquiera que tuvo un hijo entiende lo que dijo Mónica.
-¡Obvio! El puerperio no es joda.
-¿Y no pudieron remarla un poquito más?
-Un poquito más la remamos, pero ya nos habíamos separado mil veces durante los seis años que estuvimos juntos. Vino el niño y bueno.
-¿Por qué ella ahora sale tanto en las revistas y se muestra sin problemas con Mike Amigorena? Cuando estaba con vos no era así...
-Bueno, te explico. Nos conocimos cuando estábamos haciendo juntos Extraña pareja, con Carlos Calvo y Pablo Rago, en Mar del Plata. Ella venía de hacer la tapa de Playboy, tenía ochenta periodistas alrededor, estaba separándose de su novio y empezó a salir conmigo. Tenía toda la prensa a su disposición. Y se encontró conmigo, que venía medio depre por una relación anterior. Escuchaba mucho Silvio Rodríguez, Melingo, estaba muy encerrado. Y ella bajó mucho el perfil.
-¿Vos le pediste?
-No, pero yo le contaba qué me pasaba a mí, qué sentía, cómo pensaba y fue mamando eso. No es que le decía "no hagas nada". Ella hacía lo que quería, pero yo la encerré bastante.
-¡Pobre!
-No es que le prohibía, yo estaba encerrado y a ella también le gustaba. Creo que eso a Mónica le sirvió igual.
-¿Estar encerrada?
-No. Hacer la prensa necesaria.
-¿La exposición excesiva es grasa?
-¡No! Ni en pedo. Mike Amigorena no es grasa y todo el tiempo sale en todos lados. ¡Está en todos los eventos! Son elecciones.
"En ningún momento de mi vida tuve la felicidad suficiente como para decir: ´Estoy feliz´"
-¿Y por qué decís que a Mónica le sirvió no estar tan expuesta?
-Ella venía de Playboy, bajó los decibeles y cambió el perfil. Igual hizo un montón de notas, eh. Pero muchas menos de las que le proponían. Nos invitaron varias veces a la isla de Caras, por ejemplo y yo le decía "andá", pero querían la pareja. Y yo en pareja ni loco hago una nota. Me parece horrible, no me gusta nada. Porque los que hacen notas en pareja y muestran su intimidad, después se quejan cuando los van a buscar los fotógrafos.
-¿No tienen derecho a quejarse?
-Tienen derecho. Pero si abrís las puertas y mostrás tu intimidad...
-Bueno, en general eso pasa cuando la pareja está muy feliz.
-Yo nunca estuve feliz.
-¿Nunca?
-Feliz como para andar mostrándome, no.
-¿No fue una pareja plena?
-Sí, pero no hablo de Mónica, hablo de la vida misma. En ningún momento tuve la felicidad suficiente como para decir: "Estoy feliz, quiero hablar de mi felicidad, porque la vida me parece maravillosa..."

-Entonces sos medio depre...
-Escéptico. ¿Te gusta esa palabra? La verdad es que no ando cantado por la calle.
-¿Tu hijo no te hace feliz?
-Con él tengo momentos de felicidad. Pero son sólo eso: momentos. Siento que hay una vertiginosidad tremenda y el hecho de que yo sea actor es una contradicción absoluta en mi vida. Ser actor o salir en televisión es una locura, es como ser un mono de circo. Pero hay una psicosis que se generó que hace que el que no está en televisión, no exista. Incluso en ámbitos intelectuales: todos terminan queriendo estar.
-Veo que la volviste loca a Mónica.
-Ah, sí, obvio. Por eso ahora, con Mike, va a todos lados. Se pone ropa que antes no se ponía, se disfraza, hace lo que quiere.
-¿Le decís algo?
-No, nada. Juro que nunca le hablé mal de Amigorena, nunca le reproché nada. Discutimos, un par de veces, pero siempre la discusión está centrada en Camilo.
-Se liberó de vos, entonces...
-Yo no es que me metía ni le manejaba nada. Ella me consultaba y yo le quemaba la gorra todos los días sobre lo que yo pensaba sobre mí y sobre la vida. Le pasaba Dostoiesvsky, Arlt, Melingo, tango... Hace poco tuvimos una discusión porque ella quería ir a ver a Melingo, una noche que yo también estaba invitado y me pidió que me quede con Camilo. Pero yo también quería ir. Además, ¡era yo el seguidor de Melingo, antes que ella! Y bueno, me quedé yo con mi hijo y ella fue al recital.
-¿Volverías a estar en pareja?
-Nunca más y con una actriz, menos. Hoy ni se me ocurre formar una pareja. Estoy con mi hijo tres noches por semana y me quiero ocupar de mi trabajo.
-Siempre hay tiempo para el amor.
-Ya sé. Pero no tengo ganas de ocupar mi tiempo en eso ahora.
-¿No tenés novia?
-No.
-¿Y alguna chica a la que veas frecuentemente?
-Cada tanto veo a una, una muy agradable, pero no conoce a mi hijo.
De su amistad con Antonio De la Rúa

-¿Seguís siendo amigo de Antonio de la Rúa?
-Sí, vive en Berlín, nos vemos cuando él viene.
-¿Ya llegó a un acuerdo con Shakira por la división de bienes?
-El acuerdo es que él renuncia a todo. Ella es bravísima. Antonio laburó diez años de manager y también en la megaempresa de ella. Son negocios inmobiliarios que no tienen nada que ver con la música y de eso se ocupaba él. Le hizo hacer ochenta millones de negocios multimillonarios y ella no le quiere reconocer nada. La mina tiene mil millones de dólares. Y lo único que le pide Antonio ahora es la casa de Punta del Este y ella de eso también quiere la mitad.
-A Antonio le quedó una mala imagen acá.
-Sí. Generaron esa cosa de que si estás con Antonio está todo mal. Y Menem es senador, está condenado a prisión, vota todas las leyes kirchneristas y nadie dice nada.
-¿Vos fuiste funcionario durante el gobierno de De la Rúa?
-En el 99 estaba mucho con Antonio, le presenté a Hernán Lombardi, que en ese momento era pareja de Soledad Silveyra y secretario de Turismo, fuimos a comer varias veces. Y un día comiendo, se le ocurrió a Antonio mandarme a Nueva York, a la Secretaría de Turismo.
-¿Ya existía la oficina?
-Sí, existía. Había un viejo de 80 años que leía el diario y ganaba 15 dólares. Estaba él y su secretaria. Y la verdad es que mi intención fue ir a laburar. Fui con el menor rango, ganaba 1600 dólares, tenía que alquilar mi propio departamento.
-¿Trabajabas?
-Trabajaba tanto que un periodista de Noticias que me perseguía todo el tiempo terminó haciéndose amigo mío. Me encontraba siempre en el laburo. No pudo hacer ninguna nota en contra. Acá dijeron que había ido de agregado cultural y yo era el último escalafón en el consulado. Nada que ver.
-¿Cuál era el trabajo?
-Promocionar a la Argentina como destino turístico, pero renuncié en junio de 2001 y me quedé en Nueva York trabajando con un correntino que vendía jeans brasileños. Uno de los que me prestó plata para empezar con eso fue Javier Timerman, el hermano de Héctor, que allá es un mega banquero. Fue el mejor negocio que hice en mi vida. Estuve así un año, ganando 5000 dólares por mes, laburando 15 minutos por semana. Me iba tan bien que lo incorporé a Antonio, pero el correntino patinó, nunca había visto tanta plata junta y se pudrió todo. Me quedé allá un año dando vueltas, estudiando teatro y laburando en bares.
-Cuando volviste ya estaba Kirchner....
-Volví con Néstor, sí. El proyecto parecía muy lindo, pero cuando empecé a investigar más me di cuenta de todas las contradicciones que tenía.
-¿Te costó volver a empezar?
-No. Arranqué con cosas chicas en Pol-ka, hice Mosca &Smith... Me las arreglé. Igual tuve temporadas sin trabajar y Mónica me tenía que bancar. Fue denso. Tenía mucho tiempo para seguir pensando, viendo y informándome. Me daba cuenta de que todo era una farsa. Que Menem le dé quórum al kirchnerismo para votar una ley que la habilite a Cristina para que tenga fueros ¡es una farsa! Estuvieron 12 años los kirchneristas atacando a Menem. A partir de ahí, te puedo decir cien de esas. Es indignante.
-¿Te gustaría ahora trabajar en política?
-¡Ni en pedo! Me mato. No creo que haya espacio. Sí quizás como mi hermano que trabaja en un centro cultural que banca el Partido Socialista Auténtico. Hacen cosas concretas, ayudan a formar a la gente, les enseñan un oficio. Eso está buenísimo. Yo lo hice esporádicamente porque me falta voluntad. Mi posición es bastante cómoda: sentarme en mi casa a indignarme. Pero bueno, cada uno hace lo que puede.
-¿Qué proyectos tenés?
-Estoy trabajando en un guión para cine de una obra de Tato Pavlovsky, La mueca. Lo admiro, es mi bastión como actor y como tipo comprometido y coherente con lo que dice. Estoy por concretar con Luis Ortega para que lo dirija, estamos cerca de ponernos de acuerdo. Y esto ponelo así le metemos presión. Gracias.
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