
El héroe trangénero favorito de Lou Reed sale en defensa de la Pachamama.
En octubre del año pasado, Antony Hegarty ofreció un espectáculo con toda su orquesta en el teatro Apollo. Al igual que James Brown, Anthony sabe muy bien cómo hacer una entrada triunfal; aunque, en este caso, implicó llevar puesto lo que aparentaba ser un largo y blanco vestido de novia. Antony mide 1,80, cara redonda, rasgos delicados y pelo grueso largo hasta los hombros. En general, la gente se impresiona con su estatura, en particular si se la contrasta con su voz: un gemido inquietante que tiembla con un vibrato que lo emparienta con Nina Simone, aunque en realidad existen pocos precedentes para definirlo.
Antony –que se convirtió en un éxito extravagante con I Am a Bird Now, de 2005– se niega a discutir su sexualidad en profundidad. No obstante, desde su niñez ha sido consciente de su carácter transgénero. "Era algo natural", dice él. "No hay nada que ocultar cuando cambiás tu género desde que sos niño. No quedan dudas –ni para vos, ni para tu familia, ni para tu comunidad– de que estás yendo contra la corriente." Hoy, en un restorán vegetariano ubicado en el East Village de Nueva York, la única señal de incorporación de la elegancia femenina que da es una bufanda blanca y negra que lleva puesta sobre un cardigan azul. Varias canciones de I Am a Bird Now grabadas con su banda, The Johnsons, abordaron con total apertura temas relativos a la transformación y a la huida. La música, un piano dominante pero sosegado e instrumentos de cuerda, sonaba tan frágil como la voz de Antony, tan triste que sólo escucharla se siente como un acto de transgresión.
Sorpresivamente, el nuevo álbum de Antony, The Crying Light, es emocionalmente mucho más intenso aun. Si I Am a Bird Now se centró en la relación del cantante con su propio cuerpo, The Crying Light trata sobre su vínculo con la Tierra, a la que considera de naturaleza femenina. No sorprende entonces que sea profanada por una sociedad dominada por los hombres. "Creo que muchas teorías teológicas se han obsesionado con la idea de desvincularnos de nuestra dependencia con la naturaleza e intentaron reubicar dicha dependencia en relación con algún tipo de presencia divina, celestial, de naturaleza abstracta", explica Antony. "La naturaleza surgió como algo de carácter femenino y diabólico: Eva. Se trata del arquetipo masculino que vive dentro nuestro, que durante al menos dos mil años ha perdido toda su cordura y ahora ha llevado a nuestro ecosistema al borde del abismo." La mejor de las canciones nuevas, el desolador tema "Another World", resume la esencia del álbum en su totalidad. Respaldado por un segundo piano y por efectos electrónicos fantasmagóricos, parecería que Antony está entonando una nota suicida ("necesito otro mundo / voy a extrañarlos a todos"), si bien queda claro que está transitando el duelo, pero no de su propia muerte, sino el de la Tierra.
Hal Willner, productor veterano –trabajó con Lou Reed y es director musical de Saturday Night Live desde los 80–, es uno de los más acérrimos seguidores de Antony (cabe mencionar, entre otros, a Reed, Laurie Anderson, Rufus Wainwright y Devendra Banhart). Willner, que trabajó con Antony en un concierto ofrecido en homenaje a Leonard Cohen y como invitado en el álbum de Reed The Raven, salió hace siete años a comprar algunos discos cuando, según dice, encontró "un EP que en la tapa mostraba la foto de alguien que se parecía a un gran Teletubby [Antony] invadido por una travesti". Completa Willner: "Y cuando esa voz comenzó a sonar… bueno, he escuchado voces agudas de tenores. Escuché el único registro de un castrato. No obstante, nunca había escuchado nada que pudiera compararse con Antony".
El cantante de 37 años nació en Inglaterra, pero su familia se mudó a San Francisco cuando tenía 12 años. Su padre era ingeniero y su madre fotógrafa. Asistió a una escuela católica "durante un tiempo". Ser transgénero, asegura, "fue en verdad una bendición, porque me vi obligado a volar del nido mucho antes que mucha gente. A los 11 años pensaba: «Me estoy yendo al infierno». Pero para cuando cumplí los 12 ya pensaba: «A la mierda con todo». Ahora no me interesa el catolicismo hasta tanto alguien me diga que Jesús es una mujer".
Antony componía temas inspirándose en bandas de synth pop como Soft Cell y Depeche Mode cuando escuchó a Ray Charles cantar un cover de "Yesterday", de los Beatles. "Me cambió la vida. Escuchar a Ray cantar esa canción como si fuese un gospel a ultranza, exprimiéndola al máximo de sus posibilidades y haciéndote electrizar hasta la médula, hizo cambiar mi idea de lo posible." Motivado por el documental Mondo New York, que mostraba la escena del arte de la performance underground de los 80, decidió finalmente mudarse al este. Luego de asistir a la Universidad de Nueva York, pasó la siguiente década de su vida en empleos temporarios y ofreciendo shows en sitios poco convencionales, en cabarets avant-garde o como bailarín a go-go.
El personaje que Antony despliega en público –un gigante amable que camina arrastrando los pies, sencillo y algo seductor– puede enmascarar otro personaje astuto que en ocasiones se vuelve irascible. "Es sumamente obsesivo, en el buen sentido", comenta Willner. "Le llevó tres años terminar este disco, y también lee todos y cada uno de los términos que figuran en cada contrato."
Antony viene indagando bastante sobre medio ambiente, aunque aclara que no lee demasiado. Sin embargo, en 2006, viajó al Círculo Artico para ser testigo presencial de los cambios que se estaban gestando. "Siempre pienso que se podría escribir un excelente ensayo respecto del paralelismo que existe entre los efectos que el SIDA ocasiona en el cuerpo humano y los efectos que la humanidad ocasiona sobre el ecosistema", señala. "Se están derrumbando los mismos sistemas de inmunidad."
¿Qué le queda por hacer? "Quiero cantar para Obama. Quiero ser como Marilyn Monroe cuando cantó «Happy Birthday, Mr. President». Ahora bien, no es ése el tema que en verdad quiero cantar. Desde Robert Kennedy no hemos tenido a nadie merecedor de una canción. Aunque Obama parece ser medio soso. ¿Está mal decir eso? De todos modos, podría cantarle una bellísima canción.".
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