Con un final inesperado, terminó El jardín de bronce

Después de ocho capítulos llegó el final de El jardín de bronce, la producción argentina de HBO América Latina y Pol-ka, que se convirtió en todo un éxito. Con la dirección de Hernán Goldfrid y Pablo Fendrik y con Gustavo Malajovich -el escritor de la novela homónima- y Marcos Osorio Vidal como guionistas, la miniserie tuvo varios puntos fuertes. Uno de ellos fue sin dudas su elenco, encabezado por los destacados trabajos de Joaquín Furriel y Luis Luque. También vale la pena subrayar la estructura de un policial clásico donde, a base de pequeños hallazgos, el protagonista logra develar el misterio.

[HAY SPOILERS] La historia se centra en la búsqueda desesperada de un padre ( Joaquín Furriel ), quien quiere encontrar a su hija de cuatro años desparecida. Los datos que tiene sobre el momento en que Moira se separa de su niñera son pocos: una plaza, un taxi. No mucho más. Dispuesto a pasar por arriba la corrupción y la negligencia de la policía y la Justicia, Fabián (Furriel) no se rinde. El policial, que en un principio parece que se fundiría con un caso de trata de blancas, da un giro y se vuelve freudiano y patológico. Lila (Romina Paula), la madre de Moira, se suicida y su esposo queda destruido, pero tiene un objetivo en mente y es, justamente, esa meta lo que lo mantiene vivo. Sus únicos socios son la oficial Lidia Blanco (Julileta Zylberberg) y el investigador privado César Doberti (Luis Luque) que es el único que logra encontrar pistas para desentrañar qué pasó con la pequeña. La niñera aparece muerta. Y solo queda el misterioso hombre del jardín.

De un capítulo a otro pasan 10 años y el padre sigue buscando a su hija, aunque la causa fue cerrada y las pistas no lo condujeron a nada. Un encuentro con uno de los policías que intervinieron en el caso (y que resulta ser cómplice del captor) pone de vuelta a Fabián en tema: Moira podría estar viva y para seguir la pista deberá viajar a Entre Ríos.

En medio de la naturaleza silvestre, Fabián finalmente encuentra a Moira. Después de 10 años vuelve a ver a su hija pero ella casi no habla y parece no reconocerlo. Es salvaje. Lo mira con ojos extraños. Él le explica que es su padre, que la estuvo buscando desde que tenía cuatro. Ella se escapa y aparece Iván Rauch (Santiago Magariños), su secuestrador, con una araña metálica que cierra en la cabeza de Fabián, justo cuando el protagonista se encuentra en un jardín lleno de estatuas que le recuerdan a su mujer, Lila. El policial está llegando a su final: el padre y el captor se enfrentan y Moira mira todo desde cerca. Finalmente Rauch cae a un precipicio y Moira y Fabián son trasladados a Buenos Aires. El final podría ser ese y la cosa terminar así. Pero no, acá la vuelta de tuerca de Gustavo Malajovich, el autor .

La serie, que se convirtió en la producción original de HBO Latino América más vista por la audiencia en todo 2017 y que se emitía justo antes que Game of Thrones en 50 países -que incluían España, Estados Unidos, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia-, termina dando un giro inesperado: Moira resulta no ser hija de Fabián sino del mismo Rauch. Lila, en realidad, es hermana de Iván y su verdadero nombre es Cordelia. Todas estas verdades son contadas por una familiar de la mujer, Doris (Norma Aleandro): Fabián descubre así que paralizó su vida durante 10 años buscando a una niña que no era su hija. Una relación incestuosa, una hombre con una obsesión, una mujer que no es capaz de contar su verdad y una niña raptada por su propio padre. Con esta revelación, El jardín de bronce dejó a todos los televidentes con más dudas que certezas sobre la trama que se tejía detrás de la trama.

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