Con Trumbo, Hollywood sale al rescate de su pasado
Un film sobre el escritor que integró una triste lista negra en los 40 gana interés y suma nominaciones
La historia de Dalton Trumbo es una de las más apasionantes que jamás haya entregado Hollywood. Tanto, que puede llegar a torcer y alterar algunas de las previsiones que se tienen hasta el momento sobre la carrera hacia el Oscar.
Trumbo, reconocido como el mejor guionista de cine de su generación, es por primera vez el protagonista central de una película que lleva su nombre y que atrapa desde su aparición la atracción del mundillo de Hollywood, especialmente el de sus actores.
Los habitantes actuales del mundo en el que Trumbo vivió y trabajó recuperaron gracias al film de Jay Roach la triste memoria de "los 10 de Hollywood" (The Hollywood Ten), el grupo surgido de la industria del cine que el Comité de Actividades Antinorteamericanas de la Cámara de Representantes acusó de supuestos vínculos con el Partido Comunista en los años 40. Fueron puestos en una lista negra y soportaron diversos padecimientos, desde la prisión hasta el exilio. Ellos fueron, además de Trumbo, los guionistas Alvah Bessie, Herbert Biberman, Lester Cole, Ring Lardner J., John Howard Lawson, Albert Maltz, Samuel Ornitz, el productor Adrian Scott y el director Edward Dmytryk.
Cuando en septiembre la película se exhibió por primera vez en los festivales de Londres y Toronto (donde La Nacion pudo verla), la crítica internacional dijo dos cosas: la primera, que Trumbo había sido concebida y elaborada con el diseño prototípico de los largometrajes para TV de HBO referidos a episodios o figuras puntuales de la historia estadounidense del siglo XX. Roach, su director, hizo para esa cadena los telefilms políticos The Recount (sobre la elección que George W. Bush le ganó a Al Gore en 2000) y Game of Change (sobre la campaña presidencial de John McCain y Sarah Palin), con un trabajo de puesta en escena que tiene muchos puntos de semejanza e identidad con Trumbo.
La segunda cuestión apuntada por los críticos internacionales apunta a los actores. La formidable personificación de Bryan Cranston (un Trumbo verborrágico, expansivo, familiero y fumador que jamás renuncia a la verdad y a sus convicciones) fue recibida con los augurios de todo candidato casi seguro a los grandes premios de Hollywood. También despertó genuina curiosidad la reconstrucción de aquel Hollywood de halcones y palomas en el que aparecen rostros muy familiares de la historia del cine estadounidense como Edward G. Robinson (interpretado por Michael Stuhlbarg), John Wayne (David James Elliott), Kirk Douglas (Dean O'Gorman) y Otto Preminger (Christian Berkel), junto a una impagable Hedda Hopper, la reina de los chimentos y las indiscreciones interpretada por una impagable Helen Mirren. Diane Lane, como siempre, se luce como la estoica esposa de Trumbo.
El elenco completo, Cranston (actor protagónico) y Mirren (actriz de reparto) recibieron esta semana sendas nominaciones a los premios del SAG, que constituye (jamás hay que olvidarlo) el núcleo más grande en número de los cinco grupos sobre los cuales funciona la Academia de Hollywood. Lo mismo acaba de ocurrir en las nominaciones al Globo de Oro, lo que fortalece las chances de ambos.
Como hay más actores que guionistas, productores, directores y técnicos entre los votantes del Oscar, ese pronunciamiento mayoritario siempre se tiene en cuenta en los pálpitos. No hay que olvidar que desde 1995 (con el triunfo de Corazón valiente) ningún ganador del Oscar quedó al margen de los nominados al premio del SAG.
En 1960, Preminger y Douglas reivindicaron a Trumbo y lo rescataron del ostracismo. El primero reveló públicamente que lo había contratado para escribir el guión de Exodo, uno de sus grandes éxitos. Douglas también lo sostuvo al declarar que había escrito el guión de Espartaco, de Stanley Kubrick.
Trumbo, la película, rescata a la vez del olvido una formidable historia de Hollywood. Y no sería extraño que, de la mano de los actores de la capital del entretenimiento, termine ocupando un lugar destacado en la futura vidriera de la próxima temporada de premios. Eso sí, sólo la candidatura al Oscar podría asegurar el estreno en los cines argentinos de una película que, de otro modo, tendrá destino seguro de lanzamiento entre nosotros a través del cable premium o de Netflix.
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