Con la obsesión de Schumann
Se estrenará en el Colón una ópera de Gandini basada en el genial compositor y en los personajes en que se desdoblaba
Gerardo Gandini, el creador vivo, más representativo de la música contemporánea argentina, está a punto de estrenar su cuarta ópera. Será él mismo quien dirija la orquesta desde el foso del Colón. Tiene en su haber tres títulos escénicos que, en su momento, dieron mucho que hablar a la crítica y también al público. "La pasión de Buster Keaton", fue la primera y le siguió "La casa sin sosiego". Pero especialmente "La ciudad ausente", sobre libro de Ricardo Piglia, produjo extraordinaria conmoción. Los espectadores la celebraron como un trabajo de real trascendencia.
"En "Liederkreis", las voces están tratadas como en "La ciudad ausente". Por eso tiene una intención expresiva, pero no a la manera estereotipada de mucha música contemporánea, la de los años 60, con sus grandes saltos, que yo traté de evitar", explicó Gandini, en su conversación con La Nación .
-¿Tiene similitudes con "La ciudad ausente"?
-Es muy diferente. Primero, porque no está basada en una novela preexistente, sino en un libreto que nos costó mucho hacer con Alejandro Tantanian. Y, en realidad, la base de la ópera es la música.
-Notoriamente, es sobre el músico Robert Schumann.
-Sí, pero más que nada es sobre la música. Son doce escenas que toman diferentes momentos acerca de Schumann, o de un personaje que puede ser o no Schumann. Se llama "SCH".
-¿Las escenas están vinculadas?
-Están vinculadas, como lo están las pequeñas obras de Schumann contenidas en sus series de piezas para piano, con unidad temática, pero piezas cortas. El título, "Liederkreis", se refiere al "círculo del lieder (canciones)".
-¿Usted ahora está dedicado plenamente a la composición, sobre todo en el terreno de la ópera?
-Nunca dejé de estar dedicado a la composición. Tal vez eso está un poco soslayado porque siempre recuerdan que soy director de la Filarmónica, del Centro de Experimentación del Colón, fui pianista del sexteto de Piazzolla y también actué como pianista en muchos festivales internacionales. Pero tengo 64 años y compongo desde hace 40, con más de 130 obras escritas. Mi actividad central es la de compositor.
-Y las óperas ¿qué lugar ocupan?
-La ópera es un asunto bien absorbente. No es lo mismo que componer música abstracta. Uno empieza a pensar en los personajes y los personajes le imponen a uno el tipo de música. Me parece igual o parecido al trabajo de un escritor. Eso pasó en "La ciudad ausente". El personaje de Junior, en la novela de Piglia, no tiene mayor importancia, es un simple narrador. Y en la ópera, a través de la música, Junior se transforma en Macedonio, un personaje muy importante. Por otra parte, escribir ópera es una experiencia apasionante y larguísima. Me pasé dos años de diez horas diarias trabajando en "La ciudad...".
-¿"Liederkreis" adhiere a las fórmulas del género?
-Claro que sí. No de la ópera modelo siglo XIX. No tiene una acción lineal. Pero, en cambio, tiene varios antecedentes en mi vida de compositor. Yo ya había escrito algunas obras sobre la música de Schumann. En 1984 escribí una pieza para piano y orquesta, que era como una serie de piezas cortas con diferente sentido poético cada una, como las obras de Schumann. Uno de los estudios que hice sobre la música de él partió de la Danza Nº 10 de la Cofradía de David, que está firmada por Eusebius. Porque Schumann firmaba según el carácter de sus obras (y también sus críticas) como Schumann, como Florestán o como Eusebius. Finalmente, la obra mía se llamó "Eusebius". Después hice una obra teatral-musical para el Centro de Experimentación, con esa misma música, donde se agregaban dos textos originales. Uno de su hija María, en que ella cuenta el momento en que se están por llevar a su padre para internarlo. Y el otro, el diagnóstico del médico de Schumann en el hospicio, el doctor Richards, que decía que, de tanto pensar, al músico se le había gastado el cerebro.
Las cinco notas
-¿Vivía acosado por Schumann?
-Sí, y no me quejo, porque me apasiona. Y cuando me pidieron esta ópera, una obra corta para combinar con "Il prigioniero", de Dallapiccola, volví a la idea de Schumann. Vi una obra de teatro que hizo Tartanian sobre Hölderlin y se me ocurrió que se podría hacer una buena cruza. Lo llamé y al tiempo empezamos a trabajar. Hay textos originales de Clara Schumann, del mismo Schumann, el testimonio del médico y de la hija. Hago corpóreos a los dos personajes, Eusebio y Florestán, los dos álter ego de Schumann. Y hay una cita entera de la música de Schumann, un lied del "Dichterliebe". Lo que sí hay que aclarar es que toda la obra, desde el punto de vista musical, está basada en las cinco notas con que Schumann escribió el "Carnaval", Op. 9: Mi bemol, Do, Si, La, Sol sostenido. Todo deriva de ahí, aunque de otra manera que en el "Carnaval". Además, aparecen muchos símbolos schumanianos, como el pájaro profeta.
-¿La obra tiene canto, en el amplio sentido?
-Claro que lo tiene. Los personajes son SCH, Florestán, Eusebio (hay una escena en que discuten los tres y es sobre la ópera que se está desarrollando). Después, el padre de Clara (el profesor Wieck); el médico; Clara, que es una cantante y está desdoblada en una pianista; la hija, y Emilia, una hermana que se suicidó cuando Schumann era chico.
-¿Cómo es visualmente la escena?
-Es circular. Todo se ve desde distintos ángulos según los giros del disco escénico. No hay cierres de telón sino doce escenas que se ven a medida que gira el piso. No aparece y desaparece gente, sino que todo está en el escenario desde el principio, con un piano. Sólo la orquesta está en el foso. Es decir que tiene una escenografía única. Y todo dura una hora y cuarto.
-La gente va a ver esta obra junto con "Il prigioniero". ¿Cómo se dará ese parentesco o compañía?
-Primero, me siento muy comprometido por esa compañía, porque se trata de un compositor y de una de las obras que más admiro. El lenguaje no tiene nada que ver con "Il prigioniero". Eso sí: hay una cierta cantabilidad que está en las dos obras. La ópera de Dallapiccola es dodecafónica, pero no se nota. Tiene esa vocalidad italiana que en mi obra también está.
-¿En qué público ha pensado para su obra?
-En el más inteligente. Ese público advertirá enseguida que el personaje central de "Liederkreis" es el piano.
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