Con el cielo como ring, Karadagián aún lucha
Un homenaje de los titanes al gran Martín, a 75 años de su nacimiento
"Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio." Así escribió sobre sí el más que talentoso escritor norteamericano Truman Capote (1924-1984). Remedando la verba capotiana, a Martín Karadagián, armenio y español de ascendencia, argentino por nacimiento y trayectoria, autoproclamado campeón del mundo del catch y titán de Titanes en el Ring, no cuesta imaginarlo calificándose: "Soy un dictador. Soy celoso. Soy un creador de fantasías y un comerciante. Soy un genio."
También es justo impregnar otra imagen, con un psicodélico, surrealista campo de frutillas de fondo, allí donde nada es real y no hay nada de dónde agarrarse, porque ¿cuántos Martín Karadagián hay posibles?
Como única confirmación puede darse una fecha de nacimiento el 30 de abril de 1922, el miércoles se cumplieron 75 años, en un conventillo de San Telmo ("el más grande del barrio") y un apellido: Karadayijan. Después, propaladas por él mismo, existen muchas versiones de una vida.
La más consistente quiere mostrarlo con una infancia desdichada, casi justificatoria del parricidio ("mi padre, Hamparzún, fue una bestia, un matarife rico y amarrete que se cansó de pegarnos a mí y a mi hermana"), trabajando desde muy chico para ayudar a su madre, Paulina Fernández, en rubros aún habituales en infancias desprotegidas: lustrabotas y mendicante, bien que cada uno de los ítem con matices. "Yo fui empresario lustrabotas, compraba los cajones y se los daba a otros pibes para que trabajen para mí", explicó sobre el primer caso; "junto con un rengo, Media Gamba, repartíamos en los tranvías paquetes de caramelos, a los que primero manchaba con barro, así, junto a las monedas, me devolvían los caramelos", dijo sobre el segundo.
Simultáneamente, parece, inicia los pasos que un día habrían de dirigirlo hacia las tres sogas que abrazan la cuadrada lona de un ring. La leyenda cuenta que, con 8 años, en la ciudad norteamericana de Detroit y en representación de la Asociación Cristiana de Jóvenes, consigue el título panamericano infantil de lucha grecorromana; cuatro años más tarde, en Londres, obtiene el título mundial de la categoría cadetes mayores ("la mismísima reina Isabel me dio el premio", aseguró más de una vez).
Vida peleada
Otra teoría sobre una vida karadagiana lo vislumbra hijo de luchador, barón pashá de Armenia por herencia, y pródigo estudiante frustrado de violín. Como quiera que fuese, a partir de los 18 años, comienza a frecuentar el gimnasio del Luna Park, donde desde mediados de la década del 30 acostumbraba entrenarse la troupe de catch as catch can, agárrese como pueda, en inglés, llevado al habla popular a cachascascán.
Allí, el joven Martín, ya con su cuidada barba negra, amasado a gopes, pasó las de Caín, aunque -hombre perseverante al fin- consiguió entrar en el plantel que lideraban el inmenso Hombre Montaña y el conde polaco Karol Nowina. "Todos eran enormes, tipos de más de 100 kilos; yo era más bien chico y no muy técnico, sólo me quedaba hacerme el malo". Así, el aprendiz de brujo del ring comenzó a imponer su curiosa presencia cada martes, jueves y domingo, días de lucha en el Luna.
Para la década del 50, Martín ya era una especie de hombre fuerte de las espectacularmente violentas veladas nocturnas, odiado por las tribunas por su saña y falta de fair play, pero también admirado por un histrionismo a toda prueba, capaz de caminar de rodillas el cuadrilátero pidiendo clemencia, o dar pequeños saltos, colocar su mano en la frente y hacerle cuernitos al rival de turno.
Ya había recorrido el mundo, y, según alguna vez aseguró, matado a tres contrincantes en otras tantas peleas ("en 1946, en Estados Unidos, con una llave invertida a uno le quebré el cuello; en 1951, en Portugal, otro se rompió la columna vertebral; y en 1955, en Canadá, otro cayó fuera del ring y sufrió lesiones fatales"). También, a su decir, había conquistado y perdido sucesivamente varias fortunas, construídas trabajando tanto de luchador itinerante como importador de joyas y oro.
Es de esos días de vagabundeo internacional una postal selecta en su memoria que siempre gustaba referir: "En el "43 estaba en la isla de Creta y luché con quien después fue el Santo Padre Juan XXIII, el era luchador de grecorromana y libre." Finalmente, cuando la década del 60 comenzaba, Karadagián ya era todo un empresario del catch, un negocio que mermaba en tanto espectáculo de estadio, pero que en el oscuro pasillo de la decadencia vislumbraba, al final, una puerta entreabierta, una puerta cuadrada, luminosa, catódica: la televisión.
Y Karadagián, hombre ducho en el comercio, entendió quién era la llave hacia esa habitación que prometía un albergue placentero: el Capitán Piluso. Olmedo, en la piel del muchacho de la honda y sombrero marinero ya comenzaba a dar forma al bufo supremo que fue. Hubo un desafío y hubo un combate a localidades agotadas, evento que sirvió también para que Canal 9 inaugurará su equipo de exteriores. Fue el 12 de noviembre de 1961; ganó Olmedo con la ayuda de su entrañable compañero, Coquito, pero Karadagián cambió su derrota por un contrato para el año siguiente.
El sábado 3 de marzo de 1962 fue la emisión inaugural de un hito de la historia televisiva nacional, Titanes en el Ring (ver recuadro). A partir de ahí comenzó tal vez la etapa más famosa de Martín, quien poco a poco fue convirtiéndose en ídolo infantil, trastocando aquella máscara de ser dañino en una especie de abuelo bueno y fortachón.
La fama, en la lona
Varias peleas famosas protagonizó: con el ex boxeador italiano, alguna vez campeón mundial de peso pesado, Primo Carnera; con otro ex pugilista e ídolo nacional, el Mono Gatica; con el hermano playboy de la reina Fabiola de Bélgica, Jaime de Mora y Aragón; Bongo, un oso de dos metros; y -tal vez sumum onírico de todos los tiempos- con el Hombre Invisible, en donde a través del blanco y negro de la pantalla se veía a Martín debatiéndose en solitario, salir volando del ring y aparentemente recibiendo golpes casi mortales, mientras Di Sarli, el relator, narraba hechos, que, decía, sólo él podía observar gracias a que utilizaba unos lentes especiales, parecidísimos a los de soldador.
Preso durante casi todo un año, 1970, por una acusación de lesiones y extorsión a un ingeniero -llegó a decir que en realidad lo había matado en defensa propia-, siempre exigente con sus empleados ("Si llegan tres minutos tarde, los suspendo. Si se ponen mal el traje, los suspendo. Si se arreglan mal el pelo, los suspendo. Esto tiene que funcionar como un mecanismo de relojería: el absurdo y el humor también tienen sus reglas muy precisas."), padre felícisisimo de Paulina en 1974 ("Hoy me sentí el Rey Mago que alguna vez conocer", escribió el día que nació), con una pierna amputada en 1984 ("voy a volver y seré el Pirata Morgan", aseguró por aquellos días), actor de alguna obra de teatro, incansable matriz de ideas alocadas y muchas veces concretadas, cuando ejecutó el "vuelo del ángel" final, el 27 de agosto de 1991, terminó una película que el mismo Martín se encargó de proyectar a su gusto.
En el futuro, tal vez, cuando generaciones venideras quizá descubran algo de su magia, seguramente lo conocerán con un calificativo que a él -como muchas veces lo aclaró-, no lo ofendía sino que le agradaba: payaso.
En la televisión, un ciclo que dio pelea
El año de su debut, 1962 -el 3 de marzo se cumplieron 35 años- Titanes en el Ring no era el único programa que ofrecía catch por televisión. Esa temporada otra dos emisiones competían por el favor del público: Demonios del Ring y Lucha libre profesional. Ese mismo año, una encuesta de la revista Tía Vicenta, construida con el voto de los lectores, ubicaba a Titanes... en el sexto lugar de preferencia, en una grilla que encabezaban Dr. Cándido Pérez, una telecomedia protagonizada por Juan Carlos Thorry, y Viendo a Biondi, humorístico del genial Pepe. El ciclo se mantuvo en el aire con intermitencias hasta 1988, muchas veces éxito absoluto de rating, con pico notables en noviembre de 1972 con la famosa pelea en el Luna Park entre Martín y la Momia.
Varios personajes míticos salieron de esa verdadera cantera circense, alguna vez compuesta por 75 individualidades: el indio Comanche, poseedor de los implacables "dedos magnéticos"; el estilizado y correcto Caballero Rojo (Humberto Reynoso; jamás encarnado por el ex diputado Norberto Imbelloni); el ancho Rubén Peucelle; la misteriosa y casi imbatible Momia (nunca actuada por ese tal de Oscar Demelli, planchador de trajes y secretario personal de Martín); William Boo, el árbitro más malo del mundo; Pepino, el payaso; y otros muchos nombres más (el enigmático Hombre de la barra de hielo; la Viudita misteriosa, por ejemplo) pasaron a formar parte de las preferencias del público, en su gran mayoría infantil, aunque, como no pocas veces confesó Karadagián, no eran pocos los adultos, algunos con rango gubernamental, que lo llamaban para que les consiga alguna ubicación.
Reunidos para La Nación , varios integrantes de la troupe rememoraron viejas épocas. Junto a Boo, Peucelle, Gengis Kan, el Mercenario Joe, José Luis, la Momia (tres luchadores la encarnaron: Iván Kowalsky y el gitano Ivanoff, ambos fallecidos, y quien se vistió para la foto: Juan Manuel Figueroa), el Pájaro Loco Escocés, Joe Galera, al árbitro Giardina, Joe Galera, y el presentador Jorge Bocacci estuvo un histórico: el relator Rodolfo Di Sarli. Algunos continúan en actividad, y puede vérselos todos los domingos a las 19 por Cablín bajo el título de El regreso.
Así en el cine como también en Internet
La movida de Karadagián generó también varios productos cinematográficos:
- Reencuentro con la gloria (filmada en 1957, estrenada en 1962, dirección: Iván Grondona; Martín y luchadores de la troupe del Luna).
- Las aventuras del capitán Piluso (1963, dir: Francis Lauric; Karadagián encarna, con la voz doblada por otro actor, al malo de turno, Curtis ; el Indio Comanche hace de justiciero).
- El hombre invisible ataca (1967, dir: Martín Rodríguez Mentasti; Martín y su troupe).
- Titanes en el ring (1973, dir: Leo Fleider; con la troupe del "72).
- Superagentes y titanes (1983, dir: Adrián Quiroga -seudónimo de Mario Sábato-; sin Martín, con Pepino como liderando la troupe).
- Titanes en el Ring contraataca (1984 dir: Máximo Berrondo; Martín y la troupe del "83).
Algunos de estas cintas pueden eventualmente ser vistas en algún canal de cable. Ya en estos tiempos cibernéticos, una página en Internet, creada por la hija del campeón, Paulina, da cuenta de diferentes aspectos de aquel éxito televisivo. Allí, una vez tipeada la dirección electrónica (http://www.bridge.net/ peperina), puede escucharse consejos del campeón del mundo, recorrer las tomas más famosas y sus descripciones (por ejemplo, la doble nelson, la quebradora, la patada voladora, la plancha, y, por supuesto, el famosísimo cortito), ver las letras y oír las canciones, visualizar algunas fotos, y, en especial, poder atender a un pedido más que interesante: colaborar con material, letras de más canciones, recortes de periódicos y revistas, archivos sonoros, "y por qué no -puede leerse- algún video grabado para poder armar la primera página dedicada a Los Titanes en el Ring". También podría llamarse Titanes en la Net.