Como nunca se vio por dentro: así es la imponente mansión de Guido Süller con “restaurante” incluido
En el barrio privado de San Sebastián, en Pilar, el excomisario de a bordo recibió a LA NACION, donde mostró su sueño realizado: una espectacular propiedad que abrirá como restó; un recorrido en fotos
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En medio del silencio y la ordenada calma que reina en el barrio privado San Sebastián, en Pilar, una casa zumba cargada de energía. A simple vista, la imponente estructura se ve muy similar a las demás, pero en su interior se gesta algo maravilloso que tiene a todos sus ocupantes trasladándose de un lado a otro con un alegre frenesí. La música, los gritos y la algarabía de un encuentro se oyen apenas disminuidos por las gruesas paredes que separan el interior del exterior, y el sonido invita a querer entrar, a querer sumarse a lo que sea que allí suceda. Tras un par de mensajes (ignorados por completo ya que quedaron tapados por el bochinche) y un insistente llamado telefónico, la puerta se abre y, parado triunfal en el umbral de su moderna mansión está el mismismo Guido Süller, listo para recibir a los primeros comensales de Demasiado Restó. “Los de seguridad no me avisaron que habían llegado, pero entren por favor”, dice a modo de saludo, como si te conociera de toda la vida.
Meses atrás, Guido sorprendió al anunciar que iba a abrir las puertas de su casa para que el público fuese a cenar. “Son mi familia y yo los invito a vivir la experiencia de pasar unas horas conmigo. Va a haber risas, anécdotas, música, buena comida, ricos vinos y un excelente postre...¡todo casero!”, explicó en su momento a LA NACION. Luego de mucha organización, finalmente llegó el día de la gran inauguración, la cual coincidió con el día de su cumpleaños, el 13 de mayo.
Cómo es la imponente casa que Guido Süller diseñó y que ahora abre al público
Un solo paso hacia el interior del hogar implica un cambio rotundo de escena. Lo primero que golpea al cuerpo es la calidez del ambiente, aumentado por el olor a comida casera. Lo segundo: cada centímetro del espacio dice a los gritos “Guido Süller”. Con un ojo impecable para el diseño -ese que se define por saber a la perfección qué quiere y cómo lo quiere-, el dueño de casa logró que cada pieza de decoración transmita su esencia.
Un enorme sillón aterciopelado color violeta, una gran selección de cuadros en donde se destaca el póster de la obra creada y dirigida por él -Celda 14- y unos simpáticos flamencos blancos que posan sobre la pileta interna, son los primeros elementos que capta la mirada. Pero, rápidamente, toda la atención se la lleva la cocina, aquella que en pocos minutos pasará a ser el corazón de la noche.
Ambientada estilo diner norteamericano de los ‘50, está atestada de productos frescos, fuentes en el horno, sartenes en las hornallas y gente que corre de un lado para el otro.
Allí, parado y con la mente puesta en saber qué falta por hacer está Guido, acompañado por Cinthia Gryffroy, cocinera a cargo de ayudarlo en este nuevo proyecto y dueña a su vez del emprendimiento culinario Combinando paladares. A su alrededor, revolotean tres de sus amigos más cercanos -Mariana Quintana, Claudia Morelli y Oscar Munner- quienes oficiarán a lo largo de la velada como meseros/lavaplatos/asistentes y demás tareas que surjan.
“La sopa crema de zapallo es una invención mía. Tiene mi toque y el pollo también. Tiene un secretito que no puedo contar porque me lo van a robar”, dice el anfitrión, mitad en serio y mitad en broma, mientras realiza los toques finales de la cena que les servirá a sus invitados. Tras una breve guía por el menú -canastitas, sopa crema de zapallo con croutons, pollo al horno con papas y sorrentinos (caseros, por supuesto) con bolognesa- admite que está bastante inquieto.
“Estoy nervioso porque quiero que salga todo bien”, expresa. Y agrega: “Es un emprendimiento que puede ser un cambio en mi vida, significar un antes y un después”. A pesar del caos que reina en el momento, se detiene para compartir una breve reflexión, la que parece que ocupó su mente por bastante tiempo: “Yo tengo ganas de pasar mi vejez en Ushuaia, pero la vida te sorprende y no hay que hacer planes a largo plazo porque mañana no sabés que te puede pasar. Hay que vivir el presente y este es un sueño hecho realidad ahora”. De esta manera, además de remarcar la paz que le da su hogar, no descarta continuar durante un tiempo con las cenas.
A su vez, reconoce que no pensó que iba a llegar tan lejos. Pero acá está, a pocos minutos de recibir a sus primeros visitantes y con la panza llena de mariposas. “Estoy desde las dos de la tarde haciendo todo. Hasta limpié yo mismo toda la casa”, detalla, con la verborragia típica de la emoción.
La gran entrada de Guido Süller a la inauguración de Demasiado restó
Con los diez comensales de la primera noche ya presentes, llegó la hora de que el anfitrión-showman salga a recibirlos. Pero, como este no es un evento cualquiera (es una experiencia Süller), el inicio de la velada debe ir a tono con el lujo y la extravagancia.
Parados en la parte trasera de la imponente casa, bajo un claro de luna y con la mirada puesta en el extenso lago que rodea la propiedad, los invitados están a la espera del hombre al que fueron a ver. De golpe, la aterciopelada voz de la cantante Nat Mandú empieza a entonar una balada tan conocida como icónica “My heart will go on”, de Celine Dion, la cual traslada a todos directamente al recuerdo de Titanic. A medida que la música cobra fuerza, en la lejanía se divisa una luz que se acerca lentamente.
Guido, ataviado con una chaqueta azul que le da un aire capitán de barco (”No me puse sombrero porque quedaba uniformado”, reconoce después), se traslada hacia el muelle sobre un barco que parece moverse al ritmo de la música. Fiel a su formación de dramaturgo, pone un pie en tierra firme con un salto y, envuelto por una ronda de aplausos, realiza una serie de profundas reverencias. Finalizada su épica entrada, abraza cada uno de los presentes para darles la bienvenida a su hogar.
Una vez hechas las presentaciones y con todos sentados en las mesas -dos grupos ubicados en la cocina y, el tercero, en el comedor- ya es la hora de la comida... y del show.
Una gran cena “entre amigos” y las mil y un anécdotas de Guido Süller
Si bien Süller estuvo hace poco en el reality El gran premio de la cocina, lo cierto es que no es un chef profesional ni tampoco cuenta con una experiencia previa en el manejo de un negocio culinario. Pero, lo que si sabe es como entretener a su público. Para todo tiene una anécdota, un chiste o, a falta de palabras, alguna onomatopeya apropiada para la ocasión.
La velada puede parecer caótica, pero de esos caos buenos, como los que nacen en medio de un evento familiar en el que los integrantes no se ven hace mucho tiempo y están ansiosos por ponerse al día. La música aún suena fuerte, la gente charla una encima de la otra y quienes atienden -es decir, Guido y su grupo de fieles amigos- se mueven como hormigas mientras reparten copas de vino, preguntan quiénes quieren pollo y quiénes sorrentinos y hasta deciden a quién le tocará lavar los platos.
En medio de la vorágine, Guido pasa mesa por mesa y habla con todos. En la primera, una de sus más grandes fans reveló que vino desde Uruguay para no perderse la inauguración de Demasiado Restó y que logró convencer a una de sus amigas para que la acompañara. En la siguiente, una reciente expareja celebra justamente eso, la separación, junto a dos amigos que -por el contrario- no podrían estar más enamorados. En la tercera y última, dos matrimonios junto a un bebé de tres meses debaten sobre lo compleja que es la paternidad.
Embelesado por las historias personales de sus invitados, Guido se siente rodeado de una familia. “Esta idea surge porque yo veo que los fines de semana las casas de mis vecinos se llenan de gente. Y yo tengo esta casa tan grande pero estoy solo, así que quería poder aprovecharla”, explica sobre el origen de su proyecto. Una vez más, aclara que sus fans son más que eso para él y que se siente realmente rodeado de amor si los tiene cerca.
Años atrás, Guido Süller perdió a sus padres y nunca logró recomponer la relación con sus hermanos. No obstante, en la inauguración de Demasiado Restó demostró que las familias elegidas son tan valiosos como aquellas de sangre. En compañía de sus amigos y de la gente que lo quiere a pesar de no conocerlo, festejó uno de los cumpleaños más inolvidables. Asimismo, dio inicio a un nuevo episodio en su vida que no sabe en qué deparará. Por el momento, la única certeza que tiene es que el evento se repetirá este sábado y que, en cuanto a los próximos meses, ya tiene todas las fechas agotadas.
“Estoy totalmente satisfecho por varios motivos: la calidad de la gente, la comida y la casa decorada. ¿Qué más le puedo pedir? El refrán que dice ‘cosecharás tu siembra’ acá está, porque yo estoy cosechando lo que sembré durante toda la vida. Así que estoy agradecido”, finaliza, con la voz un poco quebrada.
Rápidamente se reincorpora y reparte mesa por mesa papeles y lapiceras para que los invitados escriban sus mayores deseos. Minutos más tarde, a modo de cierre de la velada, les pedirá que los arrojen en un fogón que tiene preparado al lado de la piscina. “Ojalá se les cumplan a todos”, les dice sonriente. Cualquiera que lo ve puede darse cuenta que el suyo ya se hizo realidad.
La experiencia de Demasiado restó, en fotos
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