Cómo fue el regreso de The Morning Show, siempre con un nuevo as guardado bajo la manga
Ya están disponibles los primeros dos episodios de la temporada 3 de la serie protagonizada por Jennifer Aniston y Reese Witherspoon, en medio de viajes espaciales, terremotos corporativos y guiños a magnates de la tecnología
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Pasó varias veces a lo largo de las dos primeras temporadas y volvió a ocurrir en el comienzo de la tercera. Cada vez que el cuadro parece dominado por una sucesión de expectativas frustradas, The Morning Show saca un nuevo conejo de la galera y le devuelve el brío, el interés y la emoción a una historia que está por desmoronarse.
Ahora con Charlotte Stoudt como showrunner en reemplazo de Kerry Ehrin, The Morning Show dejó atrás como si hiciera un gran pase de magia casi todo lo que había marcado el cierre de la segunda temporada. Recordemos cómo concluyó: en la inquietante etapa inicial de la pandemia, casi un viaje a lo desconocido, Alex Levy (Jennifer Aniston) dejó una exposición tan angustiada ante las cámaras con el diagnóstico positivo de Covid-19 a flor de piel que hizo temer lo peor. Mientras tanto, Bradley Jackson (Reese Witherspoon) concluía la desesperada búsqueda de su hermano adicto al encontrarlo en una camilla de la sala de emergencias de un hospital, rodeado de pacientes con síntomas severos de coronavirus. En la cabeza de Bradley todavía resonaba la declaración de amor que finalmente le hizo Cory Ellison (Billy Crudup), el CEO de UBA, la cadena televisiva noticiosa en la que ellas trabajan. Así bajó el telón de “Fever”, el décimo y último episodio de la temporada 2 en noviembre de 2021.
Ahora, la historia continúa. Los dos primeros episodios de la tercera temporada ya están disponibles en Apple TV+ con un salto en el tiempo extraordinario y, a primera vista, también caprichoso. De aquel apocalíptico 2020 pasamos a 2022, con la pandemia ya en retirada, el aparente regreso a la normalidad en la vida cotidiana de la cadena y la atención informativa dominada por la invasión rusa a Ucrania. Alex cumple sus dos primeras décadas en UBA de nuevo como estrella principal del segmento matutino (El clásico Morning Show del título) y Bradley ahora está al frente del principal ciclo vespertino de la señal. Del Covid-19 ya no hay noticias (solo un confuso momento en el que vemos el falso obituario preparado para despedir a Alex si no sobrevivía al virus) y tampoco del hermano de Bradley. No se lo mencionará a lo largo de estas dos primeras horas.
En cambio, un nuevo personaje se convierte en centro de atracción detrás de las dos figuras femeninas centrales, como lo hacía hasta aquí el Mitch de Steve Carell, cuyo trágico adiós (en un accidente vial ocurrido en Italia, ya avanzada la segunda temporada) es otra de las grandes omisiones de este regreso, al menos en este comienzo. Se trata del multimillonario texano Peter Marks, papel ideal para el lucimiento de Jon Hamm. Con rasgos que parecen tomados de la vida y la obra de Elon Musk, Marks imagina una potencial alianza con UBA que con el tiempo podría convertirlo en el nuevo dueño absoluto de la señal. El astuto y audaz Cory mueve las piezas del tablero que están a su alcance anticipándose al futuro y al lugar que va a ocupar en el nuevo escenario.
“El mundo tal como lo conocemos se acabó. Estamos oficialmente en el Thunderdome”, le dice Cory a una estupefacta Alex, evocando aquella estructura métalica en forma de jaula en la que se desarrollan los duelos a muerte en la tercera película de Mad Max (Más allá de la cúpula del trueno, 1985) a partir de la consigna “dos hombres entran y uno solo sale”. Cory vislumbra cambios de fondo para justificar su movida: “En cinco años, la mitad de los servicios de streaming se habrán comprado o desaparecido. En 10 años, Internet será 3D y estarás literalmente en medio de la sala de estar de la gente. Necesitamos construir una máquina del tiempo que nos lleve al futuro, ¡y eso requerirá mucho dinero! Alguien con más dinero que Dios”.
Intrigas en la nueva trama
El nuevo mecenas es Marks, que da el primer paso de esa eventual alianza futura promoviendo una transmisión exclusiva y estelar (en el sentido más amplio) para UBA del viaje espacial a bordo de una de sus naves que Alex transmitirá desde adentro, como una de sus pasajeras. Las intrigas alrededor de esta posible alianza seguramente ocuparán de aquí en más buena parte de la trama.
Mientras tanto, la mano de Stoudt empieza a notarse. Sobre todo en la nueva etapa de la relación entre Alex y Bradley. En una de sus creaciones, la serie ¿Sabes quién es? (disponible en Netflix), Stoudt lleva al personaje principal, interpretado por Toni Collette, a vivir escondida en la piel de otra mujer. Ahora, siguiendo una línea bastante parecida, sugiere un intercambio de roles entre los personajes de Aniston y Witherspoon.
Intuyendo la maniobra de Cory y plantándose con fuerza contra ella, Alex se baja de la travesía espacial y se traslada a la frontera entre Texas y México para apoyar con cámara y micrófono el testimonio de una mujer de la comunidad latina local que lucha por sus derechos para abortar. Bradley, que iba originalmente a ocuparse de esa cobertura (recordemos que en las temporadas previas confesó que había decidido interrumpir voluntariamente un embarazo adolescente), finalmente se sube a la nave espacial junto a Cory y Marks.
La transmisión que hace Bradley desde el módulo espacial, flotando sin ley de gravedad, cierra una larga y notable secuencia que deja a la vista una vez más la cantidad casi infinita de recursos que Apple pone al servicio de sus producciones originales de TV. Mimi Leder, una vez más al frente de los momentos decisivos de la serie (dirige los dos primeros episodios de la temporada 3), los aprovecha al máximo en la larga secuencia que transcurre en Texas, desde los preparativos en el cuartel general de Hyperion, la empresa espacial de Marks, hasta el momento mismo del viaje en órbita, que genera un momento de tensión en el cierre del episodio 1 cuando la transmisión se corta y nadie sabe qué pasa con el trío de improvisados astronautas.
Pero apenas iniciado el segundo episodio todo vuelve a la normalidad. Y en los siguientes 60 minutos se desplegarán con más precisión las líneas del nuevo marco dramático en el que se mueven Alex y Bradley, cuya alianza estratégica empieza de a poco a vislumbrarse mientras a su alrededor empieza a sentirse un terremoto corporativo en cámara lenta.
La clave, sus grandes actrices
Aniston vuelve a lucir sus formidables recursos expresivos y hace crecer de nuevo a un personaje que mezcla de un modo extraordinario el ego, el amor propio y los principios éticos de su oficio, hasta que parezcan una misma y única cosa, para defender su lugar en una cadena de noticias que explora un futuro incierto. Witherspoon, consciente de que está siempre un par de pasos detrás, también aprovecha su momento. Ahora le toca evitar un nivel de exposición que en el pasado siempre defendió, pero que esta vez afecta a su intimidad. La relación con Laura Paterson (Julianna Margulies) entró en un paréntesis que Bradley trata de mitigar a través de encuentros ocasionales con otras mujeres, hasta que un poderoso ciberataque contra UBA deja al desnudo y a la vista de todos por completo los secretos íntimos de cada uno de sus integrantes, especialmente en el caso de Bradley.
Con este nuevo disparador, The Morning Show aprovecha una vez más su mayor fortaleza: cómo la historia personal de cada uno de los personajes centrales condiciona y configura a cada momento el rumbo de la cadena informativa. Cada uno de ellos quiere jugarse el futuro aferrado con uñas y dientes al lugar que ocupa en ese pequeño universo lleno de intrigas, rencores e incertidumbres. Cree que solo allí se juega su destino.
La serie entra en su tercera temporada afirmándose en un estilo que se refleja en la conducta de los seres que ocupan el centro del relato: moviéndose todo el tiempo entre el cálculo y el impulso. Aniston y Witherspoon entienden a la perfección esa dinámica y la sostienen con muchísima convicción. A la vez, The Morning Show tiene tantos recursos a su disposición que cualquier otro producto similar queda chico frente a semejante alarde de producción. También por eso no deja de atraernos, aunque a veces no cumpla con las expectativas que promete.
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