Zendaya: el camino de la estrella infantil que se convirtió en la gran promesa cumplida de Hollywood
Delgada, de brazos y piernas larguísimas y aparentemente frágiles, que recuerdan a esos videos que muestran el nacimiento de un potrillo dando sus primeros pasos tentativos con patas que de tan flacas parecen quebrarse bajo su propio peso y sin embargo le bastan pocos segundos para transformarse en una criatura erguida, grácil y orgullosa. Así es Marie, el personaje que interpreta la actriz y cantante Zendaya en el film Malcolm y Marie, ya disponible en Netflix. Pero Marie también es cruel, un animal herido que ladra y muerde, que ataca cuando se siente amenazada por las actitudes de su novio Malcolm (John David Washington), que en la noche más importante de su carrera como director de cine se olvidó de incluirla en su muy público discurso de agradecimiento. Justo a ella que lo apoyó y lo acompañó desde el comienzo.
“Actuar es jugar a disfrazarse”, dice Marie en un momento de furia y autodesprecio al discutir su abandono de la profesión y sus pasadas adicciones, y puede ser que para Zendaya, que empezó su carrera como estrella infantil del Disney Channel, en un principio la profesión haya sido un simple juego. Pero ya no lo es. Basta con verla en las dos entregas más recientes de Spider-Man y, sobre todo, en Euphoria, la serie que a pocos días de comenzar a grabar la segunda temporada quedó en suspenso por la pandemia. Entonces, su creador, Sam Levinson y su protagonista, Zendaya -quien ganó su primer Emmy como actriz protagónica por su trabajo en la ficción de HBO-, empezaron a pensar en aprovechar el inesperado espacio vacío en sus agendas.
“Cuando supimos que las grabaciones se postergarían hasta septiembre apareció esta oportunidad. Creo que los dos sentimos la responsabilidad de garantizar el trabajo del equipo del programa así que hablábamos durante horas sobre diferentes ideas locas que nos rondaban. Soy un gran creyente en que las malas ideas no existen. Solo que hay algunas que son más persistentes que otras”, recuerda Levinson en conversación con LA NACION vía Zoom, desde Los Ángeles. Y en el cuadro de la pantalla a su derecha, la actriz sonríe al recordar que uno de los posibles proyectos que quedó en el tintero era una suerte de experimento en el que ella se interpretaba a sí misma en medio de un brote psicótico que la hacía creer que era K.C. Cooper, la espía adolescente que interpretó durante tres temporadas en la sitcom de Disney Channel, K.C. Undercover.
“Me parece que esa historia la voy a dejar para más adelante en mi carrera”, se ríe la actriz que enseguida relata los detalles de cómo, cuando el resto de la industria audiovisual estaba paralizada y en pleno ataque de ansiedad por su futuro inmediato, el equipo creativo que formó con Levinson y el director de fotografía Marcell Rév, pusieron en marcha Malcolm y Marie, respetando los protocolos y limitaciones provocados por el Coronavirus y con un plan de negocios que convirtió a todos los integrantes del equipo en socios con derecho a parte de las ganancias por la eventual venta de la película. Para que narrativamente fuera posible la realización del proyecto, Levinson imaginó un relato en blanco y negro alrededor de dos personajes temperamentales, la pareja del título, en pleno estado de ebullición. “Un par de víboras en un jarro”, describe el director con precisión. La casa en la que se enfrentan con dosis de veneno cada vez más letal es el escenario único de un cuento en constante tensión.
“Por el protocolo pasamos juntos todo el tiempo que duró el rodaje. Al estar obligados a trabajar y vivir en un mismo lugar, de alguna manera pudimos profundizar todo lo que queríamos contar sobre la relación de los personajes y su pasado. Y sin poder recurrir a flashbacks o a otros personajes que ayudaran a desarrollar la historia. Los impedimentos incentivaron nuestro trabajo creativo y colaborativo. Ensayamos y revisamos todo el material en grupo. Teníamos unas maravillosas discusiones sobre cada palabra que decían los personajes, cada pelea que ellos tienen nosotros, sin su intensidad ni violencia, también las teníamos para descubrir si era algo que le diríamos a nuestras parejas o cómo manejaríamos una situación así. Además nuestras propias miradas sobre la industria del cine le dieron forma a los intercambios entre los personajes sobre ese tema. Ese proceso afectó el modo en que John David y yo los interpretamos, y creo que de alguna manera también modificó la puesta en escena de Sam y la fotografía de Marcell. Se armó una especie de bella coreografía entre todos que hizo que estuviéramos en la misma sintonía como socios creativos”, dice la actriz que tal vez esté pasando el mejor año de su carrera.
Al reconocimiento por su actuación en Euphoria, que finalmente pudo grabar dos especiales para calmar la impaciencia de sus fanáticos hasta que realice la segunda temporada, Zendaya le sumó su participación en la esperada Dune de Dennis Villeneuve, la nueva entrega de Spider-Man y su interpretación de la atribulada Marie, una antiheroína llena de matices que tal vez le consiga su primera nominación al Oscar, así como Rue, su personaje en la serie de HBO, le valió su primer Emmy. Una de las muchas cosas que ambos papeles tienen en común.
“Sam siempre pensó que ambas comparten un mismo linaje, que de alguna manera vienen del mismo lugar. Hay cosas que las unen, como la adicción, pero al mismo tiempo son extremadamente distintas. Atraviesan etapas muy diferentes de sus vidas. Rue está en el medio del torbellino y Marie es una sobreviviente que ya lo superó. Por supuesto que todavía lidia con las memorias, la vergüenza y la culpa de su adicción, pero desde un lugar muy distinto al de Rue, que no tiene la madurez ni el lenguaje emocional para expresar lo que siente y le escapa a cualquier tipo de confrontación. En cambio Marie disfruta de decirle a los demás cómo se siente y se regocija en cada confrontación en la que se mete, tiene una cadencia en su modo de hablar… Nunca duda, siempre tiene las palabras exactas en la punta de la lengua y las dice fuerte y claro. Lo que fue muy divertido de interpretar, aunque me tuviera que aprender todos mis largos y complicados diálogos de memoria”, explica Zendaya, orgullosa de sus trabajos recientes que, de alguna manera, al consagrarla definitivamente como una intérprete adulta también lograron transportarla a sus comienzos.
“Para mí este proyecto reúne dos aspectos de la actuación que me fascinan. La película se parece bastante a una obra de teatro. Ese mundo del escenario me atrapó desde que tenía dos años y acompañaba a mi mamá que, además de ser maestra, trabajaba en una compañía teatral. Fue ahí que me enamoré de la actuación. Me fascinaba ver el trabajo de los intérpretes a los que respeto inmensamente por el nivel de intensidad y entrega que tienen. Y al mismo tiempo amo el cine. Sentí que Malcolm y Marie tenía algo de esos dos mundos. Un desafío soñado en el que me presioné y probé cosas nuevas. Fue algo difícil pero muy bienvenido para mí”, explica la actriz que a los 25 años ya tiene a todo Hollywood rendido a sus pies.
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