La directora de ‘La ciénaga’ convierte una novela abstracta y laberíntica de Antonio Di Benedetto en un nuevo clásico del cine de autor
‘Zama’
Daniel Giménez Cacho, Lola Dueñas, Matheus Nachtergaele. Dirigida por Lucrecia Martel / Cuatro estrellas
Casi diez años después de su largometraje anterior, La mujer sin cabeza, y luego de atravesar incontables problemas de financiación, la realizadora salteña Lucrecia Martel regresa a las pantallas con Zama, la más insospechada adaptación de la aparentemente inadaptable novela de Antonio Di Benedetto. Como ocurre en el texto original, el “héroe” titular, Don Diego de Zama (el hispano-mexicano Daniel Giménez Cacho en estado de gracia), un enviado de la Corona española a tierras americanas en pleno siglo XVIII, espera su ansiado traslado a la Ciudad de Buenos Aires. Entre reuniones sociales, pequeños juicios vecinales, encuentros calenturientos con criollas y nativas e incontables pedidos para redactar una misiva salvadora, la vida del funcionario colonial parece suspendida en un eterno no-tiempo. Sólo sobre el final el hombre encontrará algo parecido a su destino, luego de una excursión a tierras desconocidas (pero habitadas) en las cuales Zama surgirá, renacido, como un hombre nuevo.
La directora de La ciénaga evita aquí las trampas del cine de época y de las adaptaciones de obras celebérrimas, y logra traducir la cualidad filosófica del relato literario, transmitiendo el desesperado y pegajoso letargo del protagonista en una serie de secuencias de enorme expresividad y potencia lírica. Atravesado por varias elipsis que no hacen más que acentuar lo laberíntico de la narración y un preciso trabajo de encuadre, la cuarta película de Martel cuenta, además, con la mezcla de audio más compleja de toda su filmografía: hay voces lejanas haciendo de narradoras, diálogos centrales que se pierden hasta desaparecer y temas musicales de los 50. No se trata de un hueso fácil de roer. A pesar de su carácter rotundamente físico –los cuerpos y el espacio que ocupan resultan fundamentales para el éxito artístico del film–, Martel entrega su creación más abstracta, más inasible, más misteriosa. Zama es una de esas películas que piden a gritos varias visiones (y audiciones) para lograr desenterrar todos o, al menos, la mayoría de sus secretos. Un clásico autoral del futuro.
(Referencia de puntaje: 4 estrellas - Clásico / Tres estrellas y media - Excelente / Tres estrellas - Bueno / Dos estrellas - Regular / Una estrella - Malo)