Una película compleja y difícil de Dennis Smith, con buenas actuaciones de su trío protagónico
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Virgen Rosa (Argentina/2024). Dirección y guion: Dennis Smith. Fotografía: Gustavo Biazzi. Edición: Leandro Aste. Música: Juan Blas Caballero. Elenco: Juana Viale, Agustín Sullivan, Carolina Kopelioff, Abian Vainstein, Franco Piffaretti, Paz Díaz Colodredo, Mavi Colombo, Calificación: apta para mayores de 16 años. Distribuidora: Cinetren. Duración: 80 minutos. Nuestra opinión: buena.
La cámara se desliza lentamente por una gran espacio vacío. Es una fábrica abandonada en la que, con la llegada de un auto, arriban también los recuerdos de otros viajes que significaron reencuentros y una lejana celebración. Josefina, Noé y Rosa son hermanos que se reúnen en el cumpleaños de Rosa, la menor, en el mismo día de la peregrinación a la Virgen de Luján que Josefina vive con planificación y entusiasmo. El viaje comienza, pero, sin embargo, los tres hermanos nunca abandonan la fábrica por la que deambulan mientras conversan y afloran, junto a la naturaleza que invade ese espacio en ruinas, las conversaciones y los recuerdos que no son necesariamente luminosos.
Así afloran también los conflictos entre los hermanos, momentos pasados no siempre felices y una relación con sus padres que no tiene tampoco lo mejor que anida en la memoria. En el relato, pasado y presente conviven en la mirada del espectador, que asiste al desarrollo de otras historias dentro de un duro entramado familiar que no consigue un espacio feliz. Dennis Smith escriba una película que vertebra estas diferentes instancias del relato a través de la presentación de sucesivos: “rounds”, que son introducidos por una banda musical, como si la evolución de la trama estuviera signada (y en buena medida lo está) por la confrontación.
El trabajo del realizador descansa en una estructuración del relato de orden simbólico y no necesariamente anclado en el desarrollo convencional de una narración. Por eso la aparición de los fragmentos de una figura de la Virgen (que da título al film y domina el tramo final) explica parte del sentido de ese peregrinaje que nunca sale de una fábrica y que, finalmente, funciona como espacio-temporal de los confusos recodos de la memoria, dominados por la culpa y el camino hacia la expiación.
Esta labor del dramaturgo Dennis Smith juega con lo teatral de un único espacio de representación, pero consigue inteligentes puestas de cámara, una jerarquía en el desenvolvimiento de los demás rubros técnicos y labores actorales que dan perfecta carnadura a esa suerte de enumeración de pecados que se buscan exorcizar, pero que el vínculo entre estos hermanos lleva progresivamente a la descomposición del lazo filial. Una obra que conecta más con la mirada incómoda de Mi vida anterior, que desarrolló en teatro, en cuanto al autoconocimiento, y Dos hermanos, en cuanto a los recuerdos y el vínculo, demostrando aquí que la distancia no necesariamente debe ser física sino también interior.
Virgen Rosa es un relato complejo, difícil por momentos de abordar por lo laberíntico y simbólico de su representación, pero interesante en su reflexión sobre la memoria y la identidad. Sus tres protagonistas -Juana Viale, Agustín Sullivan, Carolina Kopelioff- logran una conexión emocional perfecta en ese sinuoso camino redentor que parece nunca alcanzarse aunque exista finalmente la reconciliación con los fragmentos que permiten reconstruir el espejo, a veces roto, de esa identidad.
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