Venecia: aplausos y polémica para Spencer, la película sobre el fin de semana negro de Lady Di
El film de Pablo Larraín imagina con mucha libertad cómo la princesa de Gales decidió pedirle el divorcio a su marido en 1991; también fueron elogiadas en el festival la superproducción Duna y la adaptación de la novela de Elena Ferrante The Lost Daughter, con una sorprendente Olivia Colman
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VENECIA.- Un día cargado de glamour, emociones y grandes divos de Hollywood se vivió hoy en la Mostra, donde dieron mucho que hablar Spencer, la biopic sobre la princesa Diana del chileno Pablo Larraín, con Kristen Stewart, The Lost Daughter, adaptación estadounidense de una de las novelas de Elena Ferrante, con una magnífica Olivia Colman, en competencia por el León de Oro y la esperadísima Duna, la megaproducción de Denis Villeneuve, de Warner Bros y presupuesto de 160 millones de euros, que también tuvo su gran estreno, pero fuera de concurso.
Más allá de las estrictas normas anti-coronavirus, decenas de adolescentes esperaron ante el legendario Hotel Excelsior y el ingreso a la blindada red carpet para ver los integrantes del elenco estelar de esta remake de ciencia ficción basado en el libro de Frank Herbert (la primera adaptación fue dirigida por David Lynch). Nada menos que Timothée Chalamet, Oscar Isaac, Zendaya, Jason Momoa, Charlotte Rampling y Javier Bardem.
En una jornada royal, a tres días de un nuevo aniversario de la muerte de Lady Di, Spencer se llevó aplausos pero también hizo discutir. Larraín, que ya había hecho un retrato de otra gran mujer, Jacqueline Kennedy (en Jackie), imaginó en esta película cómo fue y qué le pasó por la cabeza a “la princesa del pueblo” el fin de semana que decidió romper con el príncipe Carlos y con la realeza británica, que la agobiaban al punto de que se había enfermado.
Aunque el cineasta chileno investigó con rigor el tema, se trata de una obra que es esencialmente de fantasía. Larraín se imagina qué ocurrió en los impresionantes y suntuosos salones de la residencia de campo de Sandringham el fin de semana de Navidad de 1991. Fue en esos días que la princesa, muy atormentada, tomó la decisión más importante de su vida y Larraín se imagina sus pensamientos, sus dudas, sus miedos. ¿Seguir interpretando un rol en el que no era realmente ella y la fábula de princesa feliz junto a un hombre que la humillaba públicamente, para convertirse en reina? ¿O patear el tablero, quitarse la máscara y recuperar su dignidad? Diana tira por la borda el cuento de princesa feliz y elige la libertad, volver a ser Spencer, como indica el título.
Para interpretar este difícil rol, sobre todo después de la serie The Crown y las decenas de documentales que se han realizado sobre Lady Di, Larraín eligió a Kristen Stewart, actriz no sólo parecida físicamente, sino también un ícono pop al inicio de su carrera gracias a la saga de Crepúsculo, en la que interpretaba a la protagonista, Bella.
“Todos crecimos sabiendo qué es un cuento de hadas y Diana Spencer cambió el paradigma y ha vuelto a definir los íconos idealizados de las culturas pop, para siempre -dijo Larraín-. “Esta es la historia de una princesa que no sólo decidió no convertirse en reina, sino que eligió construirse, sola, una identidad propia. Es un cuento de hadas, al contrario. Siempre me impactó su decisión y pensé que debía haber sido muy duro. Ése es el corazón de la película”, subrayó.
En un reparto notable, en el que la espléndida Stewart se efrenta a un guion de todos modos difícil, interpreta el rol del príncipe Carlos, infinitamente menor, Jack Farthing, actor que aparece también The Lost Daughter, en otro papel secundario.
Basado en una de las novelas bestseller de Elena Ferrante, en el film, que marca el debut en la dirección de la actriz Maggie Gyllenhaal, la ganadora del Oscar a la mejor actriz por La favorita y famosa por la serie The Crown -encarnando a Isabel II-, Olivia Colman confirma su impresionante talento. Como ya ganó la Copa Volpi a la mejor actriz cuando el film de Yorgos Lathimos abrió la edición de la Mostra en 2018, en el ambiente del Lido descartan que vuelvan a darle este galardón. Aunque nunca se sabe.
Colman interpreta a Leda, una mujer de mediana edad, profesora universitaria, que decide pasar unas vacaciones en una encantadora isla griega. Todo va bien hasta que se cruza en la playa con una joven madre (Dakota Johnson) y su pequeña hija, a quienes comienza a observar en forma obsesiva. Con esas imágenes entra en crisis porque le recuerdan al período en que ella, muy joven, también se enfrentó a la maternidad, con todas las enormes dificultades y sacrificios que comporta. En el rol de Leda joven aparece la actriz irlandesa en ascenso Jessie Buckley, conocida por Chernobyl y Fargo, que también hace un trabajo impecable.
Fuera de concurso, también cosechó aplausos Duna, la mega producción de ciencia ficción que ostenta dos horas y media de imágenes extraordinarias y efectos especiales, intensas interpretaciones y gran banda sonora. En la película el espectador se sumerge en un viaje mítico en el que Paul Atreides (Timothée Chalamet), joven brillante destinado a ser un nuevo héroe, debe liderar el planeta más peligroso del universo, Arrakis, para asegurarle un futuro a su familia y a su pueblo. Mientras fuerzas malvadas combaten para adueñarse del recurso más precioso del planeta -una sustancia capaz de liberar todas las potencialidades de la mente humana-, sólo quienes sabrán derrotar a sus propios miedos lograrán sobrevivir.
“Todos estamos de acuerdo con que la prioridad debe ser la seguridad, pero si el público se siente seguro, lo aliento a que vaya a ver esta película al cine, porque ha sido pensada, escrita y rodada para la pantalla lo más grande posible y hemos trabajado para ofrecer una experiencia de los más de inmersión y el cine es el instrumento de este lenguaje”, dijo en una conferencia de prensa el director canadiense Denis Villeneuve, que admitió estar más que satisfecho con el resultado obtenido con Duna. Para gloria de las fans del joven divo, que deliraron cuando llegó a la alfombra roja, el cineasta contó, bromeando, que “el desafío más grande del rodaje fue enfrentar los cabellos de Timothée porque están vivos y tuve que manejar su corte de pelo”. “Hablando en serio -agregó-, intenté encontrar un equilibrio entre las informaciones que el público que no ha leído el libro tenía que tener para entender la historia y el esfuerzo para hacerlo lo más cinematográficamente posible”.
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