Vanessa Redgrave, lejos de los homenajes, se concentra en las tragedias contemporáneas
La gran estrella del Festival de Mar del Plata prefiere hablar de su nueva faceta como directora; a los 80 años presentó su documental Sea Sorrow, sobre la odisea de los migrantes en Europa
MAR DEL PLATA -. La visita de Vanessa Redgrave al festival de cine, gestionada con el apoyo del British Council, estaba planteada como una celebración de la carrera de quien es considerada una de las mejores actrices del mundo, así como la presentación de Sea Sorrow, su primera película como directora. Pero al llegar a esta ciudad y enterarse de la desaparición del submarino ARA San Juan, la actriz quiso poner el foco de atención sobre esta tragedia, en vez de repasar sus trabajos en películas como Isadora, Blow Up, Julia, Asesinato en el Expreso de Oriente, La mansión Howard y Sra. Dalloway; o hablar sobre su extensa carrera en el teatro y sus participaciones en TV
"Ayer y esta mañana sentimos que no podíamos seguir como si nada hubiese pasado; es imposible", dijo Redgrave en una conversación con LA NACION. Ya en la charla que brindó anteanoche y en la conferencia de prensa que ofreció el viernes por la mañana, la actriz se había referido a la búsqueda del submarino y se ocupó de informarse sobre lo que estaba sucediendo. "Estoy triste y enojada porque no les dan novedades a los familiares de los tripulantes. Son los primeros que deberían saber lo que pasó. Anoche estuvimos viendo la televisión durante una hora y me sentí horrorizada".
Redgrave habla en plural porque vino a la Argentina con su hijo Carlo, fruto de su romance con Franco Nero en los años 60 (la pareja se separó, volvió a reencontrarse muchos años después y se casaron en 2006). Además de Carlo, la actriz tuvo dos hijas con el director Tony Richardson, Joely y Natasha, quien murió en 2009. En sus apariciones públicas, Redgrave no quiso separarse en ningún momento de su hijo, además productor de Sea of Sorrow, quien parece saber cómo lidiar con la personalidad arrolladora de su madre.
Según explica Redgrave, la situación que se está viviendo en la base naval de Mar del Plata la conmueve especialmente porque todos los hombres de su familia se desempeñaron en la Marina Real. Recuerda también que estuvo en Moscú en 2000, cuando ocurrió la tragedia del submarino ruso Kursk y le pide a Carlo que busque en Google el mapa para mostrar en dónde desapareció el submarino. El tema tiene toda su atención y lo relaciona con su película, un documental sobre los refugiados y los horrores que experimentan al escapar hacia Europa.
"Nuestra película se centra en la enorme cantidad de refugiados que se ahogan porque no les dan una forma segura de llegar a tierra. Es tan espantoso que no nos podemos quedar sentados tranquilamente. Por suerte hicimos una película que algunas personas creen que tiene cierto valor. Estamos muy agradecidos de que nos inviten a festivales como el de Mar del Plata porque nos permite hacer foco en los refugiados de hoy y los del pasado. En la Segunda Guerra Mundial se podrían haber salvado muchas vidas si se les hubiesen dado visas a quienes intentaban escapar de la Alemania nazi o Austria. Esa es la fuerza que impulsa nuestra película, la emergencia de la situación actual".
Conmover en pantalla
El activismo de Redgrave no es nuevo. La actriz, que forma parte de una gran familia de actores que incluye a sus padre Michael Redgrave y a su madre Rachel Kempson; sus hermanos Lynn y Corin, y sus hijas, siempre estuvo involucrada con causas sociales. Su apoyo a la Organización para la Liberación de Palestina derivó en un polémico discurso cuando ganó el Oscar a mejor actriz de reparto en 1978, por su trabajo en Julia, de Fred Zinnemann. Incluso se trasluce en la elección de algunos de sus personajes: en 1993 participó del film argentino Un muro de silencio, de Lita Stantic, y conoció a las Madres de Plaza de Mayo. Pero fue el drama de los refugiados lo que la conmovió lo suficiente como para lanzarse a dirigir su primera película a los 80 años.
"Una amiga que nos ayudó a ir a Atenas a filmar nos contó que en el parque frente al hotel en el que nos estábamos hospedando hay chicos que venden su cuerpo para poder ganar unos pocos euros y mantener a sus familias. El tráfico sexual se convirtió en un término que se dice sin pensar lo que realmente que significa". Ante un comentario sobre la trata de personas en la Argentina, la actriz expresa su interés y quiere saber más. Esos ojos celestes enormes, capaces de transmitir cualquier emoción según el papel lo requiera, están a punto de cubrirse de lágrimas. Al verla así se entiende un poco el misterio sobre su talento como intérprete; Redgrave es intensa y severa pero también tiene la sensibilidad a flor de piel.
"¡Ay Dios! Gracias por contarnos esto -dice, muy conmovida-. En los últimos 15 años se estrenaron algunas películas que denuncian abusos y crímenes terribles pero no ha pasado nada más. Obviamente hay personas que están trabajando en estos temas. La esperanza está ahí. Hay organizaciones que intentan ayudar a frenar esto pero es imposible hacerlo si no tenés los medios legales para detenerlo. Ese es el problema. La policía en Grecia dice que no se puede meter a frenar estas cosas que pasan y el gobierno dice que no le puede decir a la policía que lo haga. Todos se lavan las manos con los refugiados".
El lunes por la mañana, Redgrave se reunirá en las oficinas del British Council Argentina con representantes de ACNUR para abordar el ?panorama del conflicto de refugiados en el mundo y la Argentina. Por la tarde, a las 19, realizará una entrevista abierta con Fernando Martín Peña en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín, donde repasarán su carrera y filmografía.
La entrada es gratuita y se entregan en la boletería de la sala con 2 horas de antelación.
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