Una pequeña gran travesía
Pequeña Miss Sunshine (Little Miss Sunshine, Estados Unidos/2006). Dirección: Jonathan Dayton y Valerie Faris. Con Greg Kinnear, Toni Collette, Steve Carell, Paul Dano, Abigail Breslin y Alan Arkin. Guión: Michael Arndt. Fotografía: Tim Suhrstedt. Música: Mychael Danna y DeVotchka. Edición: Pamela Martin. Diseño de producción: Kalina Ivanov. Producción hablada en inglés con subtítulos en castellano y presentada por 20th. Century Fox de Argentina. Duración: 101 minutos. Sólo apto para mayores de 13 años con reservas.
Nuestra opinión: muy buena
Una familia decididamente disfuncional viaja 1300 kilómetros desde Nuevo México hasta California a bordo de una camioneta destartalada para que la poco agraciada hija menor participe en un concurso de belleza. La sinopsis, así planteada, parece remitir a elementos ya vistos en muchas otras comedias del cine independiente estadounidense: la road-movie, la sátira al conservadurismo y la hipocresía social, el patetismo pueblerino, los personajes excéntricos o la mirada cínica y despiadada a los paradigmas del sueño americano.
Sin embargo, en manos del matrimonio Jonathan Dayton y Valerie Faris, celebrados directores de comerciales y videoclips que incursionan por primera vez en el largometraje a partir de un guión del también debutante Michael Arndt, esos tópicos ya casi devenidos en clisés y estereotipos de la producción indie norteamericana se potencian para convertir a Pequeña Miss Sunshine en un relato hilarante que al mismo tiempo resulta sólido, sensible y luminoso.
Con un estilo propio, pero que indudablemente bebe del desparpajo irreverente de Todd Solondz y John Waters, de la creatividad excéntrica de Wes Anderson, y hasta de la precisión, la velocidad y los diálogos filosos de las clásicas screwball comedies de Preston Sturges o Ernst Lubitsch, Dayton y Faris construyen una tragicomedia que se desliza por distintos géneros y tonos con suma elegancia, una fábula agridulce que entretiene y que, sin apelar a subrayados ni moralejas altisonantes, resulta bastante incisiva respecto del discurso imperante sobre la competencia y el éxito a cualquier costo.
Considerada la gran sorpresa del cine independiente norteamericano de esta temporada tras su multimillonaria adquisición por parte de la 20th Century Fox durante el último Festival de Sundance y su sorprendente éxito comercial posterior en todo el mundo, Pequeña Miss Sunshine ofrece en su secuencia inicial una vertiginosa edición en la que se presentan las miserias de sus antihéroes.
Así, pronto sabremos que el padre, Richard Hoover (Greg Kinnear), es un típico perdedor que se gana la vida dando cursos motivacionales sobre cómo alcanzar el éxito; Sheryl (Toni Collette) es la jefa de la familia encargada de apaciguar los ánimos y controlar el caos reinante; Dwayne (Paul Dano) es un adolescente introvertido y lleno de ira que tiene a Nietzsche como ídolo y ha hecho un voto de silencio hasta que pueda ingresar como piloto en la fuerza aérea; Olive (Abigail Breslin), es la apuntada hija de siete años, gordita y con anteojos, que practica una coreografía para cumplir con su sueño de presentarse en un concurso de belleza y nuevos talentos; mientras que el abuelo (Alan Arkin) es adicto a la heroína, a las malas palabras y a las revistas pornográficas. A ellos se les sumará el tío Frank (Steve Carell), un otrora prestigioso intelectual experto en la obra de Proust que ha intentado suicidarse ante el rechazo afectivo por parte de un alumno.
Los excéntricos Hoover
Lo que sigue a ese breve prólogo es un largo viaje lleno de infortunios, de desencuentros y hasta de tragedias que no harán otra cosa que unir a los excéntricos Hoover en una película que -con un final tan grandilocuente como genial- termina apostando por la redención de estos perdedores.
Hacía bastante tiempo que una película norteamericana no ofrecía un elenco con semejante capacidad de histrionismo, de timing cómico, de hondura dramática y de convicción como los que Kinnear, Collette, Carell, Arkin y los jóvenes Dano y Breslin entregan aquí a la hora de mixturar el humor más negro con la emoción más genuina. Otro gran acierto de los directores, que ya habían demostrado su categoría narrativa y visual en videos musicales para artistas como R.E.M., Red Hot Chili Peppers, Janet Jackson, Macy Gray y Oasis.
Imperfecta como la familia cuyas proezas y miserias retrata, pero noble y querible como los personajes que la protagonizan, Pequeña Miss Sunshine es una película audaz (porque no le teme al ridículo) y al mismo tiempo austera (porque no pretende imponer mensajes aleccionadores ni alegorías fáciles). Un muy auspicioso debut para dos directores y un guionista a los que de ahora en más habrá que seguir muy de cerca.
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