Una película hecha a corazón abierto
James Gray abandona el terreno conocido del thriller
Los amantes (Two Lovers, Estados Unidos/2008). Dirección: James Gray. Con Joaquin Phoenix, Gwyneth Paltrow, Vinessa Shaw, Isabella Rossellini, Elias Koteas y Moni Moshonov. Guión: James Gray y Ric Menello. Fotografía: Joaquín Baca-Asay. Edición: John Axelrad. Diseño de producción: Happy Massee. Presentada por Distribution Company. Duración: 110 minutos. Apta para mayores de 13 años con reservas.
Nuestra opinión: muy buena
En su cuarto largometraje, el talentoso director de Cuestión de sangre , La traición y Los dueños de la noche sorprende al abandonar el género que venía marcando su carrera (el thriller) e incursionar en otro (el melodrama romántico) que sólo había abordado de manera muy tangencial en sus films previos.
Los amantes parte de varios tópicos bastante transitados (las vivencias de una familia judía de Brooklyn que intenta sostener sus costumbres y tradiciones, varios personajes de treinta y pico de años que muchas veces se comportan como adolescentes tardíos, un triángulo sentimental con un hombre tironeado entre la seguridad y el riesgo, y los excesos propios del amour fou ) para luego trascenderlos y complejizarlos.
El film tiene como antihéroe a Leonard Kraditor (Joaquin Phoenix, protagonista de todos los trabajos de Gray), un muchacho que vive y trabaja con sus padres, que tiene una tendencia suicida, que se autodefine como "bipolar", y cuya atención se divide entre el amor pasional que siente por Michelle Rausch (Gwyneth Paltrow), una conflictuada vecina que a su vez mantiene un affaire con un abogado casado (Elias Koteas) y que en principio sólo lo quiere como amigo y confidente; y Sandra Cohen (Vinessa Shaw), una sencilla y querible joven judía por la que apuestan los intrusivos padres de él (Moni Moshonov e Isabella Rossellini).
La solidez del elenco (es notable el trabajo en los personajes secundarios) y la bella y melancólica fotografía de Joaquín Baca-Asay en locaciones reales de Nueva York son aportes que Gray aprovecha para sumar a su ya habitual maestría narrativa.
El cine de Alfred Hitchcock y François Truffaut, la literatura de Fiódor Dostoievski y Philip Roth son algunas de las múltiples fuentes en las que bebe el guionista y director para construir una película sensible y visceral, de esas que se hacen a corazón abierto, sin pensar en las modas ni en los análisis intelectuales. Lejos de la sofisticación y corriendo incluso el riesgo de incomodar con algunos excesos y clisés románticos, Gray muestra una nueva faceta en su interesante filmografía. Bienvenida sea.