
Una huerfanita, entre el horror y la comicidad
La huérfana (Orphan, EE.UU./2009, color; hablada en inglés). Dirección: Jaume Collet-Serra. Con Vera Farmiga, Peter Sarsgaard, Isabelle Fuhrman, CCH Pounder, Aryana Engineer, Jimmy Bennett, Margo Martindale. Guión: David Leslie Johnson, sobre un argumento de Alex Mace. Fotografía: Jeff Cutter. Música: John Ottman. Edición: Tim Alverson. Presentada por Warner. 124 minutos. Sólo apta para mayores de 16 años.
Nuestra opinión: regular
Gente precipitada, inexperta o excesivamente confiada, los Coleman no toman recaudos cuando van a adoptar una hija. Vienen de una desgracia familiar -el tercer vástago murió en el vientre materno-, y están tan preocupados por dejar atrás ese dolor y por remediar la inestabilidad emocional de la frustrada mamá -que para colmo carga con alguna culpa vinculada con su adicción al alcohol-, que ni averiguan los antecedentes de la primera nena que les cae simpática. La chiquilina que conocen en un orfanato tiene 9 años, se llama Esther, parece un modelo de buena educación y, según dicen, es la única sobreviviente de una familia rusa que murió carbonizada en el incendio de su casa, allá en el Este europeo. Se entiende que su conducta parezca un poco rara, y hasta ella misma lo admite: "Soy diferente", dice.
Se queda corta. Y es natural, porque si la chica no resultara un verdadero demonio capaz de convertir a sus hermanitos en cómplices (al mayor, con amenazas; a la menor, sordomuda, ganándose su confianza), no habría terror. Y eso es lo que buscan Jaume Collet-Serra y sus libretistas, aunque las perversas maniobras de su maligna criatura son de esas que, por su arbitrariedad e incoherencia, generan más risas que sobresaltos. Es una lástima, porque el film, que en un principio parece apuntar al thriller psicológico en torno de las pesadillas, las ansiedades y las culpas de la trastornada dueña de casa y genera alguna intriga sobre las secretas motivaciones de la recién llegada, desperdicia la posibilidad de trabajar sobre la ambigüedad y va desbarrancándose a medida que pasan los minutos entre golpecitos de efecto, escenas guiñolescas, situaciones y personajes poco creíbles (el expeditivo trámite de adopción o la actitud de la psiquiatra son apenas dos ejemplos) y una explicación final tan absurda que invita a la carcajada. Peter Sarsgaard y Vera Farmiga se esfuerzan por dar alguna veracidad a sus personajes y es destacable el desempeño del elenco infantil.
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