Una historia sobre la política y el poder de la TV
Frank Langella interpreta a Richard Nixon en este film centrado en lo que ocurrió tras bastidores en la célebre entrevista que brindó el ex mandatario norteamericano al periodista británico David Frost
NUEVA YORK.- Es curioso que Frank Langella, un reconocido y respetadísimo actor de teatro en Broadway, haya pasado ahora a la fama -y a la posibilidad de ganar un Oscar- gracias a una película que trata, en definitiva, sobre el poder de la televisión y sus implacables primeros planos. Pero es que en Frost/Nixon: la entrevista del escándalo, que se estrena pasado mañana en la Argentina, Langella logra capturar la esencia del desdichado ex presidente de Estados Unidos de una manera tan profunda que trasciende cualquier medio.
"Cuando me piden que interprete a un personaje, pienso en él primero como un ser humano cualquiera, y luego recién en si era presidente, un vampiro, un detective o un ejecutivo. Tengo que imaginarme en detalles como cómo se levanta, se afeita y va al baño, para luego pensar en las grandes decisiones que tomará", explicó Langella, de 71 años, a LA NACION, durante una entrevista en el hotel Ritz Carlton de Manhattan.
Con sus imponentes 1,90, una tranquilidad casi zen, y una voz clara y pausada, este actor originario de Nueva Jersey poco se parece al único mandatario estadounidense que debió renunciar en 1974 tras el escándalo de Watergate. Sin embargo, su mutación en el personaje es tal que ahora compite con Brad Pitt, Sean Penn, Mickey Rourke y Richard Jenkins por el Oscar al mejor actor. En total, el film tiene cinco nominaciones, incluida la de mejor película.
"No creo que tenga muchas chances. Pero es maravilloso que te den premios, y estaría encantado si me lo gano", confesó muy relajado Langella, que estuvo "conviviendo" con Richard Nixon durante dos años y medio, primero en la versión teatral de Frost/Nixon , que se estrenó en la Donmar Warehouse de Londres en agosto de 2006 y pasó a Broadway al año siguiente, y luego, ya preparándose para trasladar el papel a la pantalla grande.
Escrita por el británico Peter Morgan (guionista también de las aplaudidas La reina y El último rey de Escocia ), Frost/Nixon: la entrevista del escándalo explora el detrás de escena de las históricas entrevistas televisivas que realizó el ahora afamado y extravagante presentador inglés David Frost (encarnado en el film por Michael Sheen) a Nixon en 1977, en las que reconoció su involucramiento en el caso de espionaje político del Watergate. Pensada casi como un enfrentamiento ente dos boxeadores -el entrevistador y su entrevistado-, la película explora las motivaciones de cada uno de estos singulares personajes para someterse a un duelo que resultó agotador para ambos, pero del que sólo uno, el que controlaba los planos de la pantalla chica, saldría victorioso.
De Drácula a Nixon
Divorciado, padre de dos hijos, ex pareja de la actriz Whoopi Goldberg -desde 1996 hasta 2001-, Langella es un reservado actor teatral que sólo en los últimos años ha tenido mayor participación en el cine ( Lolita , Buenas noches y buena suerte , Superman regresa ), aunque ya en dos oportunidades, encarnando a Drácula y a Sherlock Holmes, llevó a sus personajes de las tablas al celuloide.
-¿Qué idea tenía de Nixon en los tiempos de su presidencia?
-No pensaba mucho en él; yo tenía unos treinta años y estaba al principio de mi carrera, así que hacía lo que la mayoría de los actores a esa edad hacen: pensar sólo en mí mismo y cómo conseguir chicas; me daba un poco igual la política. Pero sí vi en vivo su renuncia y compartía lo que pensaba la mayoría de la gente de él. Por su curiosa postura física y la dificultad que tenía en comunicarse, creo que en ese momento no pude ver en él nada de esa humanidad que eventualmente le descubrí en el personaje. Mi idea de él cambió bastante; logré entenderlo más, aunque no hay dudas de que encubrió un crimen y pagó por ello más de lo que debía. Pero se lo merecía justamente porque trató de ocultarlo; yo creo que si él hubiera admitido su intervención, no habría acabado renunciando.
-¿Qué fue lo primero que buscó recrear de Nixon: sus posturas físicas, la voz, la emoción?
-Lo primero que busco siempre es el alma del personaje. Me senté horas y horas viendo las entrevistas originales con Frost y también otras, escudriñando sus ojos, buscando interpretar qué sentía y pensaba, sus momentos de inseguridad, cuando se preparaba para dar un golpe. Junto al material de las entrevistas originales, había una escena fuera de la casa en la que se ve a Nixon llegando, rodeado de periodistas que lo atacan a preguntas y él sigue avanzando, pero en un momento se da vuelta, toma del brazo a uno de sus asistentes con mucha firmeza, y se ve que le dice algo lleno de furia, probablemente por las preguntas de la prensa. Ese pequeño momento de frustración y rabia me sirvió mucho para entender lo que debía sentir él. Creo que, como a ningún otro presidente, la sociedad le condenó al ostracismo.
-¿Vio los trabajos de otros actores que interpretaron a Nixon?
-Sí, vi absolutamente todo lo que se ha hecho respecto a Nixon; desde la película de Oliver Stone, en la que Anthony Hopkins hace de Nixon, hasta caricaturas de él y otras cosas que sabía que no quería hacer.
-La película termina de alguna manera mostrando un costado del ex presidente con el que la gente puede sentir empatía. ¿Cree que al final sale redimido?
-No creo. Yo lo único que quería era explorar la verdad de mi personaje, sin caricaturizarlo ni juzgarlo.
-¿Cuál fue su principal desafío para traducir su Nixon del teatro al cine?
-Mi mayor reto fue mantenerlo como un personaje tan real como pudiese. Al filmar, no tenía que preocuparme de convencer a un público de mil personas por noche; podía simplemente mirar a la cámara y con el leve movimiento de una ceja dar por entendido algo.
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